Dirty Sound Magnet (Bajo Circuito) Ciudad de México 18/02/2023
Una de las nuevas bandas consentidas de los amantes de la música psicodélica, o del Stoner, es Dirty Sound Magnet. En pocos años han logrado cautivar a un sector que no está interesado en banditas juveniles que solo hablan de sus supuestas vidas desencantadas y fiesteras; ya de los sonidos «urbanos» y reguetoneros ni hablar. Estos suizos apuntan a un público que gusta que lo hagan reflexionar, al mismo tiempo que ofrece un rock un poco más demandante para el escucha, sin que lo ponga a resolver ecuaciones para entender una canción.
El recinto, Bajo Circuito, era mucho más que adecuado para la opinión de algunos, para otros era un escenario pequeño para una banda de este calibre y el sold out solo confirmo que esta banda merecía un lugar más grande. Desde el principio, la atmósfera de una noche fantástica se percibía gracias a la excelente organización de la promotora y de las bandas abridoras que poco a poco le iban dando forma a una noche natural y eléctrica con un escenario ansioso de tener a los Dirty Sound Magnet sobre él.
La gente se emociona por que ve salir a Maxime, Stavros y Marco; pero la banda solo sale y conecta sus instrumentos, enciende sus pedales, revisa detalles, y vuelve a salir del escenario para hacer la entrada (real) triunfal. Aquí no hay staff de tres personas por integrante, ni managers, ni stage manager, ni diez roadies haciendo como que ayudan. No hay divas, son músicos, son gente que hace rock. La banda aparece y es recibida con un «viva México» a lo que Stavros (vocalista) responde con la misma frase. Con ello se fue provocando el amor mutuo entre el trío de Suiza y el público mexicano. El set es una locura única e intelectualmente dinámica. Muy pocas interrupciones o interactividad absurda. Problemas técnicos con los monitores, cosas del ingeniero de audio del venue, que se llevó los abucheos del lugar, fueron las únicas razones que los llevó a interrumpir el show en tres o cuatro momentos. Fue frustrante para la banda, se notaba su desesperación y frustración, tanto así que el bajista sacó su mejor español para tratar de darse a entender, literal, suplicando porque resolvieran el problema de los monitores. Pero, ya lo dijo Queen, “The show must go on”. La creatividad explosiva de la banda se apoderó del momento, con ese sonido psicodélico, alternativo y de alta energía tan claro y puro como el cristal. Los elevados niveles de frenesí turbado que germinan de los artistas a medida que se conectan con su audiencia, se percibían a cada segundo de cómo avanzaba el show.
La calidad de cualquiera de sus canciones de cada uno de sus discos es elevada por la jubilosa actuación en vivo. La conexión entre la banda y su material crea una sinergia que provoca que la audiencia se sintonice y se convierta en parte de la experiencia general; lo que es impresionante como una característica de Dirty Sound Magnet, se distingue de la idealización de que la música es solo para que el talento se exprese, y va al lugar donde todos son parte de la experiencia y la viven como lo deseen; es algo decidido y complementa su postura con su actuación enérgica en vivo y cada vez más calamitosa en el escenario.
Estos talentosos músicos tienen magnetismo de energía viva y producen música en vivo que involucra el alma y la mente de su audiencia. Hay algo progresivo y estilístico en este arte desarrollado por los suizos. Imagina un clásico como 1984 o Hamlet, un film de M. Night Shyamalan y la complejidad de Pink Floyd, reimaginado y revuelto en un sentido contemporáneo usando un estilo hipnótico y sacudido con energía y reescrito a través de un caleidoscopio de autenticidad emocional al estilo de The Doors o Led Zeppelin, y, quizá, puedas comenzar a capturar lo que Dirty Sound Magnet está trabajando para lograrlo. Como actuación en vivo, esto es brillantez dedicada.
Las grandes sensaciones provocadas por ese distorsionado blues en los solos de la guitarra y los tonos más profundos de la Gibson de Stavros atraviesan una configuración compleja para llegar a las almas más difíciles de penetrar y laten dramáticamente con el bajo fluido de Marco y su sobriedad retorcida. Las voces de Maxime desde la batería y los efectos especiales surgidos de esos tambores están escenificadas de manera impresionante para crear un estado de ánimo y una vibra que se suman al misticismo y las composiciones del material psicoactivo mencionado.
La actuación es sólida y deja a la multitud con ganas de más y la banda se deja querer. La banda agradece al público azteca y se dispone a retirarse. Por los problemas técnicos mencionados al principio y que robaron tiempo parece difícil que se pueda agregar un encore o tiempo extra al show. Las almas ahí reunidas están preparadas para dejarse llevar por una canción más. La noche es larga y no importa lo que siga adelante. Stavros pregunta si realmente la gente quiere otra canción, la gente responde afirmativamente y el vocalista/guitarra de Dirty Sound Magnet advierte que, tocaran una canción más, solo una, pero la advertencia es que esa canción dura veinte minutos (!!). Todos voltean a verse con la duda de saber si escucharon mal, si solo estaba bromeando el frontman, si su inglés no es tan bueno y, quizá, quería decir que duraba dos minutos o doce minutos. Hoy, en retrospectiva, parece chiste, pero es anécdota. Los mejores momentos y más épicos del concierto permanecerán con la audiencia mucho después del evento y sobre todo después de esos últimos veinte minutos. Bienvenidos a la transgénesis artística de Dirty Sound Magnet.