Bunbury (Teatro De La Axerquía) Córdoba 14/07/16
Fotos Raisa McCartney
Treinta y cinco años de carrera. Cientos de conciertos en España, Europa, Latinoamérica y Estados Unidos. Canciones que han marcado a varias generaciones. De las autovías del rock duro a las carreteras secundarias de la bastardía mediterránea, de los vientos de África a la contundencia de la brisa electrónica, de la inocencia del pop a medio producir a las meticulosas capas de sonido. Así se escribe la historia de un artista más de una vez incomprendido, ahora y siempre puesto en entredicho por quienes se basan más en la imagen que en el contenido de una de nuestras verdaderas estrellas del rock and roll. Así de simple, así de rotundo. A Enrique Bunbury le quedan muy pocas cosas que demostrar, y en esta gira, bautizada Mutaciones Tour en honor a su propia condición de compositor errante e inconformista, demuestra que es capaz de reinventarse cada vez que se sube a un escenario, aunque la banda sea la misma que lo lleva acompañando durante los últimos diez años y lo único que varíe aparentemente sea el diseño escénico y la chaqueta que vista en cada nueva mutación (por cierto, en pleno julio cordobés hay que tener buenos arrestos para llevar una sin riesgo de combustión espontánea). Ahora ya no se trata de bajar de platillos volantes que abducen nuestros pensamientos ni de invertir en trajes de lentejuelas o sombreros tejanos, sino simplemente de volver a la sobriedad de los inicios, trasladando el foco a la banda en sí y no al solista, y dejando cantar mucho más al público, porque gracias a él, a nosotros, sigue ahí, con casi medio siglo de vida a cuestas, persiguiendo con ahínco la canción perfecta y el mensaje exacto para cada momento de su vida, sin tener en cuenta si los medios y el objetivo son los correctos. Es el artista total, un músico de vocación apasionado y pasional. Es el sentimiento puro, la vehemencia desmedida, la pose justificada. Bunbury es Él, y pocos, por no decir ninguno, están hoy a su altura, independientemente de gustos y cercanías.
Como ninguno de sus discos suena igual que el anterior ni sonará igual que el siguiente, la sorpresa inicial de volver a esa “Iberia sumergida” de rumores clandestinos que llevó a Héroes del Silencio a grabar en la que hoy es ciudad de adopción de su líder anuncia que el concepto sonoro de esta gira respeta en la medida de lo posible el porte acústico con el que se grabó el último trabajo para la MTV, por lo que el ímpetu de las guitarras es complementado por el rigor de unos teclados maravillosamente distribuidos por la mano maestra del reverendo Jorge Rebenaque, probablemente el mejor hammond del rock español. Pero también completa el último repertorio oficial con resquicios de otros anteriores, como aquella bienvenida a “El club de los imposibles”, sin los vientos de antaño pero con el mismo aire, la base porteña de “Que tengas suertecita” (arreglada convenientemente por la enorme percusión de Quino Béjar) y la nueva/vieja reincorporación de “El extranjero” y el acordeón que todo lo mueve, quizá un tema demasiado explotado y que ha conocido mejores y más intensas interpretaciones. Enrique, sabedor de su omnipotencia ante un Teatro de la Axerquía que no pisaba desde que El Mar No Cesa lo trajo a presentar un primer disco ante la mitad de público –y hablamos de casi veinticinco años atrás-, le da el toque nostálgico a la cosa, puede que lo que muchos van a buscar, recuperando “Mar adentro” con su sentido primario, “Avalancha” en clave funk, “Sirena varada” con fondo soul, “El camino del exceso” sin los ídems originales, “La chispa adecuada” sin el daño producido por la reciente versión en comandita con el cantante de Zoé y “Maldito duende” con atemperado rock de salón (el momento más emocionante, con un Bunbury encaramado a los brazos de sus fans).
Aparte del repertorio más heroico, tiene poderes de sobra para reivindicar una carrera en solitario que supera ampliamente a la grupal, tanto en número de discos como en calidad y amplitud, y si no solo hay que pararse a escuchar, y ver, cómo se corea el estribillo de “El rescate”, “Infinito” o “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, en la que se desborda la electricidad inducida principalmente por las cuerdas del grandísimo Jordi Mena y el lugarteniente Álvaro Suite. Impresiona igualmente la profundidad de un tema como “Los habitantes” y los recovecos emocionales de una obra maestra, preciosa y perfecta, como “De todo el mundo”, todavía una de las cumbres de un álbum oscuro y maravilloso titulado Las Consecuencias. Alternando las huellas de algo que se fue con el huracán en “Lady blue” (fin de la primera parte) con el nuevo amanecer en el mundo contemporáneo en “Despierta”, vuelve a entonar “Una canción triste” después de mucho tiempo sin hacerlo y niega una vez más que alguien pueda ponerle “Dos clavos a mis alas”, una canción que debería haber grabado antes de que Raphael, su alter ego definitivo, se apropiara de ella en otra mutación (im)posible.
Entran en el difícil grupo de las elegidas recientes piedras de toque como “Más alto que nosotros solo el cielo” (fantástico trabajo de la base construida por el motor de la máquina, la ya imprescindible batería de Ramón Gacías, y el cada vez más matizado bajo de Robert Castellanos) y otra canción de las que se clavan en la memoria sin que te des cuenta, “Porque las cosas cambian”, para contradecir un poco al personal y repetir que no estamos, no está, aquí solo de visita, sino que vino, nació más bien, para quedarse para siempre en una canción, un concierto, una noche, una fotografía… en el pequeño olimpo de los artistas que lo son desde que son concebidos. “… Y al final”, con ritmo de vals arrabalero y coda de desesperación por lo que se fue y ya no volverá, quiere vernos de nuevo contentos. Seguiremos dando vueltas si aguantamos de pie, y por reencontrarnos con un monstruo escénico de las dimensiones de Bunbury, a fe que seguiremos.
Gran crónica. Esperando a septiembre para verle en Valencia.
Hay criticas que destrozan los sentimientos que destrozan lis ojos al ser leidas,yo soy muy critico con las criticas,hay quien intenta aprovecharse de la estrella para sacar ese zumo que da vida para ser mediatico, en esta critica para mi tiene un pase bastante acertado,discrepando en alguna cosilla, claro toda opiniom se respeta claro esta, para mi y mis gustos y mi pasion pero sobre todo mirando y comprendiendo lo que un artista crea, k toda creacion a veces se entiende o a veces ni se conoce, sobre La Chispa Adecuada, cuando la escuche por primera vez de tropecientas veces, claro te impacta, por k tienes una version la primera pero lo bueno y lo grande k tiene este artistazo es k reinventa crea e incluso hace magia, para mi la cancioncita, es un temazo hay una delicadeza hay un sentimiento de interpretacion k cada vez k se escucha mas gusta, bueno es mi opinion, en fin yo estuve alli lo vivi como lo vivi, y siendo mi cuarto concierto solo tengo k dar las Gracias a este Grandisimo Artista y una pedazo de Banda , mi cuarto concierto y esperando al quinto al sexto etc etc