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Cassandra Jenkins – My Light, My Destroyer (Dead Oceans)

El merecido reconocimiento al segundo disco de la neoyorquina Cassandra Jenkins An Overview On Phenomenal Nature (2021) pilló bastante por sorpresa a nuestra protagonista. Según cuenta en alguna entrevista, no esperaba ese tímido éxito entre la crítica musical que la hizo alzarse en las listas de lo mejor del año en más de un medio. Un disco repleto de magníficas canciones con el recuerdo aún doliente puesto en David Berman (fallecido en 2019), y con el que Jenkins compartió amistad y escenario junto al último proyecto del fundador de Silver Jews, la banda Purple Mountains.

Durante el trascurso de un año nuestra mujer ha ido tejiendo los mimbres de un regreso discográfico que, lo digo ya de entrada, está a la altura de su predecesor, pero si me apuran, lo supera por tener la virtud de abrir el abanico de tonalidades. Con un nuevo sello discográfico de más empaque comercial, este My Light, My Destroyer (Dead Oceans, 2024) es un bello cancionero en el que abundan canciones que nos hablan de las inseguridades de su autora, de la necesidad de crear lazos de unión con la naturaleza y con el sonido de la ciudad, de ahí que en algunos planos sonoros escuchemos grabaciones de campo que ha ido haciendo en el transcurso de estos años.

Una grabación que cuenta con la producción de Andrew Lappin (encargado de ponerse al servicio de L’Rain en su último trabajo), Meg Duffy, o Daniel McDowell (Amen Dunes) entre otros operan de fieles escuderos que secundan los pasos firmes de una autora con visos de convertirse en la mejor artista pop de su generación. Y es que el arranque del disco no podía ser mejor con una “Devotion” que es una hermosa canción pop de compases ingrávidos y unos arreglos de viento que son un portento. Eso es empezar por todo lo alto, mecidos por la suave brisa de Laurel Canyon.

Pero al resto de composiciones no les tiembla el pulso. “Clams Casino” tienes esa pátina clásica de rock a lo Tom Petty y versos que cauterizan heridas (“I don’t wanna laugh alone anymore”) repite como un salmo entre el susurro y la entereza de haber tomado una decisión en la que no hay vuelta atrás). La atmosfera cautivadora de “Delphinium Blue” podría situarnos en las coordenadas que van de Cocteau Twins a Angelo Badalementi, para acto seguido, los sonidos que conforman el interludio de “Shatner’s Theme” retratar la vida en su caudaloso devenir.

La soledad en los hoteles de carretera en los que acechan pensamientos clarividentes (“It’s a thin line/ Over the planet/ Just a thin line/ Between us and nothingness”), y el capitalismo que engendra monstruos que quieren ir a la luna como si se fuera a un supermercado perfilan la correosa “Aurora, IL”, para después escuchar a Cassandra y a su madre conversar sobre las estrellas en un tierno diálogo (“Betelgeuse”).

El acento más noventero despunta con la enorme “Petco”, unas guitarras que recuerdan a las Breeders en maridaje con aquella infalible  Liz Phair de Exile In Guyville; las cadencias nocturnas y jazzísticas son el ropaje idóneo para “Tape And Tissue”, y ya en el tramo final “Only One” luce su fulgor sophistipop con líneas de trompeta que nos hace recordar al Kaputt de Destroyer, de igual manera que “Hayley” es una escueta pieza instrumental concebida a base de arreglos de cuerda que firmaría Owen Pallett con los ojos cerrados. Un disco enorme que irá dando vuelta en mi tocadiscos una buena temporada.

Escucha Cassandra Jenkins – My Light, My Destroyer

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