Algiers – Shook (Matador / Popstock!)
Los cada vez más difícilmente encasillables Algiers regresan a escena embravecidos, tres años después de There Is No Year (Matador, 20) y presumiendo del que bien podría ser el disco más ambicioso y arriesgado de toda su carrera. La trayectoria de la banda ha venido argumentada en todo momento sobre una base de inquietud, desde que la formación debutase en 2015 con aquel trabajo homónimo al amparo del sello Matador, pero en Shook (Matador, 23) parecen afrontar el paso definitivo hacia un magnético precipicio sonoro. El resultado es un álbum diverso y extremadamente desprejuiciado, cargado de agresividad y capaz de noquear (con fuerza renacida a cada nueva pasada) al oyente.
Las diecisiete piezas de la referencia tienden a alejarse de aquel post-punk latente con menos disimulo en entregas previas del combo británico-americano, hasta quedar reducido a uno más de esos múltiples elementos colocados en el lanzamiento junto a trazos de rock, industrial, soul, noise y unas preferencias cada vez más evidentes por atmósferas mutantes cercanas al hip hop. Una variedad estilística de agresividad implícita, con nervio marcado que permanece inalterable a lo largo de todo el entramado compositivo y las numerosas (y vistosas) colaboraciones que sirven para enriquecer el contenido. Una propuesta en la que destacan “Bite Black” (con Billy Woods & Backxwash), “Cold World” (con Nadah El Shazly), el ramalazo punk de “A Good Man”, la presencia de Zack de la Rocha (de Rage Againt The Machine) en el single “Irreversible Damage”, “Something Wrong”, “73%”, o “I Can’t Stand It! con Samuel T. Herring (de Future Islands) y Jae Matthews (de Boy Harsher) en un tema que incluye un sampler de la canción de Lee Moses “What You Don’t Want Me To Be”.
La nueva entrega del cuarteto es agresiva, intensa y algo caótica tanto en fondo como en forma, cualidades determinantes en el atractivo del producto. Sobre todo, después de que Franklin James Fisher, Ryan Mahan, Lee Tesche y Matt Tong las proyecten sobre el receptor hasta prender un tipo de empatía alejada de los circuitos habituales. Es el atractivo de lo estridente y lo desalineado, convertido por Algiers en canciones directas a la boca del estómago. Shook (Matador, 23) es una obra inquietante para un mundo inquietante, quizás específica para los tiempos actuales y especialmente contemporánea, además del resurgir de una banda que, según han confesado, se paseaba por el filo de la disolución.