Camera Obscura – Look To The East, Look To The West (Merge Records)
Diez años son muchos años, de eso no hay duda, pero todo depende de cómo se mire. A veces hacerse esperar tiene su aquél. Sobre todo, cuando hay buenos motivos para hacerlo. Camera Obscura decidieron tomarse un hiato indefinido cuando en 2015 su teclista Carey Lander dejó este mundo de manera totalmente prematura (33 años, a causa de un cáncer de huesos). La banda no se había roto, pero sencillamente, no tenían nada más que decir. Al menos, en ese momento.
Durante varios años, cada uno se dedicó a lo suyo. Tracyanne Campbell, guitarrista, vocalista y principal compositora de la banda, tuvo un hijo y además colaboró con Danny Coghlan en el fantástico proyecto/disco Tracyanne & Danny. Los demás también andaban haciendo sus cosas y no fue hasta que el empeño de su viejo amigo -y productor de su debut- Stuart Murdoch logró reunirlos para lo que en principio iba a ser un sólo concierto en la edición de 2019 del Belle & Sebastian’s Boaty Weekender (festival de cuatro días que organiza la legendaria banda escocesa) en que la semilla de retomar la actividad volvió a germinar.
Pandemias mediante, la adición de una nueva teclista, Donna Maciocia, que resultó encajar a la perfección en un hueco que parecía inicialmente imposible de tapar, insufló nueva vida a la banda hasta el punto de sentirse recomenzando, por lo que las canciones, volvieron a surgir. Y es en mayo de 2024 en que recibimos, con no poca felicidad de todos sus fans, un nuevo paquete de composiciones que viaja bajo el título Look To The East, Look To The West y edita la siempre fiable disquera de Carolina del Norte Merge Records.
Efectivamente, este nuevo álbum huele a renacimiento por los cuatro costados. Empezando por la portada, en que aparece, fotografiada por la citada nueva teclista, nada menos que la que fuera protagonista de su disco debut, Biggest Blues In Hi-Fi, Fiona Morrison. Una forma de cerrar el círculo y servir de bonito empaque a una serie de composiciones que tiene la pérdida, pero no necesariamente la tristeza, como buque insignia.
La canción que abre el disco, “Liberty print”, la compuso Tracyanne en honor a su hermano, muerto también de forma prematura al igual que Carey. Es una canción algo desconcertante, de hecho, puesto que sus hechuras electrónicas de entrada no han sido nunca lo habitual en una banda más tendente a emular los sonidos vintage. Es un síntoma de evolución que no será el único, de hecho, en una lista de canciones que sabe integrar nuevos elementos en el sonido clásico de la banda, como los arreglos country que han vertido en la preciosa “Big love” o la no menos espléndida “The light nights”.
Pero no se alarmen, Camera Obscura no han dejado de ser ellos mismos. Eso sí, el sonido del disco es mucho más carnoso, palpable, cálido, que en anteriores entregas. Y eso que han contado en la producción con un viejo conocido como Jari Haapalainen, que ya les produjo sus ya clásicos Let’s Get Out Of This Country y My Mauldin Career. Pero es que aquí han logrado sonar más a banda que nunca y sin necesidad de tanta reverb, ni tantos arreglos orquestales, llenarlo todo de una textura especial.
Es un disco verdaderamente emocionante, donde pivotan tanto la melancolía más otoñal (“Sugar almond”), como los sonidos veraniegos en “Pop goes pop” o “Baby Huey (Hard Times)”, en un conjunto que sabe a eso, al renacimiento de una banda que realmente nunca se fué. Estaban esperando, sencillamente, a que llegara el momento de decir las cosas que tenían que decir. Y aquí las dicen mejor que nunca. Quizá sea prematuro y arriesgado decir que han parido su mejor disco, pero desde luego esto está totalmente a la altura de sus mejores entregas. Su regreso es, por tanto, una de las mejores noticias de un año que las necesita como el maná.