Marlango (Acústicos Magníficos San Miguel) Málaga 20/03/22

En perfecta consonancia y armonía con el contexto de la velada, Marlango desplegaron un menú de sabroso maridaje entre las diferentes vertientes de su música, plasmada a lo largo de una carrera inquieta y con marcada personalidad en nuestros lares. Capaces de transitar entre el blues, la canción popular, el soul de ojos azules… con demostrada solvencia, el proyecto de Leonor Watling y Alejandro Pelayo ha cumplido quince años de su debut recientemente, y sigue destilando gotas de talento y distinción en sus contadas apariciones en vivo. Es por ello que fue un privilegio poder disfrutar de una de esas escasas entregas, en un lugar de innegable magia como es el restaurante malagueño del chef José Carlos García, acreedor de una Estrella Michelín, dentro de la exquisita programación de los Conciertos Magníficos de San Miguel, que ha de completarse con la visita de La Bien Querida el próximo 24 de abril, tras el celebrado pase de Kiko Veneno el mes pasado. Excelente iniciativa que fusiona música y gastronomía y propone una tentadora alternativa dentro del envidiable estado de forma que vive la agenda cultural de la ciudad. Larga vida deseamos desde luego a tan ilusionante aventura, materializada gracias a un equipo que desarrolla una incansable tarea que solo puede ser celebrada y aplaudida.

Con una presencia sobria e imponente, los dos protagonistas desarrollaron un jugoso recorrido por su discografía, con alternancia de destellos en castellano: “Dame La Razón”, la desafiante “Dinero”, regalando “Un Momento Perfecto”, o esa evocadora revisión de la eterna “Pena, Penita, Pena”, y paradas en su delicioso repertorio de pop en inglés, con especial mención a mi favorita personal, “Hold Me Tight”, una de esas canciones que sobreviven radiantes al paso del tiempo, y que invitan a recrearse una y otra vez en su melodía de seda. No faltó una divertida revisión del “When I’m 64” de Paul McCartney, que Watling introdujo con ironía y fino sentido del humor, y que vino a subrayar la versatilidad de su privilegiado timbre de voz, capaz de elevar varios cuerpos cualquier estribillo sobre el cálido colchón que dibujan las notas de piano. Las texturas, los matices y los detalles de cada uno de los delicados bocados que el dúo ejecutó a su mágico repertorio, abrazaron en absoluto triunfo a la mezcla de excitantes sabores que acariciaron el paladar de los allí presentes. Música y gastronomía estrecharon (aún más) lazos en una jornada para recordar, demostrando que lo suyo va muy en serio.

 

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