El Sonido y la Perfección. Greg Milner (Léeme, 2015)
“Nihil novum sub sole”, decían los clásicos. La literatura musical es, como toda la literatura en general, un buen camino para llegar a la conclusión de que, efectivamente, no hay nada nuevo bajo el sol. En los últimos años se han publicado varios libros con voluntad historiográfica, enfocados en distintos aspectos de la música y sectores adyacentes, cuya lectura convierte en casi graciosos muchos de los encarnizados debates que tienen lugar en la actualidad respecto a diferentes cuestiones como el formato de las grabaciones, la distinción entre “alta” y “baja” cultura, la crisis de la industria, el auge del “hazlo tú mismo”, etc. Resulta gracioso no porque dichos debates no sean necesarios, y los temas que tratan importantes, sino porque uno se da cuenta de que esos debates son casi tan viejos como la propia historia de la música, al menos desde que se convierte en un producto de intercambio comercial.
Justamente esos son los temas de los que trata El Sonido y la Perfección, obra de Greg Milner publicada hace unos años y ahora traducida al castellano (a cargo de Yuri Méndez) gracias a la editorial Léeme. El subtítulo, “una historia de la música grabada”, resulta más directo pero no tan revelador como el título: desde el primer minuto en el que se consiguió reproducir un sonido utilizando la tecnología empezó un camino de discusiones, problemas, brillantes hallazgos y, sobre todo, una búsqueda de la perfección sonora. O de lo que en cada momento se considerara como perfección. En ese sentido, resulta casi cómico que, como cuenta el libro, las primeras pruebas de los aparatos de grabación y reproducción fueran unas escuchas “a ciegas” en las que el público, por lo visto, era incapaz de diferenciar en la mayoría de ocasiones cuándo sonaba el artista, interpretando en directo, y cuándo lo hacía el dispositivo reproductor. Hoy en día nos la cuelan con playbacks a diestro y siniestro, pero tenemos una tecnología supuestamente muy avanzada por lo que a la creación y recreación de sonido respecta. ¿En serio hace más de 100 años también se la podían colar a los experimentados espectadores de un teatro? En fin, esta es una de las muchas sorpresas que encierra el libro de Milner.
Aunque el libro habla de la evolución en las tecnologías que se han usado y se están usando para grabar y reproducir sonidos, y en ciertos momentos la terminología y el lenguaje pueden resultar un tanto complicados para los profanos, se trata de un texto con el que nadie con afición por la música debería aburrirse, independientemente de sus conocimientos previos. Junto a los detalles más técnicos de la compresión del sonido, la eterna confrontación entre analógico y digital, o la sintetización del sonido de manera puramente artificial, temas un tanto áridos para los que no se muevan en ese mundo, se despliegan innumerables anécdotas y hechos interesantes para cualquiera: cómo se originó por accidente el estruendoso sonido de la batería de Phil Collins en “In the air tonight”, las polémicas que llevaba consigo cada avance tecnológico, los orígenes del CD y las dificultades que tuvo en sus inicios para ser aceptado por la propia industria, las peripecias del famoso recolector de sonidos Alan Lomax, el auge de los “samples”, las diferentes manías de los productores e ingenieros de sonido, las campañas de fans de los Red Hot Chili Peppers para que sus discos no sonasen tan alto y las curiosas teorías sobre cómo, supuestamente de forma negativa, afectaba al sistema nervioso la escucha de música grabada de forma digital.
Desde los cilindros de Edison hasta los modernos codecs, El Sonido y la Perfección va desgranando, en orden cronológico y de una manera muy amena, cada pequeño y gran avance tecnológico que ha llevado hasta la situación actual, derrochando enorme sapiencia pero también mucho amor por la música y devoción por los artistas, los ingenieros, los productores y la gente que, de una u otra manera, ha contribuido a que hoy podamos escuchar voces y canciones grabadas hace un siglo. Aunque el autor no pueda evitar dejar caer alguna de sus opiniones, por ejemplo cuando habla sobre la compresión del sonido y la guerra del volumen, en general escribe con un estilo narrativo, casi novelístico, que en ocasiones incluso le da cierto suspense a algunas de las tramas.
Se trata de un libro sobre la música, sí, pero transciende las meras explicaciones técnicas y las anécdotas de más de un siglo de avances tecnológicos para ir más allá al documentar, con todas sus glorias y sus miserias, un sueño que el hombre ha perseguido durante siglos: dejar algo para la posteridad cuando ya no esté.
Después de 40 años de afición por la HI-FI y muchos conciertos, la única verdad verdadera en las grabaciones es la toma sonora y eso amigo no se estudia. Solo los verdaderamente dotados serán los elegidos para hacer grandes grabaciones.