Crónica del FIB Benicassim 2016: viernes
Primera jornada del festival a todo trapo, y a la espera del advenimiento de Muse hoy, ayer viernes ya se notaba que esta año el festival va a a ser un éxito en cuanto a público. A pesar de que algunos grandes nombres del cartel podían tener cierta discusión (Muse tocó el año pasado en el BBK y Chemical Brothers en el Sónar), el FIB tiene atractivo propio y estas cuestiones no le afectan. Como el año pasado, destaca la creciente presencia de público español, que vuelve a dejarse ver en cifras comparables con el británico. Ayer destacaron especialmente los Chemical Brothers, con un sonido telúrico que se debió oír hasta en Valencia, seguidos de cerca por Jaime XX, que reventó de público su escenario, y The Vaccines, un pasito más grandes que otros años.
Comenzamos la jornada dando un interesante paseo por el desierto de Atacama gracias a los chilenos (afincados en Barcelona), The Zephyr Bones, y su propuesta de nueva ola psicodélica.
Como todos los conciertos tempraneros del FIB, aplastados por la canícula, se lo quitaron de encima con bastante dignidad gracias a las guitarras de «The Black Lips». Al francés Gaspard Royant le tocó abrir el escenario, Las Palmas, en la segunda jornada del FIB, con todo lo que ellos conlleva; el aparente desinterés por el escaso público a horas tan tempranas, escenario deslucido por la luz natural de esas horas y sonido “regulero” al principio de actuación, que afortunadamente se fue arreglando. Lo primero que choca, gratamente, es ver al cantante y guitarrista ya su grupo, con una estética impecable, sobre el escenario, y más para ser un festival, universo en el que se suele sacrificar la estética por lo cómodo. Rápidamente te das cuenta de que estas ante uno de esos artistas con personalidad sobre el escenario. Ya hemos hablado un poco por aquí de su único disco, producido por, Edwin Collins, un compendio de: Soul, Rhythm & Blues, Soul y Pop, de los ponerse todas las canciones de principio a fin. Esa fue el arma del vecino del norte, en su concierto del FIB, la práctica totalidad del disco tocado con estilo y oficio, un tipo muy a tener en cuenta.
Recuperar la carpa para el escenario más pequeño y eminentemente nacional ha sido un acierto para darle ambiente a las sesiones de Djs, pero también para evitar el solazo que aún azota Benicassim en los conciertos que abren la tarde. Cosmen Adelaida fueron los primeros beneficiados de poder evitar el calor, así que lo aprovecharon para ofrecer un repaso a sus mejores canciones con una contundencia incontestable. Desde «El parque» a «Becerro de oro», las guitarras de Javi y Nacho no dejaron de echar humo.
El nuevo escenario, VISA, acogía a una de las nuevas sensaciones de la música británica, Rat Boy, tan irreverente como divertido. Pero no se engañen, detrás de esa apariencia gamberra (que lo es de verdad) e intrascendental, se esconden unas letras que retratan el día a día de la “White trash” británica y unas fuentes y referencias musicales que ya gustaría a muchos. Rat Boy bebe de unas fuentes que a todos nos suenan: Ian Dury, The Clash, Blur y algunas más contemporáneas como, Sleaford Mods.
El caso es que el “angelito” tomó el escenario y no paró de rapear, aullar, cantar y dar botes por todo él, acompañado de una más que solvente banda, a pesar de su juventud. Micros volando, pies de guitarras por el suelo, pipas de escenario con más trabajo de lo habitual, se combinaron con los temas que a veces suenan a Beastie Boys, otras a Sex Pilstols y otras a los desparecidos y también típicamente, “Brithis”, Carter USM. “Turn Round”, “Knock Kock”, “Sportswear” o “Fake ID” fueron de los temas que más coreó y bailó una masa de gente con la piel más que rosada por el Sol. Lo más gamberro de la jornada.
La sorpresa de la jornada la pusieron las islandesas, Reykjavíkurdætur, un grupo de quince raperas en celo que no te crees que pueda existir hasta que saltan al escenario doce mcs en sujetador.
Sobre bases de hip hop algo errático, rapean en islandés y en inglés sueltan proclamas contra los bancos o piden la revolución. Todo coherente hasta que se ponen a bailar como en un club de alterne, y aquello desborda a provocación y roza lo incomprensible. Al final, por supuesto, se quedaron en topless para reivindicar su derecho a vestir como les saliera del toto.
Después de la tormenta de carne de Reykjavíkurdætur la sobriedad de Exnovios nos devolvió a la realidad de inmediato. Última sorpresa de la chispeante escena pamplonica, hacen psicodelia canónica cercana a Spaceman 3. No se pierdan su primer disco homónimo porque va a tener mucho recorrido.
Mientras, las Hinds triunfaban entre españoles e ingleses, en un escenario grande del FIB que no se les hizo extraño. La proyección de estas chicas es ilimitada.
A continuación, Aries se propuso llenar de electrónica colorista y sonidos hermosos la carpa Radio 3. Rebosante de luz, y por momentos, incluso bailable, Isa firmó una actuación preciosa.
