ConciertosCrónicas

Gluecifer + Kosmik Boogie Tribe (Sala But) Madrid 25/10/19

Una nueva tanda de conciertos de la gira de reunión de Gluecifer trajo de vuelta una vez más, hasta la mediterránea España, a la banda Noruega con dos fechas, Barcelona y Madrid contemplaron estos pasados 24 y 25 de octubre respectivamente a los auto coronados como Kings of Rock, los Demonios del Pegamento regresaban a proclamar su reino a la tierra que les proporcionó el cetro, una generación nueva de público que se suma a la anterior y actualiza su idilio rockero con este país.

Hablar de Gluecifer es pensar en Kike Turmix; no es casual ni trivial que dedicaran canción, concierto y lo que hiciera falta al mítico gordo bilbaíno malasañero, fue el y no otro el que situó al grupo en el mundo, la matrona que lo trajo a la vida en aquel ya lejano mayo del ‘98; la banda aterrizaba por primera vez fuera de su país y lo hacía en el FestiMad de Móstoles junto a Hellacopters y bajo la tormenta en un concierto que quedará fijo en la retina de todo aquel que estuvo presente, una nueva promoción de rock escandinavo reclamaba sitio preferencial en la industria musical internacional y lo hacía de la mano del irreverente y orondo punki hispano de Turmix, el resto es historia.

Acompañados para la ocasión y en modo muestrario de calentamiento, sus compatriotas de Kosmik Boogie Tribe, acerado y veloz Hard Rock’n’Roll como manda la pauta, rasgaron el inicio de la función anticipándose a la hora prevista y sin permitir hueco a la duda sobre que iba lo suyo, energía desatada con la ganancia de la distorsión puesta en el once sobre diez. Banda de recorrido consolidado y con miembros que son perros viejos desde aquel estallido final del siglo pasado, la Tribu del Boogie Espacial hizo lo propio muy consciente de que solo tenían la oportunidad de un instante para llevarse al espectador a su bolsillo. Incendiarios cual Napalm y devastadores como el caballo de Atila, dar el asalto y salir corriendo, no dejar prisioneros para que la sala se regodeara salivando el anticipo de lo que se avecinaba.

Con el público rendido de antemano, enfervorizado y febril, Gluecifer arrancaron midiendo la tensión con “A call from the other side”, sujetando la intensidad lo exáctamente preciso para dar lugar a la debacle comunitaria rebosante de euforia de “Car full of stash” y un adrenalínico “Get the horn” y esto solo había sido la presentación, el planteamiento de la obra que acababa de empezar. Un repertorio que va más allá de la solidez, plagado de piezas que son clásicos por derecho propio y que el grupo fue desgranado en un set list que iba de lo bueno a lo mejor de su discografía completa, un recorrido íntegro a toda su historia discográfica que es la banda sonora personal de los que estábamos reunidos en la Sala But esa noche. A piñón fijo o sin descanso, que es lo mismo, la banda solo detuvo la maquinaria el instante de coger aire y abordar “Evil Matcher”, la que posiblemente sea el número más acelerado y furioso de toda su colección de temas, se despidió para entrar a camerinos con “Black book lodge” sin haber dado apenas espacio a poder respirar.

Y exáctamente eso se permitió, lo que tarda la inhalación de una bocanada de aire y regresar con el “He’s a whore” de Cheap Trick que daría lugar a un emocionante y emocional colofón con “Bossheaded” entonado por el auditorio al completo, un exaltado y apasionante “The year of manly living”, un sentido “Desolate City” dedicado a su natal Noruega y salir por la puerta grande con un ralentizado “Nice Boys” de Rose Tattoo, aumentando la chulería y el bacilón de la original si esto es posible.

Está por ver y decidir quién será el relevo y nuevo estandarte del Rock’n’Roll, pero lo que está claro es que donde dejaron el listón Gluecifer es una marca alcanzada por los grupos que cuentas con los dedos de una mano y es posible que todavía te sobre alguno.

 

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