Allison Russell – The Returner (Fantasy-Concord)
Lo que le hace falta al mundo es más personas como Allison Russell. Poeta, activista, compositora y extremadamente dotada para la música, la canadiense, tras formar parte de las bandas Po’ Girl, Birds Of Chicago o aquel supergrupo que formó junto a Rhiannon Giddens, Amythyst Kiah y Leyla McCalla, Our Native Daughters, en 2021 publicaba Outside Child, un valiente primer álbum en solitario de corte autobiográfico donde dejaba testimonio descarnado de una serie de abusos a los que fue sometida de niña. Un disco que le valió el aplauso unánime de la crítica, tres nominaciones a los Grammy y el premio al disco del año otorgado por la Americana Music Association.
Así las cosas, obviamente, la tarea de afrontar la continuación de su ópera prima se antojaba poco menos que ardua. Las expectativas son siempre el más odioso enemigo cuando se trata de dejarse llevar ante una tarea artística. No obstante, no hablamos de cualquiera. Allison decidió hacer frente a la situación desde una perspectiva totalmente diferente. La influencia folk, blues, jazz o soul de corte tradicional que hasta entonces había dominado su carrera permanecería constante, pero se trataba de dejarse llevar y no cerrarse a ningún camino que se abriera ante sus ojos, u oídos.
Así las cosas, la artista canadiense, que actualmente reside en Nashville, unió fuerzas con dim star, el equipo de productores al que dan forma su pareja JT Nero y el hermano de éste, Drew Lindsay. Juntos, reunieron a un equipo de mujeres instrumentistas bajo el nombre de Rainbow Coalition y se encerraron, durante los días del solsticio de invierno de 2022, en los estudios Henson, de Los Ángeles. La idea, tal como dijo Russell, era que, así como Outside Child suponía una reconciliación con un pasado difícil, The Returner era el presente. Y ese presente requería extraer alegría de tragedias pasadas y transformarla en música maravillosa.
No sorprende, por tanto, el río de vida que uno escucha cuando se inicia el disco y suena una canción tan pletórica y de título tan definitorio como “Springtime”. Una melodía que inmediatamente se instala en el corazón y que va ganando en intensidad conforme la espectacular instrumentación y producción a que ha sido sometida muestra todas las cartas en juego. Roza tanto la perfección que parece que es una de esas canciones que va a determinar el disco de tal manera, que todo lo que venga detrás palidecerá. Pero no: hay mucho más.
La diferencia estilística respecto a aventuras pasadas de Russell y respecto a su debut es más que patente. El potente gospel-soul de la canción titular bebe de muchas fuentes, pero suena completamente contemporáneo. Y la cosa estalla del todo con la tercera canción. “All without him” es puro groove. Perfecto caldo de cultivo para la pista de baile, totalmente inédito hasta ahora para una artista que tiraba hacia la introspección.
Vuelve el gospel, el soul y el blues con “Demons”, pero es con “Eve was black” cuándo llega el verdadero momento cumbre. El que marca la diferencia. Sólo con leer el título ya adivinamos el grado de reivindicación que alberga en su letra ésta, la pieza central del disco, que por cierto ha sido nombrada mejor canción del año por el NY Times, durante sus seis minutos de duración nos propone todo un tour de force que es una celebración de la raza, el amor y la igualdad: “Back to the Motherland, Back to the Garden, Back to your Black Skin, Back to the Innocence”. Lo dicho, más gente como Allison Russell y el mundo sería mejor.
Vuelve el baile de forma irresistible con un pildorazo titulado “Stay right here”, una canción del tamaño de “I will survive” que es absolutamente imposible no disfrutar. “Shadowlands” es igualmente atractiva, al igual que la más pop “Rag life” o la pantanosa “Snakelife”, pero Russell guarda para el final la mayor carga de profundidad del disco. “Requiem” es una de esas canciones-himno que llenan de esperanza de una forma sincera, sin tufo a Mr. Wonderful, sin artimañas. Una composición brillante que se eleva más y más durante sus seis minutos de duración y que remata un disco, The Returner, que no en vano debe su título a la inspiración de Joni Mitchel, y que igualmente no en vano ha sido nominado a la nada desdeñable cifra de cuatro de los Grammys que se concederán en la ceremonia de 2024. Merecidísima recompensa a un trabajo de gran calado y que muestra un nuevo espectro para la ya algo desgastada estela de la música de raíz americana que con la guía de artistas como Allison Russell encuentra nuevos horizontes a que aferrarse en su evolución.