Click ‘n Roll, Fotos Icónicas (VII): El último beso (John Lennon y Yoko Ono)
Mucho ha llovido, diluviado y tronado sobre la balada de John Lennon y Yoko Ono. A pesar de sus numerosas muestras de amor mayúsculo y pétreo, a su relación también le flojearon las piernas. Y es que el AMOR está expuesto, como casi todo, a ser fallado por las personas. No obstante, el ARTE, siempre al rescate, deshumaniza los conceptos para crear belleza pura e idílica. El último beso, como así hemos querido llamarlo, contiene elementos de sobra – genialidad, espontaneidad, sinceridad o drama -, para ser elevada a la categoría de icono eterno.
La encargada de completar el ménage à trois fue Annie Leibovitz, una de las retratistas más influyentes en la historia de la fotografía. Desde comienzos de los setenta se encontraba a las órdenes de la revista Rolling Stone, quien quería colocar al ex-Beatle, fuera de foco a finales de esa década, en una de sus flamantes portadas.
No fue la única. De hecho, fue Lennon, en la cresta de la Beatlemania, el que apareció en la primera edición del magazine en 1967. Curiosamente, fue retratado en su faceta de actor, ataviado con parafernalia militar, cuando se encontraba rodando How I won the war en Almería.
Paralelamente, y en vertiginoso in crescendo, había comenzado, tan solo un año atrás, la relación del cantante con la artista japonesa Yoko Ono. Su amor era tal, que rebosaba la mundana cotidianeidad. Con el excedente, decidieron crear arte y hacer música together. El primer retoño sonoro nació en 1968 bajo el nombre de Unfinished Music No.1: Two Virgins.
Pero sus ideas aún chocaban con las mentes puritanas de la época. Para el artwork del álbum, la inseparable pareja había pensado mostrarse al mundo tal como eran. Literalmente. Sin trampa ni cartón. En la portada, el frontal en todo su esplendor. Sin hojas de parra ni remilgos. Para la contraportada, la parte de atrás, la trasera, traseros, dos, como era de esperar.
Capitol Records decidió cubrir la portada con una funda de color marrón para poder distribuirlo, dejando al descubierto solamente sus cabezas. Otros sellos discográficos realizaron actos similares de censura en reediciones posteriores. Aun así, en el momento de su publicación fueron confiscadas muchas copias en algunas regiones de Estados Unidos.
No obstante, no todos se echaron las manos a la cabeza. Jann Wenner, director de Rolling Stone Magazine, quien mantenía buena relación con el cantante, vio en la carnaza la oportunidad de redoblar sus ventas. Tras recibir la venia de Lennon, la imagen fue colocada en la portada que marcaba el primer aniversario de la revista el 23 de noviembre de 1968.
La simbiosis entre las dos personalidades siguió creciendo cuando John eligió a Jann para lanzar la primera entrevista después de la ruptura de The Beatles en 1970.
Cerramos el flashback y nos situamos de nuevo en 1980. Tras 5 años fuera de la vorágine artística para centrarse en la crianza de su hijo Sean, John Lennon volvió a colgarse el mono de trabajo. Sería en noviembre del mismo año cuando, junto con Yoko, lancen su quinto álbum de estudio; Double Fantasy.
Para volver a estar en la primera plana tras años de inactividad, era necesario desplegar toda la maquinaria publicitaria, por lo que empezaron a concertarse entrevistas. Por supuesto, una de los acreditados fue la revista Rolling Stone, quien había publicado la anterior conversación con Lennon justo 10 años atrás.
En un principio, las ideas con respecto a las imágenes parecían no converger en ningún punto en común. Tras una primera toma de contacto no se llegó a un acuerdo, ya que el editor quería solamente a John para la portada, mientras el cantante se negaba a salir sin Yoko. Por otro lado, el mandamás del magazine quería que la sesión recordase a la polémica portada del Two Virgins, sugiriendo que el desnudo tomara el protagonismo.
Aceptada la inclusión de Mrs. Ono en la sesión, Annie Leibovitz se presentó en el Hotel Dakota de New York el 8 de diciembre para realizar la segunda de las intentonas. Para su sorpresa, era ahora Yoko la voz discordante, negándose a posar desnuda, solamente aceptando descubrir la parte de arriba si era necesario.
Tras la frustración y el enfado inicial, la fotógrafa empezó a gestar una idea en su cabeza. Inspirada por el contraste del blanco y negro de la portada de Double Fantasy en la que la pareja se besa de manera relajada, empezó a elucubrar sobre la decadencia del amor romántico en la sociedad contemporánea.
Tras presentar la idea al cantante, ambos llegaron a la conclusión de realizar una toma en la que John, desnudo, en posición fetal, abraza tiernamente a Yoko, quien yace vestida en una pose más hierática. Es quizás, el reflejo que ha perdurado en el imaginario colectivo sobre su relación. La devoción incondicional del músico queda patente en el bonito gesto de envolvimiento, casi de sumisión hacia su amada, quien, a su vez, presenta un rictus menos expresivo, pero sereno y pleno de confianza.
De hecho, cuando la fotógrafa les mostró la polaroid de prueba, el cantante no pudo contener su entusiasmo y exclamó; ¡Así es!, ¡has capturado nuestra relación a la perfección!. Tan solo un carrete después, la sesión se dio por concluida. Aparte de la mítica portada, el rollo contenía otras fotografías de los amantes en diferentes posturas, las cuales, sin poseer el aura de la protagonista, son de innegable calidad.
Lamentablemente, la tragedia hizo su aparición horas después con el asesinato de John Lennon a las puertas del hotel. Aunque parezca increíble, la fotografía que nos atañe no sería la última en retratar al genial músico. La que tiene ese triste honor también inmortalizó a Mark David Chapman, quien asesinará al cantante instantes después. Paul Goresh, fotógrafo amateur y amigo de John Lennon, fue el encargado de realizar la foto, quien declaró en entrevistas posteriores que el asesino se acercó al artista para que le firmara el álbum Double Fantasy.
El 22 de enero de 1981, la revista Rolling Stone publicó la que es «la imagen de mi vida», según manifestó la autora de la misma. Y casi con toda seguridad, uno de los cantos al amor más bellos que la fotografía ha podido generar, que cruelmente, el destino quiso vestir de muerte.