I Am A Bird Now cumple 10 años. Recordamos el disco más aclamado de Antony & The Johnsons
La mitología actual dice que el personaje, que no la persona, de Antony Hegarty comenzó a gestarse cuando el joven Hegarty vio la portada del primer disco de Culture Club , Kissing to be Clever (1982). Los avatares de su vida familiar de la que nunca se ha desvinculado, llevaron al joven inglés a vivir en Inglaterra, Holanda o California para finalmente en el año 1990 aterrizar y acomodarse como estudiante de teatro en las calles de Nueva York. Los «Black Lips» era el nombre de su primer grupo de teatro. Ya en ese momento encontramos las raíces del disco que quince años después ganaría el Premio Mercury, arrebatándoselo casi de entre las manos a los emergentes Kaiser Chiefs. El grupo de teatro Black Lips fue también el germen del que brotó la que durante años ha sido su banda de acompañamiento, The Johnsons, junto a los que ha firmado hasta el momento sus mejores y más personales composiciones.
Sin embargo antes del terremoto que supuso la publicación de I Am a Bird Now (2005), Antony invirtió gran parte de una beca de estudios que le fue concedida en 1997, para financiar la publicación de su primer LP, el que llevaría por título Antony and the Johnsons (2000), un debut homónimo que ya adelantaba la excelencia de una carrera que desde sus inicios resultó sorprendente y envidiable: Jazz, soul, cabaret, clásica, pop-art…sonidos familiares e inclasificables que albergan y dibujan sentimientos potentes en el oído y el corazón del oyente. Aunque tuvieron que pasar cinco años hasta que con la publicación de su segundo disco el Mundo se fijara en este personaje único en su especie, y todo fue gracias a una colección de canciones que siguen plenamente vigente diez años después de ver la luz por primera vez.
Lou Reed fue su mentor, apostando por una forma de cantar que no terminaba de casar con los estándares pop y mucho menos con los espectáculos de travestis y Drag Queens en los que Antony forjó ese carácter teatral que hoy es marca de la casa. El propioHegarty ha explicado en varias ocasiones que salió de los tugurios neoyorquinos gracias a la insistencia de Lou Reed que suponemos que prendado del tufillo a deidad que arroja su voz, convenció al inglés para que lo teloneara en su extensa gira mundial.
El éxito no es fácil, ni mucho menos responde a una fórmula matemática, no se le ocurre al autor un álbum que a priori o por definición pudiera resultar menos simpático para el consumo masivo que I Am a Bird Now, en el que la tensión musical, a base de notas dominantes y subdominantes se termina de encrespar con unas letras que tratan sobre la amputación de los senos o la desesperanza de una muerte en soledad, y cuyo único momento de esparcimiento se encuentra en el corte número nueve en el que brevemente se deja oír la voz de la Doctora en Matemáticas Julia Yasuda, conocida activista transexual, que se prestó a hacer una aparición estelar mientras de fondo se oye un mensaje en Código Morse. Y es que la grandeza del disco reside en que no dicta, sino que excita, no es un disco docente, no adoctrina, ideas que viajan sueltas y que persiguen la libre interpretación, con un frágil pero muy presente hilo conductor. De tal modo que cualquiera pueda interpretar su propia realidad a través de las mismas notas musicales, retorciendo la poesía de las canciones al antojo del oyente según sus propias experiencias.
Evidentemente la sexualidad en un tema protagonista en el disco, no en vano fue escrito en los años en los que de manera deslenguada Antony Hegarty se atrevía a hacer este tipo de declaraciones cuando se le preguntaba por sus inclinaciones sexuales: «No sabía lo que me estaba pasando. Pensaba que la homosexualidad era algo desagradable, aunque luego me di cuenta de que yo mismo era un chupapollas. No conseguí asumir y superar estos problemas de homofobia interna hasta mucho tiempo después«. Impensable que a día de hoy un periodista sonsaque este tipo de información al bueno y elegante Hegarty. Se hace difícil creer que la dama refinada en la que está mutando Antony contestara de manera tan deslenguada a un periodista. Como mucho la mayor recompensa que podría llevarse sería toda una teoría construida sobre creencias personalísimas acerca de la identidad transgénero, identidad con la que se define el propio Antony, y que sin lugar a dudas no incluiría ninguna mención explícita a su vida sexual.
