Celebramos los 50 años de L.A. Woman de The Doors
Durante la presentación de los temas que formarían parte del sexto álbum de los Doors, L.A. Woman, se palpaba en los estudios de Sunset Sound un ambiente incómodo y muy tenso. Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger esperaban el veredicto del que muchos consideraban «el quinto door», Paul A. Rothchild; el hombre que había producido todos sus trabajos y que con sus técnicas pioneras en el estudio de grabación había colaborado en crear el rock-psicodélico tan particular de los Doors.
El productor se llevaba las manos a la cabeza mientras ponderaba la decisión que estaba a punto de tomar. ¿Estaba dispuesto a trabajar en otro álbum de los Doors? Con este grupo había logrado los primeros discos de oro para el modesto sello Elektra. Sus dos primeros discos The Doors y Strange Days aparecieron en pleno apogeo del movimiento hippie, durante el año del verano del amor, animando a toda una generación a abrir las puertas de la percepción y cruzar al otro lado. El año siguiente publicarían el single «The Unknown Soldier» como reacción a la Guerra de Vietnam. En apenas dos años se habían convertido en uno de los iconos de la contracultura gracias sobre todo a la figura excepcional y a las letras inspiradas y transgresoras de Jim Morrison. Según Paul Rotchild a finales de los 60 estaban los Beatles, los Rolling Stones y los Doors.
Pero los años 60 habían finalizado y la utopía hippie se desvanecía. Los asesinatos perpetrados por los seguidores de Charles Manson habían sucedido demasiado cerca. En la Casa Blanca había entrado la administración republicana de Richard Nixon con ganas de deslegitimizar a los ídolos de los movimientos estudiantiles y Jim Morrison sería una de sus víctimas favoritas.
Tras un fatídico concierto en Miami, Morrison sería acusado y condenado por exhibicionismo y uso de lenguaje ofensivo. Se había comportado como un idiota y el resto de la banda se sentía impotente y molesta; no podían seguir tolerando su actitud, pero tampoco podían prescindir de él. Cancelados todos sus conciertos, censurados en las emisoras de radio, vetados en casi todos los locales… lo único que les quedaba era seguir grabando discos. No le costó demasiado a Paul Rothchild convencer a los Doors de volver al estilo más rockero de su primer álbum, tras el irregular y pretencioso Soft Parade que no había acabado de convencer. El resultado fue otro gran disco de los Doors, el Morrison Hotel con el que lograron salir del pozo en el que su excéntrico y carismático líder les había metido.
Ahora se encontraban en la tesitura de grabar otro álbum y por lo que Rothchild había podido escuchar, después de varios días de ensayo, el grupo sufría una evidente falta de motivación y de ideas. El pasotismo y el estado deplorable e impredecible de Jim Morrison era lo que más le inquietaba. El cantante parecía empeñado en echar por tierra todo el trabajo realizado. Harto de su imagen pública y convertido en un borracho kamikaze, había entrado en una espiral autodestructiva. Rothchild, que acababa de sufrir la muerte por sobredosis de Janis Joplin mientras producía el álbum Pearl, no tenía ganas de repetir una experiencia similar Ni los Doors lograban ya entusiasmar al productor, ni por lo visto él tampoco era capaz de motivarlos más. Así que se dirigió al grupo y les hizo saber que él se retiraba y que, si realmente querían grabar otro disco, se podían autoproducir ellos mismos. Acto seguido abandonaría el estudio sintiendo que se quitaba un gran peso de encima.
Los cuatro miembros de la banda se quedaron en estado de shock, totalmente desolados. El grupo que animaba a «matar al padre» de repente se sentía huérfano. Por suerte no estaban solos. Bruce Botnick, el ingeniero de producción, acudió al rescate: «Yo os produciré. Nos podemos coproducir». Botnick, que también había colaborado en todos sus anteriores discos, comprendió que para reanimar a los Doors era imprescindible recuperar las buenas sensaciones, disfrutar del desarrollo creativo del álbum y simplificar al máximo el proceso de grabación. Donde más inspirados y animados se les veía siempre era en su local de ensayo, «the Workshop», así que ahí mismo, en el hogar de los Doors, improvisó un estudio de grabación. Otro aspecto importante era evitar el perfeccionismo agotador que caracterizaba a Rothchild. Una nueva filosofía se acabó imponiendo, más por necesidad que por convicción, donde los errores eran bienvenidos siempre que se ejecutaran con sentimiento: “fuck the mistakes, we go for feeling”. Con L.A. Woman buscarían la esencia original de aquella banda que daba sus primeros pasos en el garaje de los Manzarek, y que disfrutaba versionando a las viejas glorias del blues.
El disco abre con «The changeling», una buena carta de presentación de lo que nos espera en este álbum. Un blues contundente con guitarra funk homenaje a James Brown. Sin la presencia de Rothchild, los miembros de los Doors se preguntaron quién se encargaría de controlar a Jim Morrison. Pero con la mayor libertad que proporcionaban los nuevos métodos de trabajo, Morrison respondió actuando con mayor responsabilidad y total implicación como se aprecia desde este primer tema. Los Doors querían «The changeling» como primer single del álbum pero Jac Holzman, presidente de Elektra Records, se decantó por la siguiente canción, «Love her madly». El propio Krieger, autor de la canción, objetaba que era demasiado comercial. Pero Holzman no cedió, intuyendo acertadamente que el pegadizo tema de pop-rock sería un éxito.
