Beatrice Dillon – Workaround (PAN)
La música por suerte tiene el poder de sorprender hoy en día. Hay artistas que son capaces de desarrollar, con calma, pero con paso firme, una narrativa innovadora, ampliando el marco para aunar diferentes elementos electroacústicos que irradian sensibilidad. Hace falta que un oyente inquieto busque y rebusque entre la cantidad de música que se manufactura a lo largo del año, ya sea en plataformas digitales como en elepés de tirada reducida, y se deje arrullar por estos sonidos que siempre interrogan, nunca dan respuestas.
La británica Beatrice Dillon tras su paso por diferentes sellos colaborando, haciendo mixes o colaboraciones debuta en formato largo con esta grandísima y osada obra bajo el título de Workaround (PAN, 2020) en la que da rienda suelta a su excelso gusto por conciliar ritmo, melodía y experimentación. La vanguardia no siempre ha de ser un concepto ligado a la espesura, o a una narrativa compleja y autista, pero eso sí, pretende un oyente activo, despierto, que sepa desentrañar las virtudes de un disco de múltiples capas de lectura.
En estos 14 cortes se hallan virtuosos pentagramas de ritmos sincopados, algunos con clara influencia de la música de club, y otros atrapados en una abstracción que los arriman a las ascuas de la fourth world music, ese tipo de género musical que hace tiempo acuñó Jon Hassell bajo el mecenazgo de Brian Eno, y que pretendía bucear en la música africana desde una óptica occidental, combianando folklore y música electrónica.
El disco se va desplazando por diferentes tempos impuestos por la autora. Por momentos parece una combinación de música electro combinada con las fracturas del drum & bass, y en otras las percusiones invaden los espacios auditivos dando una sensación de extraña calidez y cercanía. El uso de la tabla, pedal steel, cello, o la kora, acoplado con los sintes modulares y el trabajo en estudio dan como resultado una especie de cut & paste en donde se experimenta con las ¿infinitas? posibilidades de la edición digital.
Temas maravillosos secuenciados con primor. “Workaround One”-con el excelente acompañamiento del artista Kuljit Bhamra en las percusiones- es música en estado de trance, de pinceladas abstractas y de contornos sinuosos. En “Workaround Two” la acompaña a las voces filtradas por el vocoder de Laurel Halo, y el saxo de Verity Susman van creando un ambiente en el que las notas quedan suspendidas, ingrávidas en un latido jazzístico que quiere germinar de un agujero lunar.
En el compás epiléptico de “Workaround Three” hay ecos de UK garage, pero mucho de libre improvisación en el estudio con las demos que Dillon fue demandando a sus colaboradores, mientras que “Workaround Four” el sonido se va descomponiendo en pequeñas partículas que van explosionando, creando un imponente crisol de colores, texturas, y matices inusuales en la música contemporánea.
Como dijo la autora en el periódico The Guardian, ella está interesada en hacer música que sea emocional y visual, y créanme, este disco es como una bella pintura de realismo abstracto cuyos múltiples significados van dejando un poso insondable de misterio.