Andrés Suárez – Andrés Suárez (Warner Music)
Hubo un tiempo en que la música de los cantautores fue una ráfaga de luz en los años más oscuros, afianzando la identidad de un pueblo, convirtiendo su música en la antorcha que nos alumbraba el camino. Le debemos mucho al esfuerzo de todas aquellas personas que arriesgaron su libertad por recuperar la dignidad y la justicia. Raimon, Joan Manuel Serrat, Paco Ibáñez, Luis Eduardo Aute, Lluís Llach, Elisa Serna o Rosa León son algunos de los nombres que, mediante sus melodías armoniosas y sus metáforas inteligentes, fueron capaces de traer la esperanza y la fuerza de un compromiso significativo de cambio; la búsqueda de un futuro mejor.
Fue en los años 50 cuando un grupo de jóvenes escritores tomó la decisión de sacar la poesía a la calle. A medio camino entre el mundo académico y el ruido de las fábricas, dieron testimonio de la realidad política que vivía España denunciando las injusticias sociales y posibilitando la toma de conciencia de la ciudadanía. La poesía se convirtió en una herramienta para la trasmisión de esas ideas. Con su lenguaje claro, sencillo y directo “quisieron dar voz y herramientas a los vencidos, a los humildes, a los trabajadores de toda condición”. Así es como nace “la poesía social”, una corriente poética “profundamente humana, y solidariamente humanizadora.” Su objetivo era rotundo y claro: transformar “la poesía social” en “poesía popular”, llegar a “la inmensa mayoría” como establece la dedicatoria de Blas de Otero en “Pido la Paz y la Palabra”. También fue el tiempo propicio para que la poesía se transformara en canción, utilizando la música como herramienta con el fin de expandir la poesía. Así fue como, estrechamente ligada a la poesía, empezó a fraguarse por todo nuestro país el nacimiento de la canción social. A fuerza de rasgueos de guitarra y voces únicas, los cantautores devolvieron la poesía a las calles. Gracias a estos juglares de la segunda mitad del siglo XX, poetas como Miguel Hernández, Rafael Alberti, Antonio Machado, Luis de Góngora, Gustavo Adolfo Bécquer, Rosalía de Castro, Federico García Lorca, Rubén Darío, Blas de Otero, Gabriel Celaya o el propio Juan Goytisolo fueron redescubiertos por el pueblo español.
Pero llegaron nuevos tiempos y, si bien es cierto que la música protesta de autor fue un éxito durante los años 60 y 70, con el fin de la década, nuevos aires musicales llegaron a España. Los años 80 trajeron una nueva ola musical: “La Movida Madrileña”, el rock progresivo, el punk… Con la llegada de la democracia, pocas personas querían escuchar a los cantautores porque les traían recuerdos de épocas sombrías ya “superadas”.
Cuarenta años después, un joven gallego llamado Andrés Suárez, con una guitarra en forma de bandolera y una barba prominente, nos vuelve hablar de amor, de nostalgia, de libertad, de esperanza, de viejos caminos y nuevas metas. Su nuevo disco de título homónimo, su octavo álbum de estudio, ha sido producido por Tato Latorre y Toni Brunet y publicado gracias a Warner Music. Este nuevo proyecto iba a salir a finales de marzo, pero debido a la pandemia decidió posponer su presentación, que no sus canciones, ya que a lo largo de los días que estábamos encerrados en casa, nos ayudaba a todos con lo mejor que sabe hacer: dar conciertos, (aunque fueran virtuales). Nos volvía a dar esperanza, nos enseñaba algo que los gallegos saben desde que son pequeños: «Nunca choveu que non escampara», es decir, da igual lo encapotado que esté el cielo que siempre va a salir un rayo de sol. El disco finalmente salió a mediados de junio para convertirse en el álbum más vendido de España.