El disco sigue con dos temas que son puro blues. Jim Morrison utiliza magistralmente el estilo que nació expresamente para transmitir la tristeza y el desamparo. En «Been down so long» Morrison grita, gime, gruñe, y hasta se le parte la voz cuando sus maltratadas cuerdas vocales ya no alcanzan a transmitir todo lo que él pretende. En paralelo Krieger realiza un espectacular trabajo de slide guitar. «Cars Hiss by my window» es un tema más plano, y en el que seguramente se basan los que critican el L.A. Woman de ser un disco de blues anodino. Pero el tema cumple su función de bajar las revoluciones y mecernos en un trance hipnótico que nos prepara para lo que viene a continuación; una de las grandes obras maestras de la historia del rock.
«LA woman» es el himno no oficial de Los Ángeles. Jim Morrison haría su particular homenaje a la ciudad retratando su inframundo urbano: moteles baratos, asesinatos, bares de topless, coches de policía… la ciudad noctámbula que para él era la más real, la más interesante. Morrison se divierte con las palabras, formando un anagrama con su nombre, en la parte del Mr. Mojo Risin’ traducible coloquialmente como “sr. Pene en erección”. Mientras, John Densmore va incrementando el tempo simulando el acto sexual hasta alcanzar todos juntos el clímax total.
La canción que da título al álbum se compuso íntegramente en el estudio y representa la quintaesencia de la manera de trabajar de los Doors, con todos los músicos participando activamente en la creación y en evidente estado de gracia. Destaca el bajo de Jerry Scheff, que junto a Marc Benno a la guitarra rítmica serían los únicos músicos de estudio que se unirían en este disco, aportando mayor contundencia y profundidad al nuevo sonido de la banda.
La cara B de L.A. Woman es más ecléctica, muestra la diversidad de estilos en la que eran capaces de desenvolverse los Doors. Abre con una perturbadora frase de guitarra que daría paso a «L’America». Rock psicodélico inquietante como un mal viaje de ácido, aunque alegre y circense en el estribillo. «Hyacinth house» exploraría el estilo folk-rock menos habitual de los Doors, una de las joyas escondidas de la banda con Ray Manzarek dando muestras de su formación clásica haciendo un guiño a Chopin. «Crawling king snake», la canción popularizada por John Lee Hooker, fue uno de los primeros blues que versionaron y que por fin había encontrado su lugar en el álbum blues de los Doors. «The Wasp (Texas Radio & The Big Beat)» es una rareza experimental. Nos muestra que Jim Morrison no solo era uno de los grandes poetas del rock, sino también uno de los mejores recitando: “Ninguna recompensa eterna nos perdonará por malgastar este amanecer”. Toda una declaración de principios.
El disco finalizaría con otro gran clásico: «Riders on the storm», el segundo single del álbum. Un tema tan representativo de la Doors que fue el nombre escogido por la banda tributo de Manzarek y Krieger treinta años más tarde (después que Densmore no les permitiera deshonrar el nombre «The Doors«). Fue también la última canción que grabaron y el momento en que se dieron cuenta que lo habían vuelto a lograr. Los Doors volvían a sonreír. Una vez más habían salvado todos los obstáculos que se habían encontrado y podían estar orgullosos de lo que acababan de conseguir. Por desgracia Jim Morrison destruiría la magia del momento con el obstáculo definitivo: «En dos días me voy a París… Pam ya está ahí… lo tiene todo preparado. Necesito un descanso, no sé cuándo volveré».
L.A. Woman se encuentra irremediablemente ligado al misterio que envuelve la muerte de Jim Morrison, enterrado apenas tres meses después de la publicación del álbum. Los seguidores de la banda siguen buscando entre las letras del disco pistas, frases proféticas, indicios que pudieran dar alguna explicación sobre el triste destino que le espera al cantante. Especulaciones al margen, lo cierto es que en este álbum Jim Morrison se muestra especialmente vulnerable, solitario y desesperado en canciones como «Hyacinth house», «The wasp», «Riders on the Storm», «Been down so long», «The changeling» o la mismísima «LA Woman».
Mientras todo su mundo se derrumbaba, perseguido por la justicia e incapaz de abandonar los vicios y las malas compañías. Jim Morrison consiguió encontrar un último momento de inspiración y disfrutar, una vez más, del poder creativo de una banda de rock. Cincuenta años después vale la pena seguir escuchando L.A. Woman, la última actuación de Jim Morrison con los Doors.
De acuerdo en todo menos en que the soft parade es irregular y pretencioso. Por lo demás, siempre es un placer leer vuestros especiales.
L.A. woman es, de vez en cuando, mi disco preferido de los Doors. Otras veces, lo es alguno de los otros.
¡Un saludo!
Fantástico reportaje, de Edu Puig, sobre los geniales The Doors y su impresionante LP » L.A. Woman».
Felicidades tan logrado texto, aquí en Muzikalia.