Lluis Vazquez y sus Soft Moon tocaban también en el escenario, VISA, aunque a ellos les tocó presentarse ante a una escasa audiencia y un escenario algo “desangelado” en cuanto a color, siempre propiciado por un elemento clave de los conciertos, el público. Más si tenemos en cuenta el llenazo anterior de, Ratboy. Lo que vuelve a dejar constancia del peso del público británico en el festival. Aun así, los californianos desplegaron todo su arsenal de pop oscuro y post punk, y temas como: “Black”, “Dead Love”, “Machines”, “Tiny Spiders”, o “Crush”, sonaron como un autentico tiro. Solamente en los últimos temas del concierto fue cuando la explanada del escenario Vista, se fue llenando, sin duda, atraídos por el “sonidazo” que las pantallas del mismo desprendían, o mejor dicho; porque en un rato comenzaban, Band of Skulls. Sin duda, Lluis Vazquez tendrá que esperar para que su propuesta cale entre los asiduos del FIB.
Los catalanes Dorian se encuentran pletóricos con su gira, “Diez años y un día”, agotando entradas y colgando el carteles de “Sold Out” por toda la península. Era de recibo que estuvieran este año en el FIB, se cumplían diez años de la primera que vez que tocaron en el festival, como se encargó de recordar el propio Marc. Dorian salieron al escenario, Visa, con todas las de ganar, y para ello se vieron ayudados en todo momento de un público fiel que se sabía al “dedillo”, hits imperecederos como: “Los amigos que perdí”, “Verte amanecer”, “El temblor” o, “Corta el aire”. Dorian ofrecieron un set impecable, acortado, y ajustado por los rigores que imprimen los ajustados horarios de los festivales, cuestión que no fue óbice para dejar más que satisfechos a sus fans.
Con The Vaccines y Two Door Cinema Club la prensa británica está tratando de reeditar de manera un tanto artificial aquel enfrentamiento que, por el trono del pop británico, protagonizaron Oasis y Blur. Sin comentarios. En cualquier caso, esta anécdota pone de relieve la importancia que, por incomparecencia de mejores propuestas, van adquiriendo dos grupos muy limitados más allá de los hits. Al menos, ayer The Vacciones me sorprendieron para bien, porque, aunque siempre les había sobrado actitud, les faltaban canciones. Después de English Graffiti (Columbia, 2015), han ganado fondo de armario, y ayer lo aprovecharon para poner patas arriba el escenario grande del FIB repleto hasta la bandera. Es uno de esos conciertos que en Madrid sería animado, pero que en el FIB con los ingleses enfervorecidos, se convierte en toda una experiencia con «If you Wanna» y «Wrecking Bar», celebradas como si no hubiera mañana.
El trío madrileño Juventud Juché se presentaban en el escenario, Radio 3 FIB CLUB, (todo un acierto este año, con la carpa) con una amplia legión de seguidores, obviamente; casi todos españoles, para ser martirizados (en el buen sentido musical de la palabra) con su Punk atípico. Atípico por estar cada vez más repleto de matices sonoros que en otras bandas del género no se suele dar. Si su primer trabajo discográfico, Quemadero (2013), fue una autentica sorpresa y un revulsivo en la escena de los sonidos punks nacionales, con su última entrega, Movimientos, se mantienen en la urgencia y la rapidez del Punk, sin renunciar a la experimentación y a no quedarse estancados. Y así fue el concierto, intensidad pura de principio a fin, que, como los buenos films, mantienen la tensión hasta el final, sin bajar el pistón ni un segundo. Ayudados por Julian Disco las Palmeras, al Korg, teclados y otros ruidos electrónicos y eléctricos, fueron capaces de llevar sus, ya excelentes, temas, a otra dimensión.
Biffy Clyro, el trío de descamisados escoceses liderados por, Simon Neil, es otro de esos ejemplos de banda/artista superventas en el Reino Unido, pero que por otras latitudes no tienen tal nivel de predicamento, si bien es cierto, que tras su fichaje por Warner, las cosas están cambiando en ese sentido para ellos. Fans desenfrenados, camisetas con la leyenda: “Biffy Fucking Clyro” y muchas ganas de gritar, era lo que se veía en las primeras filas del escenario, Las Palmas. Sin duda, ver saltar al grupo al escenario, y oír a toda una legión de admiradores rugir al unisonó ya impresiona. Temas como: “Wolves of Winter”, “Friends and Enemies” o “Living is a Problem Because…” hicieron el resto. Poco va quedado ya de aquellos muchachos rabiosos que imitaban a Nirvana, su sonido se ha ido domesticando hasta convertirse en la receta perfecta de “Rock de estadio”, e ideal para grandes eventos como este. Nada que objetar, sobre todo cuando está ejecutado de la manera que lo hacen ellos.
Como ya hemos mencionado, Jaime XX reventó el escenario Visa, que sonó a todo trapo para una sesión teñida de tropicalismo (parece que se han puesto todos de acuerdo este año). Teniendo un disco reciente de la calidad de In Colour (Young Turks, 2015), no pienso decir más si solo quiso proponer una sesión de Dj.
Los Chemical Brothers son tan parte de la historia del FIB, que el Ayuntamiento de Benicassim debería estar pensando en dedicarles una calle. No sé si es el aire, el agua o el polvo, pero los conciertos de los británicos en el Desierto de Las Palmas son especiales. Ayuda un poco el sonido del escenario grande del festival, que ayer galopó en todo su esplendor y propició una experiencia única. Los Chemical venían con Born in the Echoes (Virgin, 2015), un disco menor que no deslució una actuación solo comparable con una trituradora digital de carne. Si en mitad del concierto se desata el huracán que hace años impidió tocar a Kings Of Leon, nadie se hubiera extrañado y menos movido de un escenario adictivo por aplastamiento.
Textos y fotos: Fernando del Río e Iñaki Espejo-Saavedra.
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