Cassandra Jenkins – An Overview on Phenomenal Nature (Ba Da Ding!)

Tengo una tendencia (podríamos decir que serían prejuicios estúpidos) a desconfiar en los halagos unánimes. Pongo mi radar en acción, y como un perro atento -pero dubitativo- a los movimientos de su presa, empiezo a husmear el horizonte en busca de incdicios evidentes de que debo ponerme a correr en busca de la recompensa. Tanto tiempo de espera, debido en gran medida a la incertidumbre que me da la hegemonía del hype, ha hecho que, con el tiempo, haya descubierto discos que en su momento no consideré una presa de calibre. Me dejaré de símiles de caza y pesca, y entro al grano.

Cassandra Jenkins es una neoyorkina que tiene un talento innato para la melodía, y eso es ya de entrada una virtud si quieres dedicarte a esto del rock enmarcado en los difusos limites del indie. A un servidor muchas veces la melodía lo satura, por parecerme una lacra a extinguir, una imposición que denota una pereza por explorar terrenos ignotos, pero vuelvo al redil. La melodía: tira, te arrastra, te hace la vida más placentera…

Debutó Jenkins en el 2017 con un álbum que pasó un poco inadvertido: Play Till You Win lo he recuperado estos días en la que esta señora recibe halagos unánimes (prensa, redes sociales), y es un disco bonito de pop con guitarras arpegiadas y mucho poso folkie melancólico. Pero este An Overview on Phenomenal Nature (Ba Da Ding!, 2021) tiene un cuerpo más definido, con más fibra, y ya muestra a una autora dotada de un lenguaje que, si bien no acaba de ser propio, sí que apunta maderas de lograr una semiótica propia. El tiempo lo dirá.

Un trabajo que describe a una cantautora de vida en tránsito (viajes por tres continentes) en los que ha podido observar mucho, percatarse de los detalles más ínfimos para darles sus significados en un papel en blanco. También la sombra de la pérdida asoma en estos surcos: amigos de infancia, y amistades de la profesión como la de David Berman, al que dedica más de un verso: antes de editar este disco Berman dejaba un legado único, y una gira pendiente con ella.

El disco empieza a girar. Suena una guitarra que va urdiendo una trama melódica que parece que en cualquier momento vaya a detonar. “Michelangelo” ostenta todo lo mejor del Neil Young eléctrico pasado por el manto de unos arreglos de cuerda magníficos. “New Bikini” se mueve diáfana por un retablo en el que conviven sutiles arreglos de saxo, sintetizadores, una batería tocada con escobillas, y mucho soft swing. Imaginen que Margo Timmins y Dan Béjar quedan en el bar de abajo dispuestos a componer la canción más bella del mundo.

Jenkins recita a modo de spoken word los versos de “Hard Drive”: estrofas que narran su preocupación por la desconexión que la sociedad actual tiene con el medio ambiente, entrelazando momentos íntimos. La música que los acompaña es una primorosa cenefa de sintetizadores y un saxo que revolotea a lo lejos.

En el meridiano del disco los punteos de guitarra y el piano van esculpiendo “Crosshairs” y, versos, más versos que se fugan a través de espacios abiertos: “Empty space is my escape / it runs through me like a river / while time spits in my face.” El susurro de Jenkins te desarma, aunque ella seguirá ahí, segura de sí misma, con la munición a punto. Ver, poner nombre y dotar de sentido las cosas que puedes nombrar la hace fuerte, y en “Ambiguos Norway” se despide de David (“Farewell Purpl? Mountains// I see a range of cumulous // The majesty’s transmutation // Distant, ambiguous”).

La folkie “Hailey” es una serpenteante coda por alguien que se fue, y los sonidos se convierte en una catarsis, para acabar con la gran “The Ramble”, una extenso tema que mezcla el ambient y las field recordings, constatando que esta mujer se ha sacado de la manga un disco bellísimo.

Escucha Cassandra Jenkins – An Overview on Phenomenal Nature

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