Cala Vento (La Riviera – Inverfest) Madrid 01/12/23
Desde este año, debería ser obligatorio inaugurar los próximos diciembres con un concierto de Cala Vento. El inicio del adviento perfecto para la juventud independiente de este país. Organizado por el ciclo Inverfest, la sala La Riviera se convirtió en el templo de una explosión sonora, gracias al dúo del Ampurdán. Su actuación fue un ejercicio de estilo insultantemente energético, una verdadera declaración de intenciones en forma de catedral de sonido. A pesar de ser únicamente dos músicos en el escenario, Aleix Turón y Joan Delgado, parecen dos docenas. La conexión fue palpable desde el primer acorde. Entre la multitud ferviente, la autenticidad de esta formación resonó con fuerza. Cala Vento no es simplemente una banda; es una experiencia compartida.
La elección del dúo de seguir su propio camino, lejos de las luces efímeras, se hizo evidente en cada nota. La comunión entre Turón, Delgado y su audiencia creó una atmósfera única, recordándonos que la música va más allá de los números y las producciones masivas. Toda una celebración de la autenticidad y conexión real con su música, demostrando que, en un mundo obsesionado con la fama instantánea, hay un valor duradero en trazar tu propio camino y construir una base de seguidores que entiendan la esencia detrás de cada acorde.
Concretamente, este espectáculo era la culminación en Madrid de una gira espectacular que siguió al lanzamiento de su último álbum, Casa Linda. Con más de dos mil personas llenando La Riviera, Cala Vento no solo demostró su vigencia en la escena musical independiente, sino que también evidenció la conexión duradera que han construido a lo largo de los años. A pesar de llevar casi una década y haber ofrecido más de veinte conciertos en Madrid, la pasión, ilusión y la entrega seguían tan intensas como en sus inicios. Un recordatorio de que todo tiempo presente es mejor.
La velada no solo acogió la actuación de Cala Vento; también albergó el vibrante talento de dos bandas muy interesantes del panorama independiente nacional. El dúo conformado por Repión, donde a Teresa y María se les une Iris Banegas al bajo en los directos, y el trío que conforma Biela ofrecieron actuaciones que no solo avivaron la atmósfera, sino que transformaron la noche en un auténtico festival en miniatura. En sus cuarenta minutos por cada concierto, ambas propuestas demostraron versatilidad y calidad. Repión cerró su presentación con la catártica «El Barrio de Somavilla», mientras que Biela se despidió con destacados temas, incluyendo su versión de «El Encuentro» de Amaia y Alizzz así como su inconfundible «Tobogán». Además, como colofón, estos últimos anunciaron su regreso al estudio para grabar nuevas composiciones.
A las 21:40 de la noche, tocaba el turno del dúo catalán. Un espectáculo de aproximadamente noventa minutos, que desató un torrente de emociones a lo largo de 21 canciones, iniciando la travesía con la explosión de «Más Que Satisfechos». Desde el primer acorde, la sala se convirtió en un hervidero de energía, un escenario de catarsis compartida entre la banda y el público. La colaboración intensa con Cándido de Viva Belgrado en «Todo» elevó la temperatura, subrayando la magia que puede surgir cuando dos fuerzas musicales se encuentran. La única pega fue su brevedad. Los temas nuevos, como «Ferrari», resonaron con la familiaridad de himnos ya consagrados, mientras que la incursión en euskera en «Passar Pantalla» añadió una capa de eclecticismo al repertorio. Uno de los mejores momentos de la noche se vivió con el tándem construido con las canciones “Gente como Tú”, “Buen Año” y “todo” que hicieron temblar las paredes de La Riviera.
El cumpleaños de Joan se convirtió en un emotivo episodio, teñido de tarta y abrazos familiares que amplificaron la conexión íntima entre la banda y sus seguidores. La descarga de energía en «Teletecho» y el contacto directo con la audiencia en «Conmigo» marcaron el apoteósico clímax de la noche, convirtiendo La Riviera en un epicentro de emociones y vibraciones musicales.
El cierre magistral del repertorio se convirtió en un acto de valentía artística. Cala Vento, despojándose de sus instrumentos, se lanzó desde el escenario, sumergiéndose en un mar de fanáticos que los recibieron como héroes de una narrativa sonora. Pocas veces, salvo en conciertos de grupos como Metallica, por ejemplo, he presenciado a tanta gente vistiendo camisetas del grupo que estaba tocando. Era una auténtica marea. Cuando concluyó el concierto, se comprendía por qué. Aparte de ofrecer vinilos a 20 euros y camisetas a 15, el dúo del Ampurdán se quedó para firmar autógrafos y charlar con los fans. Fue un gesto que resonó en la sala, subrayando el eco de una conexión genuina y destacando la música como un catalizador emocional. El ejemplo perfecto de DIY que muchos creen perdido.