Especial: 50 años de Electric Warrior de T. Rex: germen del glam rock
En un escenario convulso donde el movimiento hippie comenzaba su declive y The Beatles conquistaban cada vez más parcela de las islas británicas, el halo revolucionario de una nueva década trataba de reformular música, que por aquel entonces había alcanzado una perfección casi divina de la mano de grupos como Pink Floyd o Deep Purple. Los 70 habían llegado y prometían frescura y mucha transgresión.
Se iniciaba entonces una época de gran aperturismo musical que diluiría cada vez más el virtuosismo que había asentado el rock progresivo y psicodélico de los supergrupos del momento. Y fue entonces cuando un joven de tan solo 22 años bajo el nombre de Marc Bolan decidió desterrar sus pantalones campana y el tradicional folk rock, abrazando devotamente las plumas, el maquillaje y el brillo.
El cantante, tras concebir cinco discos junto al grupo Tyrannosaurus Rex, quiso dirigir su música en una dirección totalmente inexplorada. Su objetivo era recuperar la sencillez de lo antiguo y dejar a un lado la musicalidad pesada del progressive rock.
Sin embargo, para poder emprender este cambio era preciso reinventar la banda, por lo que decidieron firmar con la incipiente discográfica Fly Records y contraer un nombre más atractivo y sugerente: T. Rex. El primer sencillo tras su metamorfosis fue “Ride A White Swan”, tema que pulía el camino hacia un estilo musical contagioso.
Incluidos Bill Legend a la batería y Steve Currie al bajo, se lanzaron a la creación de Electric Warrior, la obra magna de T. Rex. Álbum que vería la luz un 24 de septiembre de 1971.
El músico londinense abandona el blues rock de la primera etapa de la banda, adquiriendo una imagen andrógina, donde la purpurina y los trajes de colores se convertirían en las piedras angulares de su personaje. Aderezó este atuendo con altas dosis de rock and roll y una cautivadora sensualidad. Y así se creó el cóctel divino: el glam rock.
El ensalzamiento de la figura de la mujer y el sufrimiento inevitable al que nos aboca el amor platónico son el eje vertebral del disco. Este abre con “Mambo Sun”, una de las canciones más pegadizas y seductoras, en la que la guitarra eléctrica de Bolan resulta arrolladora y efectista, ejecutando un solo coreable que sigue la melodía principal del tema.
Mediante ritmos frescos e hipnóticos riffs de guitarra profiere una atrevida adulación hacia una mujer, a la que equipara con un coche de lujo en la sugerente y frívola “Jeepster”.
No obstante, el álbum posee también temas más acústicos y pausados, tales como “Girl”, “Life Is A gas” o “Planet Queen”, poseedoras de tintes místicos y poéticos.
Aunque no podemos obviar la canción más emotiva del disco, que no podía ser otra que “Cosmic Dancer”. Un tema de exquisita brillantez con aires poperos donde el protagonismo recae sobre la guitarra acústica y los arreglos orquestales. Una oda al baile, los bailarines, y como no, a la música. Esta balada se convertiría, además, canción de apertura del insigne filme Billy Elliot.
En el lado de las composiciones más sosegadas, se encuentra “Monolith”, un tema bañado en coros armoniosos, donde la guitarra despunta en las frases cargadas de wah.
Y en el otro extremo, se podría enmarcar “Rip Off”, la canción más combativa del álbum. Aspecto cristalizado mediante el enfrentamiento entre la batería y los bongos de Mickey Finn, que entronca claramente con el movimiento proto-punk.
“Lean Woman Blues”, por contra, es una canción típica del tradicional género blues, algo que desentona con la innovación que sigue la línea principal de la referencia; pero que, aun así, no entorpece su desarrollo melódico.
La pegadiza “The Motivator” rezuma elegancia en la incitante voz de Bolan, que se dobla en los estribillos y consigue inyectarnos su tarareo en los estribillos mágicamente.
Sin embargo, el tema que catapultaría el disco a la fama sería “Get It On”. Una melodía que destila frescura y rock and roll y de la que nadie podrá salir indemne.
La reedición de Electric Warrior de 2003 incluyó el sencillo “Hot Love”, single promocional del disco donde el intérprete llega al culmen del erotismo.
El álbum, producido por el reputado Tony Visconti, alcanzó el puesto número uno del UK Albums Chart y proyectó un importante influencia en artistas como David Bowie, quien exprimió el glam rock, convirtiéndolo en su principal medio de expresión con la creación de su alter ego Ziggy Stardust. A su vez, supuso un gran influjo en la confección de la estética de bandas como Queen, Slade, New York Dolls o el mismísimo Elton John.
Su imparable estela se extendió hasta la década de los ochenta, inspirando a los grupos más cañeros como Motley Crue, Kiss o Bon Jovi, que adquirieron el glamour y los peinados del género. También hizo mella en en las bandas de la new wave, tales como Duran Duran o The Human League. Por si fuera poco, en España inspiró a artistas tan grandes como Alaska, Radio Futura o Tino Casal.
Este disco fue un punto de inflexión en la historia de la música. Una pieza artística catártica con la que se inauguró un nuevo género musical y una actitud empoderada y desenfadada ante la vida. En contraposición al rock heteronormativo, el glam jugaba con la ambigüedad sexual y difuminaba los estereotipos de género. Algo que Bolan consigue a través de la sensualidad vocal, la frivolidad de sus letras y la falta de agresividad ejecutiva.
El rey de la extravagancia fue, sin duda, un visionario de su tiempo e inmortalizó una tendencia musical única e inigualable.
Electric Warrior es, por ende, un álbum que reivindica las raíces del rock y el folclore musical, pero que no deja de mirar hacia el futuro más cósmico y vanguardista.
Marc Bolan fue un adelantado a su época. Plasmó su ecléctica personalidad en un disco como este, que dejó una impronta indeleble. Muchas gracias por publicar especiales de esta calidad, son necesarios más que nunca! 🙂
Inmortal, lo amo