Entrevistas

Entrevistamos a Tefy Clouds

«Somos muñecos poseídos cuyas almas no tienen destino». La frase aparece al inicio de la charla como un relámpago improvisado, y de inmediato la conversación cambia de tono. Las risas nerviosas, eufóricas de Tefy Clouds (escúchalas) llenan el aire, rebotan entre las paredes como si estuvieran ensayando en un garaje donde cada palabra es un acorde desafinado.

Hablan sin filtro, se interrumpen, se contradicen, se ponen de acuerdo, pero en esa desorganización hay un pulso que late más fuerte que cualquier ensayo pulido: la camaradería, la hermandad. En vivo o en estudio, la banda de León, Guanajuato, no esconde lo que son: un desahogo en carne viva. Suenan como si hubieran heredado la rabia de Seattle en los noventa y la hubieran mezclado con el sudor pegajoso de un evento punk en cualquier bodega mexicana. No hay maquillaje, no hay ornamentos: solo vísceras, slam y una honestidad que incomoda tanto como seduce.

Una entrevista con ellas no se siente como una charla, sino como subirse al escenario sin red de seguridad, donde cualquier palabra puede convertirse en un riff que prende fuego a la conversación.

“No es metáfora suave, es algo carnal”

Hablemos de “Pastelito”, su más reciente sencillo.

Estefy: Es la primera canción donde mezclamos español e inglés. Antes habíamos metido un poco de francés, porque yo estudié lenguas, pero esta vez quise experimentar más. La rola nace de un enojo con un exnovio (ya sabes, un maldito bastardo), pero no se queda solo en eso. Forma parte de una historia mayor dentro del próximo álbum: morir, resucitar, volver a morir y resucitar otra vez, metafóricamente… o tal vez no.

 

¿Quién escribe y cómo funciona su proceso de composición?

Estefy: Yo hago las letras, pero lo musical lo trabajamos entre las tres. La idea es que todo fluya en conjunto.

Hay un disco que aún está en proceso. ¿Existe algún EP, algo previo?

Estefy: Ya grabamos la mitad de las canciones. Con el estreno de “Pastelito” sumamos tres sencillos, pero aún falta pulir y meternos de lleno al estudio. Sí queremos sacarlo en físico, porque muchos fans lo piden. El problema es que la inversión se ha ido a grabaciones, fotos, videos, giras… pero la idea está clara.

¿Sus influencias hablan de la mezcla o el resultado final en su música?

Estefy: Nirvana detonó en mi la chispa adolescente.

Karla: Molotov, Maldita Vecindad y Panteón Rococó me marcaron con la batería, con ese sello explosivo.

Gaby: Juan Gabriel y Marco Antonio Solís dejaron su huella más romántica para mí. Y en la guitarra, Alex Lora, Guns N’ Roses y Metallica fueron la escuela.

Suena a una colisión de universos musicales. ¿Cómo se refleja eso en el sonido de la banda en vivo? ¿Parte de esa crudeza y pasión se refleja en el estudio?

Estefy: Creo que ahí está el secreto: Tefy Clouds es juguetona. Nuestras canciones no siempre siguen estructuras convencionales; a veces son más como monólogos o spoken word. Aportamos cosas diferentes: yo más agresiva, Karla con sus ritmos latinos y juguetones, y Gaby con una vena melódica y dramática. Esa mezcla nos da identidad.

Karla: Grabamos casi en vivo, con los instrumentos al mismo tiempo. Nos gusta que el resultado se acerque a lo que la gente escucha en un concierto. Sí metemos detalles de producción, como doblar voces o ciertos efectos, pero no queremos sonar maquilladas. Queremos que sea transparente.

 

¿Y qué género son entonces?

Gaby: Nos han catalogado como grunge, punk, incluso shoegaze. Una vez nos dijeron ‘shoegaze pesado’, que ni sabemos si existe (risas). Nosotras creemos que estamos entre el garage, el grunge y el rock alternativo, pero sin encasillarnos. Componemos lo que sentimos. Hay canciones que suenan incluso a metal, y no lo planeamos, simplemente pasa. Al final, la etiqueta es lo de menos. Tefy Clouds suena a furia, a emoción, a pasado, presente y futuro mezclados. Su ruido es liberador. Su ruido es suyo.

¿En vivo, Tefy Clouds se convierte en un ejercicio de catarsis?

Karla: Para mí la batería es liberación. Llegar con estrés y soltar todo golpeando es lo más honesto que existe. Esta banda es eso: un grito colectivo, un espacio para sentir sin filtros.

Estefy: Tal vez nuestros shows en vivo tienen más energía por la emoción del momento, de estar arriba del escenario. En el estudio nos damos el lujo de detenernos, decidir que esta parte debe sonar más fuerte, esta más cerrada, aquí bajo, aquí alto. En vivo no puedes poner atención a cada detallito, simplemente fluyes. A veces hasta improviso cosas que nunca grabé, y eso también está chido, es parte de disfrutar el momento.

Karla: Sí grabamos crudo, pero solo en el estudio en el que trabajamos, en León Guanajuato, es muy bueno. Ahí sí nos tomamos en serio la mezcla y los ajustes. En vivo, en cambio, lo dejamos todo más suelto. Y está bien: es otro tipo de energía.

