Click ‘n Roll, Fotos Icónicas (III): Ramones, ¡al paredón!
Podría empezar este artículo afirmando, sin mentir lo más mínimo, que Roberta Bayley estuvo en el sitio adecuado, en el momento adecuado…, tararí tarará. Pero nos parece más ajustado decir que nuestra protagonista tuvo la actitud ideal para el fenómeno que le tocó vivir. No se puede ser más…, ¡PUNK!. Su biografía rezuma carambola tras carambola, why nots? constantes y amateurismo puro. Cóctel perfecto para retratar mejor que nadie el surgimiento del punk americano.
Oriunda de Pasadena y criada en Frisco, se encontraba a principio de los 70 en Londres intentando sobreponerse de una dolorosa ruptura, cuando la casualidad empezó a acecharla. Desesperada por salir de las islas británicas aceptó el único billete de ida a los Estados Unidos que se pudo permitir. Destino: New York. Ha admitido en varias entrevistas que nunca pensó ir a la Gran Manzana por el cartel de ciudad peligrosa que tenía en aquel momento, pero desde el principio se encontró con un panorama mucho más acogedor del que pensaba.
Una vez cruzado el atlántico, los acontecimientos cogen velocidad. Aterriza en abril del 74 y queda prendada de la efervescente escena neoyorquina. En el mismo año empieza a trabajar en el mítico CBGB, donde queda prendada por segunda vez y comienza una relación con Richard Hell, figura clave del movimiento punk (aquí nuestra reciente entrevista con él) y miembro de Neon Boys, Television o The Heartbreakers. Precisamente, es en el concierto de Television en susodicha sala, cuando el manager de la banda propuso a Roberta que se pusiese en la puerta a cobrar entrada. Una vez la escena empezó a crecer, Hilly Kristal, dueño del garito de moda, requirió de sus servicios en puerta con más frecuencia, hasta convertirse en la door girl 5 días a la semana.
En 1975 se avecinan cambios importantes en la vida de Mrs. Bayley. Se acaba la relación de pareja con Richard Hell, pero comienza un romance más fructífero y duradero con su adorada Pentax Spotmatic, cámara de segunda mano con la que empezó a inmortalizar el punk.
La artista confiesa que nunca tuvo intención de ser fotógrafa y mucho menos recibió estudios en dicha disciplina. Su aproximación a este mundo vino de una actitud de camaradería, de ayudarse los unos a los otros, debido a la falta de dinero que había por entonces entre el personal.
Las bandas de música emergentes necesitaban reportajes para poder promocionarse y es ahí cuando el carácter de Roberta salió a relucir. Empezó a tomar imágenes sin ningún tipo de experiencia, simplemente guiada por su audacia e intuición y, por supuesto, sin cobrar. Tal era su atrevimiento, que fue en su 4º y 5º rollo de currículo fotográfico, cuando realizo su primera sesión a los Heartbreakers.
En 1976 empezó a trabajar para la revista Punk Magazine, con los que ampliará su versatilidad al cubrir conciertos, reportajes y foto historias.
Será en la 3ª edición de la revista cuando los Ramones entren en juego. Los editores querían un reportaje de la banda y Roberta Bayley sería la encargada de ponerlos a prueba. Tras realizar unas cuentas tomas (muy soseras) en interiores, la fotógrafa los sacó de paseo.
Es en ese momento, cuando todo ocurrió de manera natural, rápido y sin artificio. Un simple «colocaros junto a la pared» bastó para que los Ramones escondiesen sus sonrisas y para que la francotiradora captase la pose que definiría la estética eterna de la banda.
Llegados a este punto hay que aclarar que la imagen que se convirtió en la portada del primer álbum de los Ramones, NO estaba predestinada para ello. Una vez más, los giros de guion jugaron un papel muy importante.
Al poco tiempo de la sesión de Punk Magazine la banda se disponía a lanzar su primer álbum. Sire records contrataron a un fotógrafo profesional para cubrir la portada, pero el resultado no gustó a nadie. Con poco tiempo de reacción, se acordaron de la sesión de Roberta y fue cuando se seleccionó la N.º 12, la que será una de las portadas más icónicas del punk rock.
Pero aparte de la joya de la corona, el carrete de 36 fotos nos dejó una secuencia poco conocida que merece ser rescatada. En el vídeo que enlazamos a continuación la misma fotógrafa explica el buen rato que pasó mientras Dee Dee Ramone pisaba una mierda de perro y atemorizó a los demás con un palo impregnado de ella. Cotidianidad en crudo.
De vuelta a la foto y con lupa en mano, podemos ver como Tommy se pone de puntillas en el muro para no parecer tan bajo y, por el contrario, Joey se reclina para no destacar tanto. Según la artista, este hecho proporciona equilibrio y simetría a la fotografía.
Otra de las claves del éxito de la toma es que no fuese una sesión específica en búsqueda de la portada del álbum, situación que hubiese ejercido un estrés incómodo para retratar, asegura la autor.
Exitoso desde el principio, su estilo puso en el paredón a la plana mayor del punk en los años venideros. Blondie, Iggy pop, Sex Pistols o Joe Strummer, fueron algunos de los capturados con su lente.
Su fotografía destaca por ser fresca y directa. Poco amiga de la iluminación de estudio y de las habilidades técnicas, que suple con instinto y ojo clínico para atrapar el momento decisivo. Ante esas premisas, es clave la amistad que profesaba con la mayoría de sus retratados y la rapidez de ejecución para no crear tensión.
Paradojas de la vida punk, a pesar del éxito de la portada y de sus fotografías a los Ramones, estos nunca la volvieron a llamar para ningún trabajo.
Roberta Bayley cimentó su carrera desde la nada y es considerada la primera fotógrafa punk junto con otros grandes como Bob Gruen, David Grodlis o Pennie Smith. A pesar del éxito cosechado a lo largo de los años, nunca se cansa de recordar que los mejores tiempos fueron los primeros, cuando todo era real.
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¡MUY BUENO ESTO!