Neil Young And Crazy Horse – Dume (Reprise / Warner)
A lo largo de las más de cinco décadas que dura la carrera de Neil Young el canadiense ha editado discos buenos, malos y regulares y aparte un buen puñado de obras maestras. Más allá de gustos personales After the gold rush (1970), Harvest (1972) o Rust never sleeps (1979) son indiscutibles cimas de su discografía, pero en un segundo escalón cada fan puede situar varios álbumes de esos que justificarían la carrera de casi cualquier autor. Hablo de discos como Comes a time (1978), Ragged glory (1990) o, en mi caso, Zuma (1975).
Publicado dos días antes de que el canadiense soplara treinta velas, Zuma supone un resurgimiento más personal que artístico tras un periodo agitado de su biografía. Después de entregar la conocida como trilogía de la cuneta -conformada por Time Fades Away (1973), On the Beach (1974) y Tonight’s the Night (1975)-, oscura consecuencia del gran éxito de Harvest, e inmerso aún en cerrar las heridas de una ruptura sentimental dolorosa, el canadiense se encierra junto a Crazy Horse y su productor de cabecera David Briggs en Point Dume, casa-estudio de Malibú donde solía residir en aquella época, para registrar de la manera más directa y cruda posible el enjambre de canciones que salían de su cabeza. El resultado es un álbum intenso, desgarrado, brillante hasta en sus fallos, que refleja a una banda en estado de gracia sin corsés de ningún tipo. Temas como “Don´t cry no tears”, “Danger bird” o ”Barstol Blues” así lo atestiguan pero por encima de esos clásicos Zuma sería un álbum histórico simplemente por contener “Cortez the killer”, la mejor canción de su carrera para el arriba firmante, que en sus siete minutos y medio condensa todas las virtudes de su autor y cuyo arranque instrumental emociona más que cualquier verso jamás escrito.
Aunque Zuma vio la luz originalmente con nueve cortes, la cosecha de aquellas sesiones fue sensacional y el material sobrante sabemos ahora que tampoco tenía desperdicio. Porque por fin está disponible en formato de doble vinilo Dume (2024), una mutación de Zuma que trasciende la mera reedición ampliada tratándose de una reconceptualización en toda regla, tanto en la selección del trackist final como en su orden y sentido. Aunque ya estaba disponible como parte de la excelsa caja recopilatoria Archives vol. II, (2020), no ha sido hasta hace escasas semanas que hemos podido disfrutarlo como pieza independiente y, todo sea dicho, magníficamente editada a nivel de diseño y sonido.
En los 16 cortes de Dume encontramos casi todo el contenido de Zuma ( salvo “Through My Sails”, descarte del “Human Highway” (1974) de CSNY, que entró en el original pero acertadamente sale ahora del tracklist) más ocho nuevos cortes que se complementan a la perfección con el disco clásico. “Ride my llama” aparece en una versión primigenia, rockera y destartalada y “Born to run” se revela como un enérgico inédito con las guitarras rítmicas en primer plano que aunque resulta un poco plana en relación a las composiciones que trabajaba Young en esta etapa es plenamente disfrutable como rescate. “Kansas” luce mejor electrificada que la versión que vio la luz en Homegrown (2020) y todo un hallazgo resulta esa áspera toma de “Powderfinger” -quizá su mejor versión de siempre- también consagrada a la electricidad sin adornos. Una emocionante y concisa versión de “Too far gone” con la mandolina de «Poncho» Sampedro como protagonista da paso a una versión tensa, coral y absolutamente gloriosa de “Pocahontas” en un registro radicalmente diferente a la versión estándar antes de que la rareza “No one seems to know” cierre solemnemente con Neil solo al piano en una versión muy similar a la registrada en el infravalorado Songs for Judy (2018).
Con este material entre manos, me atrevería a decir que de todas las reediciones y publicaciones de este tipo que ha editado en los últimos años el canadiense y son unas cuantas, Dume se destaca como la más pertinente por la calidad real del conjunto final, una ampliación legítima de un disco ya de por sí imprescindible que crece hasta el infinito con la publicación de estas sesiones, alargando aún más el aura mítica de una de sus obras maestras menos obvias.