Ustedes componen desde un lugar muy visceral, pero también con cierta conciencia narrativa. ¿Cómo equilibran lo emocional con la coherencia que debe llevar un álbum del tipo “conceptual”?

Estefy: Para mí todo parte de lo emocional. Soy muy sensible, muy volátil, y aprovecho eso para escribir. A veces es difícil explicar cómo te sientes con palabras, pero a través de una canción sale más fácil, como catarsis. Y aunque todo parte de lo visceral, también busco una coherencia; que el álbum tenga un hilo narrativo, un concepto que le dé sentido. Así cada canción cuenta parte de la misma historia.

¿Ese concepto se refleja en algo de sus primeras grabaciones? ¿Quién es Iris?

Estefy: Iris es un alter ego, un personaje que observa todo desde una infancia marcada por un núcleo familiar roto, lleno de experiencias negativas. No es que cada canción esté conectada línea por línea, pero todas orbitan la misma historia, ese mismo universo.

Su sencillo más escuchado, “Antipsicótico Atípico”, toca fibras delicadas.

Estefy: Habla de lo complicado que puede ser estar medicado. Es algo muy común: la depresión, la terapia, los ciclos de pastillas… y también la crítica social que a veces recibes, con frases como: ‘hay gente peor, no deberías sentirte mal’. La canción refleja lo cíclico y lo duro de todo ese proceso, que además se conecta con temas ya presentes en otras canciones.

 

¿Hay alguna canción que les duela más tocar en vivo?

Karla: Con “Tan sola” lloré en un show. Me pegó mucho, no sé ni por qué, simplemente me atravesó. Y también “Vestido”. Son canciones muy personales. Todas tienen un significado profundo; no hacemos canciones vacías de ‘odio a los hombres’ y ya. Lo que escribe Tefy es sentimental y llega muy adentro. Eso me encanta.

Gaby: Yo disfruto tocarlas. Me parecen letras muy interesantes, más que dolorosas. No es que me toquen fibras sensibles, pero sí reconozco que algunas, como “Tan sola”, logran pegarme un poco. Lo que me fascina es que siempre están cargadas de significado.

Sus letras evocan imágenes fuertes: violencia, colmillos, sangre, mutilaciones. ¿Es algo deliberado?

Estefy: Sí, totalmente. Son imágenes viscerales que te sacuden, que hacen decir: ‘maldición, se están muriendo’. No es metáfora suave, es algo carnal. Pero también lo mezclamos con lo femenino, con nuestra identidad como mujeres rebeldes. Es un contraste: lo tierno y lo vulnerable con lo agresivo y lo sangriento.

Gaby: Ese contraste visual y lírico entre lo femenino y lo visceral nos parece muy poderoso. Lo agresivo resalta aún más cuando se combina con la vulnerabilidad.

Hablando de crudeza… ¿cuál ha sido el show más memorable hasta ahora?

Karla: El primer toquín en Aguascalientes. El público estaba salvaje, aventando de todo: orines, deshechos, basura, sangre, lo que quieras. En medio del show volteo y Estefy ya tenía sangre en la frente. Nadie sabe de dónde salió, ni si era suya. Fue un blackout loco, pero increíble. Ese día entendimos que la gente también busca su catarsis con nosotras. Y de eso se trata: nosotras nos liberamos tocando, ellos se liberan escuchando.

 

Si pudieran compartir escenario con cualquier banda, viva o muerta, ¿cuál sería?

Karla: Babes in Toyland. Siempre fue mi sueño verlas en vivo y nunca pude. Sería increíble abrirles, aunque ya no toquen. Y hay una banda que se llama Bebé.

Gaby: Children of Bodom. Su guitarrista murió hace cuatro años y me quedé con la espina de nunca verlos. Compartir escenario con ellos hubiera sido brutal. En la escena mexicana, ya cumplí un sueño: abrirle a Descartes a Kant. Ojalá se repita.

Estefy: Me hubiera gustado compartir escenario con artistas como Janis Joplin, Yoko Ono. Mujeres cuya arte me ha marcado mucho. Y aquí en León, me gustan mucho Los Grizzlies: música del corazón, auténtica. Con gente así siempre vale la pena coincidir.

¿Cómo quieren que se sienta alguien que escucha su música por primera vez?

Estefy: Esa es una pregunta muy rara. Yo no quiero que se sientan de ninguna forma. Qué sientan lo que tengan que sentir. Qué se pongan los audífonos y así de que se convulsionen.

Antes de despedirse, manden un mensaje a sus fans.

Karla: Gracias infinitas. Si no fuera por ustedes, no habríamos llegado a tantos lugares ni conocido a tanta gente y propuestas musicales increíbles. Sigan apoyando la música, a sus amigos, a sus familias… y también a la Biblia, si quieren (risas). Pero, sobre todo, sigan apoyando lo que nace del corazón.

Escucha a Tefy Clouds

 

WP-Backgrounds Lite by InoPlugs Web Design and Juwelier Schönmann 1010 Wien