Documental: Woodstock 99: Peace Love and Rage (2021)
Woodstock es el festival por antonomasia. Hay mucha leyenda respecto a su edición de 1969, aunque en realidad tampoco fue tan idílico pues tuvo sus luces y sombras, sus complicaciones y contratiempos pero, en honor a la verdad, su imagen de paz, amor, música y libertad ha trascendido el tiempo y varias generaciones. En aquella ocasión más de medio millón de hippies desbordaron todas las previsiones de asistencia en una granja de Bethel, -estado de Nueva York- confirmando que el «flower power» cambiaría el mundo o moriría en el intento. El organizador del mismo, Michael Lang, reconoció que hubo cierto caos ante el desborde de previsiones y también varios jóvenes perdieron la vida por falta de planificación y desorden logístico. Pero, al margen de esto, su aura inmortal lo compone el idealismo hippie y las actuaciones de Jimi Hendrix, Janis Joplin o The Grateful Dead. No volvió a celebrarse hasta 1994, cuando se convirtió en un rentabilísimo negocio de nostalgia edulcorada y, como no hay dos sin tres, pensaron que en 1999, en el trigésimo aniversario del mismo, sería buena idea repetirlo. Pero no fue el caso.
En primer lugar, no era la misma América la de 1969 con todos los cambios sociales, culturales y la lucha por derechos de las minorías raciales, las mujeres y el colectivo LGTB que la que vivieron los jóvenes de final de siglo; con los yuppies triunfando, “¡Es la economía, imbéciles!” y la juventud más pendiente del hedonismo pluscuamperfecto que de ninguna lucha social. Tal como dice un comentarista al final del documental, es paradójico que las mismas velas que regalaron en un stand de una ONG por la paz en el mundo sirvieran para incendiar el recinto. Eran los años del escándalo Clinton-Lewinsky, la MTV y mucha testosterona white trash. Cuando los organizadores prepararon el cartel no podían faltar los grupos del momento; Rage Against the Machine, Limp Bizkit, The Offspring y Creed. En medio del ascenso del Nu Metal, el cartel del evento era el obvio y, a la luz de los testimonios recogidos en el mismo, el desenlace también.
Y aunque leí y escuché cosas sobre este evento, siempre pensé en leyendas urbanas que en realidad. Pero no, fue incluso más brutal. Hace años aparecieron documentales sobre el desastre del Fyre Festival, donde se dejaba ver la fruslería de la cultura influencers y como ello sirvió de hilo para el fiasco. Pero el Fyre nunca se llegó a celebrar. En este que nos compete sí, y aquí se analiza con todo lujo de detalles.
Pese a las buenas intenciones de revivir la gesta musical y colectiva más emblemática de todos los tiempos, cierto es que lo tuvo todo para ser un desastre y, aun así, salió peor. Vamos por partes para entender el desmadre; se realizó en una base militar en las afueras de Nueva York, una ubicación ya de por sí alejada de la filosofía Woodstock, pero eso es lo de menos. Únanle ustedes inclemencias del tiempo, precios disparados, baños rotos, cañerías reventadas, heces y orín por todos lados, deshidrataciones, mucho macho alfa lleno de rabia, más miembros de fraternidades universitarias y hete aquí la respuesta; desmadre, detenciones, fallecimientos y denuncias por violación.
El documental empieza preguntándose; “¿Cómo una icónica celebración de la armonía derivó en caos?”. Y durante más de 100 minutos nos explican ese final tan a lo Apocalipsis Now. Aquellos cuatro días del 22 al 25 de junio de 1999 que sirvieron para mostrar que cualquier cosa –hasta un evento de renombre mítico- puede derrumbarse bajo el peso de su errada ambición.
Puede verse en HBO.
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