Sílvia Pérez Cruz – Toda La Vida, Un Día (Sony Music)
La catalana Sílvia Pérez Cruz es de esa estirpe de artista que componen y cantan como si le fuera la vida en ello. Sílvia es sinónimo de pasión en estado puro, su voz es capaz de transmitir penas insondables y alegrías que son capaces de salvarte el día más malo. La artista de Palafrugell llevaba un tiempo planteándose este disco, que es como un volver a empezar, o un paso atrás para tomar aire y, con paso lento, ir cocinando a fuego lento canciones que le salían de lo más adentro. Volver a componer música libremente, únicamente bajo el prisma de sus sentimientos y ajena a encargos (que si obras de teatro o cine). Es música visceral, reparadora, de un expresionismo que apabulla, de un lirismo intuitivo aferrado a la vida y al poder sensorial y armónico de las lenguas (la catalana, la portuguesa, la francesa, la castellana).
Este soberbio Toda La Vida, Un Día (Sony, 2023) nace en los muchos ratos libres que tuvo en la pandemia para componer canciones a gente querida. De ahí salieron las cuatro primeras que componen “el primer movimiento” (la infancia). Porque sí, este es un disco que nuestra autora ha deseado dividir en movimientos como si de una opereta se tratase, o una simple forma de dividir las diferentes etapas vitales: infancia, madurez, vejez, muerte y renacimiento.
Un disco extenso en la que la catalana se deja acompañar por una amplia sección de cuerda (guitarras, bajo, chelo, violín), que dialogan con percusiones, teclados, sección de viento, y a nivel narrativo Pérez Cruz escribe la mayoría de las letras, aunque también hay adaptaciones de William Carlos Williams, Fernando Pessea o la uruguaya Idea Vilariño. Un verdadero lujo al que tenemos que añadir un amplio coro de cuarenta voces que ha ido formándose entre amistades y afinidades mutuas compartidas. Incluso su hija y su madre colaboran aportando voces en este cancionero circular, que acaba con una nana curiosamente, por la sencilla razón de que la vida siempre sigue adelante.
En las composiciones que integran el disco se encuentra de todo, y todo es de una increíble belleza con invitados de excepción que alargan ese fulgor más si cabe.
Comparten micro Sílvia y Salvador Sobral cantando a capella “Em Moro” (“las canciones son inmortales/y en este segundo de vida/en que todo parece hecho a medida/lloran partos y funerales” Termina la canción y oímos la respiración de ellos dos exhaustos de la emoción.
La sección de cuerda lleva en volandas la preciosa “Ell No Vol Que El Món S’acabi” con una Sílvia haciendo fuegos de artificio con la voz; la nana debería tener como referente “Els Dracs Busquen l’Abril” a ritmo de milonga y con coro griego que interpela a la interprete como si una película de Woody Allen se tratase.
En los tientos que acababan en bulerías, “Salir Distinto” la acompaña Carmen Linares, y la guitarra de Pepe Habichuela, el bajo eléctrico y mandola de Carles Benabent, y un recitado final de Diego Carrasco. Una debilidad que tiene uno por este tema, de la misma forma que en la adaptación de Pessoa “El Poeta Es Un Fingidor” se atreve a manipular su voz con el Auto-Tuned, y uno se queda arqueando una ceja de escepticismo, para al final, esbozar una sonrisa por el objetivo de subvertir su propio arte y salir airosa.
Un disco que pasa en un suspiro. La vida está toda en estos surcos que siguen girando la rueda la fortuna y la pena.