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Libro: Haz lo que quieras (Do What You Want). La historia de Bad Religion

Bad Religion ha ejercido dos grandes papeles en la historia de la música punk californiano. El primero nos lleva a esa generación tardía de grupos de la Costa Oeste que bebieron de la primera ola británica y que siguieron por la senda de la velocidad y la violencia a ritmo de monopatín y golpes de los que Bad Religion se erigieron en uno de sus grandes nombres. El segundo papel es el de catalizador y puente generacional hacia la grandísima explosión del punk californiano en los años noventa.

Así pues, no es difícil entender que la biografía de esta banda tiene muchos más ángulos que la mera descripción cronológica de un grupo de chavales que no llegaban a la mayoría de edad cuando empezaron en esto. Por si esto fuera poco, cada miembro del grupo atesora grandes anécdotas y un bagaje histórico en esto de la construcción del punk y el hardcore. Como remate, nada del fenómeno que puso el skatepunk y el neopunk californiano en radio de todos hubiera sucedido sin Epitaph, la discográfica cuyo nombre es prácticamente inherente al nombre de Bad Religion.

Estos son los tres grandes conceptos en los que se mueve Jim Ruland para contar la historia del grupo angelino más influyente en el punk de los 80 y 90. Dentro de ese triángulo de historias del género, de sus biografías y de Epitaph caben todas las entrevistas que el periodista musical ha ido recogiendo de (casi) todos los que han tenido que ver alguna vez con Bad Religion.

Su narración cronológica ayuda bastante a situar los inicios de la banda (para ese marco previo recomiendo encarecidamente la biblia del punk angelino “We Got the Neutron Bomb: The Untold Story of LA Punk”, de Marc Spitz y Brendan Mullen) y el momento determinante de su concepción. El que los cuatro entonces chavales del Valle fueran punks en un entorno que no era propicio ayudó bastante a construir una imagen que se ha ido consolidando con los años y que se ha trducido en un punk inteligente y hasta erudito, donde se demostraba que no era necesario liarse a hostias para ser contundentes y que, si se quería, podían hacerse entender con cierta erudición.

Todo ello ha llegado a nuestros días, a 41 años del nacimiento de la banda, pero no sin esfuerzos. El repaso exhaustivo a la trayectoria y momento vital de cada miembro que ha pasado por Bad Religion traza la historia con distintos enfoques, pero marca una línea temporal que, si bien a veces es demasiada estricta y apura al lector con prisas, también ayuda a engancharse. Y no, no es un juego de palabras.

Quien haya tenido la posibilidad de asistir a alguno de los cientos de conciertos de la banda a lo largo de los años habrá notado que la evolución desde su formación inicial hasta lo que tendremos el año que viene sobre los escenarios no ha alterado casi lo más mínimo las ideas y el impacto de la banda. El libro recorre esos momentos de tensión y de cambios de tal manera que, al cerrarlo, parece que Bad Religion ha sido (es) un ente con vida propia y crecimiento orgánico al que sí, a veces le ha fallado la alimentación, pero que ha sabido sobreponerse a todo.

Especialmente interesantes son los capítulos dedicados a la etapa menos conocida de la banda, la que gira alrededor de aquel infame Into The Unknown (disco que recomiendo encarecidamente escuchar sin prejuicios) y lo que supuso en su trayectoria. Y son relevantes porque dan la idea al lector de cómo es vencer a la adversidad que genera cierto éxito a tan temprana edad. Es ese toque necesario para ponerse de pie el que sella los procesos de creación y producción -marcados por un Greg Graffin que ha cuidado tanto de Bad Religion como de su carrera como biólogo evolutivo- y la gobernanza de la banda, aspectos que se recogen de manera notable y que se convierten en muy didácticos.

Lógicamente, como apuntaba, la historia de Epitaph es la historia de Brett Gurewitz, y su lugar predominante en esta biografía está más que justificada. Su papel fundamental en el desarrollo del punk californiano de los 90 a través de su discográfica solo puede entenderse conociendo la historia de la banda.

Tres comentarios antes de acabar. Uno: a los asistentes al concierto de San Sebastián de 1994, el que acabó en un socavón a varios metros bajo tierra, les hará especial ilusión (pasado el susto) saber que existe una amplia mención a aquel evento (desde luego, más larga que cualquiera de las que se publicaron en los medios de entonces). Dos: la ausencia de Greg Hetson en el libro por deseo propio de uno de los guitarristas más exitosos de la escena y pieza fundamental de la banda a lo largo de muchos años deja cierto mal gusto. Y tres: cuando teloneas a Blink-182 puedes tomártelo de muchas formas.

Puedes comprar el libro: Haz lo que quieras (Do What You Want). La historia de Bad Religion (Neo-Sounds/Alfaomega) en la web de su distribuidora.

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