Cass McCombs – Heartmind (Anti-)
La presente entrega de Cass McCombs llega tres años después de ‘Tip Of The Sphere’ (Anti-, 19), justo cuando comenzaba a echarse de menos la siempre fiable clase del de California. El lanzamiento genera unas sensaciones que guardan no pocas similitudes con respecto a las que, hace solo un par de meses, dejó a su paso ‘Reggae Film Star’ (Maraqopa Records, 22), último álbum hasta fecha de otro veterano incuestionable como es Damien Jurado.
Para empezar, se trata de dos autores con amplias carreras a sus espaldas, elaboradas en todo momento a partir de un instinto creativo al margen de cualquier moda o tendencia, lo que les ha granjeado una fuerte personalidad artística y el consiguiente respeto de crítica y público. Dos músicos sin nada que perder (ni quizá que ganar), que disfrutan de una absoluta independencia compositiva manejada desde ese estatus reputado que seguramente nunca llegará a alcanzar a un público generalista. Sucede, además, que ambos autores han firmado esta temporada discos magníficos, para colocar directamente entre la zona noble de su nutridísimo catálogo discográfico.
Y es que ‘Heartmind’ (Anti-, 22) muestra, efectivamente, a un músico despreocupado en el mejor sentido del término, por momentos incluso feliz, que aprovecha libertades para alumbrar un conjunto de ocho canciones que apuntan en diferentes direcciones estilísticas. La referencia se abre con las encantadoras aristas de “Music Is Blue”, seguidas del firme acercamiento al pop a través de las aparentemente optimistas (y pegadizas) “Karaoke” y “New Earth”. La bien conocida faceta introspectiva del vocalista aparece en la sentida“Unproud Warrior” –con ecos a Van Morrison– y en “A Blue, Blue Band”, y también tienen cabida la exótica “Krakatau”, una “Belong To Heaven” que podría haber pertenecido a The War On Drugs, y los nueve minutos de “Heartmind” echando el cierre con su generoso desarrollo de free-jazz.
A pesar de su diversidad de géneros y de los giros que afronta el elepé, el talento del norteamericano sirve para homogeneizar el conjunto, hasta darle un aspecto definitivo tan favorecedor como coherente. ‘Heartmind’ (Anti-, 22) es, en resumen, la enésima muestra del talento específico de un Cass McCombs que, como mínimo, consigue situar la obra a la altura de momentos tan inspirados como fueron ‘A’ (Monitor, 03), ‘Wit’s End’ (Domino, 11) o más recientemente ‘Mangy Love’ (Anti-, 16).