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Eels – Extreme Witchcraft (E Works Records / [PIAS])

Lejos quedan ya los tiempos en que la publicación de un nuevo disco de Eels era una noticia realmente estimulante. La banda alter ego de Mark Oliver Everett lleva demasiado tiempo instalada en una suerte de cómoda velocidad de crucero en la que cada cierto tiempo sacan un disco parecido al anterior como excusa para salir de gira y seguir viviendo de esto. Algo legítimo, qué duda cabe, pero su base de fans no creo que haya aumentado mucho en la última década con las publicaciones que ha realizado. A los que ya somos fans nos mantiene, porque sus álbumes son dignos e incluso disfrutables para el público iniciado, pero parece haber perdido la curiosidad por el riesgo o la innovación. Ni rastro del picorcito que en los 90 o 2000 nos provocaban sus lanzamientos.

En este contexto, cuando se supo que Extreme Witchcraft iba a ser producido por John Parish, con quien ya trabajó en Souljacker (2001), un servidor arqueó la ceja con una mezcla de esperanza, estupor y fe. Rara vez se embarca Parish en la producción de un disco que no termine resultando magnífico (véase la discografía casi completa de PJ Harvey o Aldous Harding) y su presencia podía agitar el árbol compositivo de Mr. E para darle algo de vidilla. Una vez escuchado Extreme Witchcraft podemos decir que se nota la mano del productor, pero con eso no basta. Sí, hay rasgos de la crudeza marca de la casa y encontramos sonidos más roqueros de lo acostumbrado últimamente en Eels. Incluso por momentos parece que la banda se está divirtiendo grabando el álbum pero esta colección de canciones no figurará en ningún podio que se pueda hacer de su discografía.

Este arrojo en la grabación que suponemos que ha aportado Parish se hace especialmente patente en la dupla inicial: “Amateur hour” y “Good night on earth” cumplen con creces como munición para sus directos tanto hoy como en el futuro. Pero a partir de aquí el disco va fluctuando por el crisol de sonidos que acostumbra a destilar la banda norteamericana y ahí radica principalmente el problema: es tan “lo de siempre” que aunque esa identidad musical forjada con los años tenga en el eclecticismo su principal baza ganadora, de tanto repetir los mismos perfiles de canción estos se han convertido en un estándar. Es monótonamente variado, si se me permite el oxímoron. Hay canciones destacables como la juguetona “Stumbling Bee”, las sucias “Better living through desperation” y “What it isn´t” o el tema que cierra el disco, “I know you´re right”, que podría pertenecer a cualquier disco anterior del grupo sin desmerecer, pero el nivel general no pasa del aprobado.

En cuanto a los textos, la variación tampoco es excesiva: Everett nos sigue hablando de sus movidas, aunque quizá con un punto más optimista o, mejor dicho, menos pesimista, pero no parece que ande buscando escribir la letra de su vida. Quién sabe si esos ripios los está guardando para una segunda parte de su celebrada novela “Cosas que los nietos deberían saber”, obra que con el paso del tiempo parece que va a ser lo que más se recuerde de un autor que en su momento nos enamoró locamente pero que ahora mantiene viva la llama de milagro. Menos da una piedra.

Escucha Eels – Extreme Witchcraft

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