Experience – Nous sommes (en) encore là (Green Ufos)
Muchos lloramos aún la desaparición de la banda que mejor supo heredar los postulados artísticos de esa hermosa ave trágica que fue Joy Division, Diabologum. Lo que nos quedó tras su defunción fue la gratísima aparición de dos propuestas: Programme (con Arnaud Michniak como cabeza pensante creadora del devastador L’enfer tiède) y la que nos ocupa, Experience (los tendones más duros del rock del nuevo milenio gracias al malrrollismo escupido por Michel Cloup, especialmente en esa obra maestra que supuso su debut Aujourd’hui, maintenant). Esta vez no busquen reunión nostálgica, los señores acabaron literalmente a ostias.
Centrémonos en la obra que nos ocupa: Nous (en) sommes encore là. Pero antes, permítanme un nuevo quiebro; remontémonos a la evolución del cóctel molotov Experience: ya hemos incidido en el carácter visionario, musculado e inquieto de su debut, inigualable; clave del devenir rockista que debiera ser el sustrato musical del nuevo siglo; no tuvo una continuación a la altura, si bien Hémisphère gauche mantenía un nivel aceptable pese a los temas en inglés de estribillo reiterativo facilón. Hasta ahí, intachable. Llegó después el disco de versiones: Positive karaoke with a gun…, prescindible aunque inteligente en sus relecturas. Y de nuevo llegamos al año 2008.
Tercer párrafo y se terminó de marear la perdiz, allá voy: la masa gris creativa de Cloup está definitivamente seca. Es duro aceptarlo y soportamos estos sesenta y cinco minutos porque, al menos, su corazón sigue encharcado de mala sangre y eso presupone honestidad y justifica un trabajo que, ojalá, fuera mucho más grande, necesitamos disidentes como los del trío francés.
Comienza “Entendre ça” y los arañazos de guitarra ya no tienen el mismo nervio, la misma urgencia encabritada; la denuncia de la insatisfacción aparece ahogada. Su forma de adaptar el hip hop a su discurso vuelve a estar presente, pero resulta más inofensiva que nunca a pesar de las intenciones (“Ils sont devenus fous”, “La république invisible”).
Es cierto que “Une larme dans un verre d’eau” o “La vérité” son intentos desesperados por recuperar un pulso definitivamente difuminado, fogonazos aislados que otras veces quedan en tierra de nadie (“Il y a toujours une lumière”) o en caminos ya transitados con mejor tino años ha (“Des héros”). Inspirado resulta el magma de marcialidad a lo Manta Ray de “Les aspects positifs des jeunes énergies négatives” sobre el que escupe rabia recitada Cloup, pero es sólo un espejismo neutralizado por los coqueteos con un perfil inédito de coros femeninos cristalinos y gráciles (“Something broken”, “Retrouvée”) que rechinan para los que nos derretimos en sustancias escuchando el dueto de “Deux” en su día.
Tras escuchar este trabajo fallido, la sensación que queda es como si esa Francia bastión histórico del “liberté, égalité, fraternité” hubiese claudicado ante la siniestra garra neoliberalista que sume la conciencia colectiva en un sueño sin –por ahora- despertar posible.