Dam-Funk – Invite the Light (Stones Throw)
La vida de Dam-Funk tiene todos los elementos de una buena novela. Sería la historia de un hombre que por nacimiento vivió de niño los coletazos finales de la era dorada del funk en los setenta pero que su carrera musical no despegó hasta finales de la década pasada. Entre medias más de veinte años llamando a puertas con maquetas caseras sin conseguir publicar nada. En sus mejores momentos trabajando como músico de estudio en la escena rap de la costa oeste pero siempre dando el callo en el mundo laboral. Incluso se relata un oscuro episodio donde se le pidió material para revivir a los infames Milli Vanilli. Su único delito para estos infortunios? Amar al funk por encima de todo. Si hubiera tirado por el hip hop en los noventa solo con que hubiera tenido un poco de talento habría tenido una docena de sellos persiguiéndole por todo Los Ángeles para hacerlo entrar en un estudio pero el funk en esa época era representado por Jamiroquai y por un Prince que aún no está del todo claro que no fuese un doble usurpador. Es decir, el funk estaba muerto y habían tirado la llave al mar.
Así fueron pasando los años hasta que todo un Peanut Butter Wolf, jefazo del esencial sello Stones Throw Records, se cruzó en el camino de Dam-Funk, de su mano y aprovechando el revival que este estilo experimentó con el nuevo siglo su trabajo estaba listo para mostrarse al mundo. Desde ese momento la creatividad de Dam-Funk ha sido desbordante, publicando sin descanso discos, recopilatorios y singles, teniendo su álbum debut Toeachizown (2009), la recopilación de sus trabajos de crío en Adolescent Funk (2010) y su disco a medias con Snoop Dog 7 Days of Funk (2013) como trabajos más destacados. Pero es el disco que nos ocupa, Invite the Light, el que probablemente sea su mejor trabajo hasta la fecha. Solo ver la lista de colaboraciones que atesora el disco nos hace ver el respeto que se ha ganado en la industria. Desde un veterano del funk clásico como Junie Morrison (miembro de Funkadelic y Parliament, casi nada) hasta un Ariel Pink que no se pierde ni una, pasando entre otros por el omnipresente Snoop Dog o hasta el mismísimo Q-Tip. La incontinencia creativa de Dam-Funk se desparrama sin tregua ni descanso por la hora y media que dura el disco, un auténtico repaso a las distintas familias del funk, desde el más festivo hasta temas atmosféricos, pasando por todas las influencias que éste ha podido incorporar en sus décadas de existencia. Fruto de esta devoción por este estilo, encontramos pasajes donde elogia al funk en términos casi religiosos, recordando al misticismo rasta en su proclamación del reggae como instrumento de oración. Invite the Light a pesar de ser un disco que mira sin reparos a las raíces, se proyecta claramente hacia el futuro, quiere ser la piedra que asiente la fundación del funk del nuevo siglo. Es un trabajo verdaderamente monumental, un auténtico tour de force del que sale victorioso en la mayoría de temas.
Pero que nadie piense que está delante de un OOPArt que intenta revivir un estilo alejado de la contemporaneidad. Su obra es absolutamente actual, estamos delante de alguien que se ha preocupado mucho por seguir escuchando todas las vanguardias y que las ha ido añadiendo siempre que ha encontrado que pueden mejorar sus temas. Algunas de sus texturas, hechas con evidentes medios básicos analógicos, suenan estupendamente hasta el punto que una versión del álbum puramente instrumental seguiría teniendo interés. La calidad y calidez de sus bases, que remiten a una leyenda como Dr.Dre, ya le han hecho merecedor de la confianza de algunos de los mejores músicos de hip hop en la producción de sus canciones.
El cuento con la vida artística de Dam-Funk acabaría evidentemente en final feliz pero mejor que nadie se lance todavía a escribirlo, estamos ante un gran artista que está vomitando veinte años de silencio forzado, incluso para un veterano como él del pleistocénico MySpace, y que todavía nos debe horas y horas de buena música.