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Hermanos Gutiérrez (Sala Paqui) Madrid 12/11/23

Con una diferencia de ocho años entre ellos, Alejandro y Estevan, hijos de una madre ecuatoriana y un padre suizo, han destacado como uno de los conjuntos instrumentales más destacados de nuestra época. Su habilidad para tejer un telón de emociones a través de sus composiciones los ha elevado a la categoría de virtuosos musicales. La música que crean, con un carácter expansivo y sentimental, se convierte en un fascinante viaje sonoro.

El punto de inflexión en la perspectiva musical de esta formación ocurrió durante un viaje por Mojave en 2018, cruzando el Death Valley y diversos Parques Naturales. Desde entonces, cada uno de sus álbumes, tanto en términos musicales como visuales, nos sumerge en el desierto. El pasado 2022, presentaron su cuarto trabajo de estudio, El Bueno y El Malo, una fusión única de sonidos latinos y folk americano con la colaboración de Dan Auerbach de Black Keys. Todo el álbum fue grabado en el Easy Eye Sound Studio de Auerbach en Nashville.

La Sala Paqui, ubicada en el corazón de Madrid, fue la parada final de su gira europea. Organizado por el ciclo de conciertos de Momentos Alhambra, las entradas para este espectáculo se agotaron semanas antes. La expectación era tal que, desde una hora antes del inicio del concierto, encontrar un espacio en la pista resultaba prácticamente imposible. La sala demostró ser demasiado pequeña para su única parada en nuestro país.

La anticipación y el entusiasmo eran palpables, al punto de que el sonido ambiente, previo al inicio del espectáculo, resultaba ensordecedor. Muchos de los asistentes, incluyéndome, teníamos dudas sobre si el público sería capaz de crear la atmósfera íntima y casi silenciosa necesaria para disfrutar plenamente del concierto. Solo podríamos resolver esta incógnita cuando las luces del escenario se apagasen.

Después de una espera prolongada, a las 21:15 de la noche, los músicos subieron al escenario entre una lluvia de vítores y aplausos. Alejandro, el mayor, se posicionó a la derecha, Estevan a la izquierda, y tras una breve presentación, un silencio sepulcral invadió la sala. El respeto durante todo el concierto fue tal que el único ruido que se escuchaba, más allá de las composiciones del dúo, provenía de los camareros trabajando. Cualquier duda que pudieran tener algunos agoreros se disipó en cuanto los acordes de «Rain God» resonaron en el aire.

El dúo fraternal y su suave sonido cautivaron instantáneamente a las cerca de mil personas congregadas. La conexión entre ambos hermanos era palpable, trascendiendo las relaciones consanguíneas. Se entendían sin palabras, incluso sin mirarse mientras tocaban, complementándose perfectamente en términos rítmicos y tonales. Desde mi perspectiva, ofrecieron uno de los mejores conciertos que he tenido la oportunidad de cubrir este año.

A lo largo de los siguientes ochenta minutos, los Hermanos Gutiérrez nos llevaron en un viaje musical muy especial a través de sus paisajes sonoros. Cada canción estuvo acompañada de una historia personal relacionada con su inspiración y creación, proporcionando al público el contexto de lo que estábamos escuchando. Los títulos, motivos y orígenes de las canciones nos invitaron a la introspección y la reflexión, mientras demostraban su virtuosismo.

En total, el setlist se centró en catorce temas, destacando canciones de su último disco como «El Bueno y el Malo», «Tres Hermanos», «Thunderbird» o «Los Chicos Tristes». También presentaron algunas de sus canciones anteriores como «Recuerdos» o «Hijos del Sol». Resulta notable que canciones más conocidas como «Cerca de Ti» o «Mesa Redonda» no resonaron en la sala madrileña. Sin embargo, siendo honestos, tampoco las echamos de menos.

La emotividad de cada nota tejía un epílogo sublime, dejando que las armonías perduraran en el aire incluso después de que las luces de la sala se encendieran. La Sala Paqui, testigo de este encuentro musical, retumbó con los aplausos de un público entregado. Los Hermanos Gutiérrez no solo ofrecieron un concierto, sino una experiencia inolvidable. «Esperanza» y «Sol Avenue», dos composiciones que encapsulan la esencia de su arte fueron los temas que completaron la jornada, resonando en el silencio de una audiencia cautivada.

 

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