Una trayectoria de más de veinte años que comenzaba en aquellas salas de taburetes bajos y luces tenues, y, que ahora es capaz de colgar el cartel de sold out en el WiZink Center y poner sus canciones en lo más alto de las listas españolas. Y es ahí, entre esas listas plagadas de cantantes de la nueva escena urbana, entre artistas de reggaetón o de trap, donde aparece Andrés con su verdad. Con una melodía melancólica y una letra sincera. Y es que muchas veces para triunfar solo tienes que ser tú mismo. En este mundo plagado de falsas apariencias y discurso baratos te aparece un artista con música de otra época y te dice: “No sé si los morritos de Instagram te van a ayudar o te van a sentar bien para la música. Creo que no. Mis canciones pueden estar mal cantadas, mal tocadas, mal producidas… lo que quieras, pero no vas a poder decir mirándome a los ojos que no tienen verdad. Porque tienen la verdad del alzhéimer de mis abuelos, de un amor de verano que no fue, de un polvo en un baño, de un atardecer en Calella. Todo eso lo viví, y como no soy distinto a nadie y siento igual que todos, la gente se acompasa y acompaña de esa verdad: la de un amor, la de un desamor, la de un canto a un amigo o la de un canto a Galicia, que está en todas mis canciones”.
Este disco es uno de sus trabajos más personales y sinceros. Un álbum que combina por un lado bases musicales con registros electrónicos, y, por otro, un sonido orgánico de piano de cola, contrabajo y percusión. Diez canciones, diez historias que conforman una vida.
El álbum comienza con la canción “No diré”, tema que sería el segundo single de este disco, recuperada de sus inicios en el Libertad 8. Una canción que nos habla del paso del tiempo y de las despedidas. Justamente de esas despedidas nace “6 de la mañana”, una canción cargada de metáforas, una canción con tonalidades más agudas que nos habla sobre una relación que nunca llegó a ser. Tras esta canción aparece “Despiértame”, la primera canción que nos presentó del nuevo proyecto y una de las mejores canciones del álbum. Un tema que habla sobre la superación de una relación toxica. Un canto a la vida.
Tras esta buena presentación aparece el tema “Todavía puedo oírte”, para mí una de las mejores canciones que ha compuesto este artista gallego. Una canción necesaria y dolorosa que nos habla del drama de la droga en Galicia a través de la pérdida de uno de sus mejores amigos. Una canción que sirve como homenaje, pero también como enseñanza. Era solo un niño faenando sin las redes. Todavía puedo verte defendiéndome de todo sin miedo. Qué habría sido de tu suerte si la Costa de la Muerte no lo fuera tan adentro.
Y es que este disco se podría haber llamado Pedazos de una vida. Porque las vidas son eso, buenos y malos momentos, amores platónicos que ahora tienen un hijo con otra persona como es el caso de “Un solo día”, o, amores de barra y noches de pasión como “Nina”. Melodías cargadas de personalidad que nos hablan de una noche en un viejo Peugeot por la Costa Brava mientras Lluís Llach marcaba el ritmo como es el caso de “Calella”, u otras como “Propongo”, tema que cierra el álbum y en el que mediante una melodía muy colorida nos habla del futuro, describiéndose a sí mismo con naturalidad y sencillez.
¿Qué fue de los cantautores? Nunca se fueron. Siempre estuvieron ahí, arropados por el sonido de sus guitarras y los versos de sus poemas. Artistas como Andrés Suarez y su nuevo disco de título homónimo nos demuestran que, verso a verso, canción a canción, la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro. Este artista ferrolano se ha convertido en uno de los artistas más reconocidos de nuestro territorio a base de esfuerzo y constancia. Todavía recuerdo cuando siendo un niño mis padres me ponían una cinta de casete, mil veces reproducida, de Luis Eduardo Aute. Ahora, veinte años después, soy yo el que le pone a mi madre la lista de Spotify de Andrés Suarez. Nuevos cantantes, mismos valores. Más de cincuenta años han pasado, pero la verdad sigue venciendo a la banalidad, aunque sea entre las cuatro paredes de mi habitación.
Escucha Andrés Suárez – Andrés Suárez
Vaya chapa
Talento y mucho futuro por delante