DMX – Grand Champ (Ruff Ryders/Def Jam)
Cierto es que Ludacris es el favorito del público y que Jay-Z es el niño rico del hip-hop norteamericano, pero si hay alguien que representa la imagen de la calle, del «selfmade», eso de lo que todos presumen y por lo que incluso son capaces de matar (literalmente) es, sin duda, DMX o DarkMan X. Todo ello, dejando claro que los tres, como muchos otros, están dentro de la burbuja del «mainstream» y lejos de otros ciertamente independientes como Sole, Why?, RJD2…
Ni una cosa ni otra deben ser el calificativo de lo que musicalmente pueda aportar cada uno de esos nombres. Es decir, puede ser un disco muy underground y ser una mierda o puede tener todas las bendiciones de las grandes compañías y, sin embargo, ser un gran trabajo.
Pues bien la nueva obra del multidisciplinar artista (actor de cine y teatro o creador de dibujos animados, por ejemplo), se mueve entre dos aguas. Por un lado, es un proyecto que ha contado, entre otras figuras, con la producción de los hermanos Dee y Waah Dean y con invitados de excepción como 50Cent, Swizz Beatz, Jadakiss, Monica e, incluso, la ex reina Patti Labelle. Mientras, que por el otro muestra la agresividad que se le supone, pero que no acaba de llenar lo mismo que su anterior trabajo, el opresivo The Great Depression (01) que contenía la magnífica «Who we be».
Este perro viejo (a él mismo se le puede oír diciendo que prefiere a los animales, concretamente a los canes, por encima de algunos hombres), de vuelta de todo, se pasará por los… lo que uno pueda decir. Al menos mientras que en el siglo de la piratería siga vendiendo más de 300.000 copias la primera semana (con sus cinco discos ya lleva 17 millones), por encima de, por ejemplo, Beyoncé o Erykah Badu.
Para los seguidores, a miles, de la voz más dura del hip hop (duele la garganta al escucharle), hay momentos grandes como el primer single «Where the hood at?», el duelo con 50Cent y Styles P que es «Shot down», los gruñidos iniciales de «We’re back» o también cuando está más ladrador que mordedor como en «The rain», «Don’t gotta go home» (en la que también gruñe, pero que si son a Monica, dudo que sean ladridos, más bien gemidos, aunque en su caso sea difícil distinguirlos), o el dúo con la soul-woman Labelle de «Thank you».
No está entre lo mejor del año, ni de su carrera, pero va a ser uno de los 10 ó 15 discos de hip hop que le voy a pedir a los Reyes Magos.