Lisabö – Eta Edertasunaren Lorratzetan Biluztu Ginen (Bidehuts)
Publicado a finales del año pasado, este para mí es uno de los discos más impresionantes que haya escuchado en bastante tiempo. Quizás por lo inesperada de su publicación no se alzó como mi mejor disco nacional del año. Lisabö es sinónimo de visceralidad, fuerza rítmica y poética, autogestión, agresividad, fisicidad, reverberación volcánica, independencia, y así podríamos seguir enumerando virtudes, las miles que atesoran. Creo que junto a Orthodox, actualmente, es la banda de aquí que más golpes me asestan en mi cabeza atolondrada que ansía ritmos epidérmicos, y que a la vez renueven el lenguaje rítmico a golpe de retorcer notas de un pentagrama insano. Me encanta lo bello de la insanía. La verdad se encuentra en el reverso de lo bello.
Desde que se dieron a conocer a finales de los 90 con maquetas y teloneando a sus admirados Fugazi, y a pesar de los amagos de ruptura que auguraban malos tiempos para la lírica, los guipuzcoanos han esparcido a través de cinco álbumes en dieciocho años todo su magnetismo que, decididamente, es hipnótico, o cuando el ruido se materializa en carne, sangre, y visceras. Este fenomenal, posiblemente su mejor disco hasta la fecha, Eta Edertasunaren Lorratzetan Biluztu Ginen (bello título: “Tras El Rastro De La Belleza Nos Desnudamos” (Bidehuts, 2018) nos aúpan para vislumbrar las cotas más bellas a través de los preciosos textos de Martxel Mariscal, y los ponzoñosos punteos de guitarra, bajo y batería de esta máquina perfectamente engrasada.
Aquí encontrarán el vigor devastador de la herencia de Dischord en la punzante “Nomaden Zirkulu Tematia” en el que nos topamos con una catarsis de ritmos devastadores con la voz en grito de Karlos Osinaga. La disonancia de Glenn Branca más los primeros Sonic Youth aparecen en “Olio Tankat Ezpainetan” y parece que las notas crean un magma pringoso e incandescdente que en torbellino dispara metralla de post-freejazz o lo que que quieras, mientras que “Oromedia Galdu Aurretik Idatzi Gabeko Gutuna” me recuerdan a Diabologum. Es maravilloso cómo Lisabö parte del silencio para ir hilvanando estas epopeyas del desasosiego preñadas de nihilismo y romanticismo. “Tras el rastro de la belleza nos desnudamos” canta Martxel en la última bala del disco, y tras ese fundido en negro llega el escalofrío, y necesitas que vuelvan a asestarte otro golpe en tu conciencia. Maravillosos.
Escucha Lisabö – Eta Edertasunaren Lorratzetan Biluztu Ginen
un disco portentoso, lo jodido aprenderse los títulos 🙂