Death From Above (Sala Apolo) Barcelona 20/02/18
De nuevo en activo y ya sin el 1979 que formaba parte de su nombre gracias a un encontronazo legal con el sello de James Murphy (LCD Soundsystem), Death From Above se subían al escenario de la sala Apolo de Barcelona para presentar su nuevo disco: Outrage! Is Now. El tercero de los canadienses, en una carrera de trece años llena de interrupciones y controversias.
A pesar de mantener las formas sobre el escenario (serios, concentrados), su punk-rock es una sacudida brutal de bajo y batería, con un pie en el ruidismo experimental y el otro en el punk primigenio. No importa que tonteen con los samples electrónicos, lo de Death From Above es una descarga con riffs de bajo que ponen los pelos de punta.
Jesse F. Keeler y Sebastien Grainger siguen demostrando que la fórmula bajo y batería es un dúo ganador. Le funcionó a The White Stripes y le está funcionando a Royal Blood, pero DFA abren en canal y desmontan el sonido garage para entregar algo mucho menos pulcro. Y sobre el escenario, esa brocha gorda se transforma en una experiencia energética y abrumadora.
Outrage! Is Now es el disco en el que Death From Above han empezado a tontear con la adultez, reflejo de su vida de respetables padres. Aunque lejos de amansarse, han abierto su paleta a la electrónica y a un sonido aún menos convencional. Y en ese disco basaron la mayor parte de su setlist, desde el momento que salieron al escenario y abrieron con “Nomad”, pistoletazo de salida a un pogo que iría salpicando las primeras filas de una sala a medias.
Diecisiete temas y dos bises más tarde, Death From Above habían dado buena cuenta de Outrage! Is Now (que tocaron casi entero) sin olvidar clásicos de su carrera como “White is Red” y “Romantic Rights” o una versión del “Mother” de Danzig. Destacaron especialmente “NVR 4EVR” y “Freeze Me”, con ese piano adictivo que desemboca en un torrente musculoso y que fue de las más disfrutadas por el público.
Durante la segunda mitad de la noche, Sebastien Grainger estuvo un poco más hablador y cercano (“can we get a sandwitch for my simple?” fue una de las frases del concierto), e incluso se atrevió a dejar la batería en la brillante “Outrage! Is Now” para salir a cantar en plan frontman-de-toda-la-vida mientras la electrónica se encargaba de dar ritmo al tema.
Para cerrar la noche, incluso pidieron al público que eligiera entre “Right on, Frankenstein!” o “Pull out”, contienda que ganó esta última y que cerró el círculo de un concierto visceral y descarnado que tuvo al público saltando desde la primera sacudida.