Gran parte de este cambio y esta reticencia a hablar sobre su vida privada, pudo venir aparejada por el paso de gigante que Antony«sufrió» entre la publicación de su disco debut y I Am a Bird Now. Con cinco años de diferencia pasó de aparecer en las contraportadas de los fanzines, a copar las portadas de los medios generalistas gracias en buena medida al Premio Mercury. Tras la publicación del disco el personaje creció y se reafirmó en sus convicciones con el apoyo que le otorgó la fama y el dinero, pero también se hizo más cauto y menos terrenal, más lejano y menos accesible. El disco le debe parte de su éxito a la forma tan visceral en que está cantado, ese dolor arrastrado de las palabras, ese sentimiento tan conocido por todos. Consigue hacer solidario el sentir por un dolor que aunque le canta a temas ajenos se troca igual de conmovedor una vez procesado por el oído humano. El cuerpo reacciona como un resorte, automático y carnal. De hecho Hegarty achaca la popularidad que ha alcanzado el disco a que de alguna manera ha encontrado su lugar en el subconsciente del público mayoritario.
Es apasionante leer acerca de los corrosivos inicios de Antony Hegarty como artista y más aun sabiendo que fue durante esos primeros festivos años en los que el disco se comenzó a gestar. El músico Devendra Banhart, amigo íntimo de Hegarty y uno de los numerosos colaboradores que aparecen acreditados en el disco, recordaba en una entrevista: «Hegarty era la cabeza visible de The Cockettes, una compañía colectiva de Drag Queen barbudas. Formó primero un grupo llamado Black Lips, a continuación, losJohnson, con los que en principio sólo interpretaba obras de teatro surrealistas a las tantas de la madrugada, para pasar después al mundo de la música«. Lo que reafirma el propio Antony: «El tema del teatro fue un desvío bastante largo de mi carrera. Realmente lo que más me importaba era cuando en mitad de la actuación me levantaba y cantaba una canción. Mi primera idea era que compondría bandas sonoras y de ese modo intentaba justificarme a mí mismo delante de las cincuenta personas que me observaban en cada actuación«.
Pero si de colaboraciones se trata, el disco ya venía condecorado de fábrica. Antony no sólo contó con la ayuda de Devendra Banhardt entre los inmortalizados nombres, sino que Lou Reed, Boy George y Rufus Wainwright, completan un elenco de artistas de los que bastaría poner una fotografía tipo carné sobre una mesa para entender de una manera muy gráfica la esencia del disco: «Colaborar con más gente me hizo sentir menos sólo, compuse el álbum de una manera intuitiva, del modo que creía que tenía que hacerlo. Mucha gente que luego colaboró en el álbum había sido la inspiración para componerlo. Por ejemplo, Boy George fue el primer reflejo de mí mismo que encontré en el Mundo […], me dije, vale, esto es lo que somos la gente como yo, somos cantantes. Cuando veintidós años después me encontré en una habitación con un piano y grabando con él «You Are My Sister» sentí como el círculo se completaba dentro de mí«. Otro círculo se cierra con la elección de la fotografía que adorna la portada del disco, una moribunda Candy Darling enferma de cáncer sobre su lecho de muerte, un personaje asiduo de la Factory de Warhol y sin duda otro punto de conexión en todo ese entramado alternativo que rodea el nacimiento del disco, ya que Candy Darling fue gran amiga del propio Lou Reed, quien aparece tímidamente como presentador de la sentimental «Fistful of Love», una ardua y vigorosa elegía sobre el masoquismo emocional.
I Am A Bird Now se nos presenta como un disco mucho más íntimo que su predecesor, separado por cinco largos años, y se palpa en sus costuras y en la forma en que se percibe, incómodo y cercano a pesar de que las verdades que escupe son personalísimas, con temas que con la única excepción de la muerte y el amor, no resultan en absoluto cotidianos. En cierto modo es fácil identificar el paso del tiempo a través de sus canciones, y parece el oyente atisbar que han sido cocinadas durante más de una década, procesadas hasta la extenuación, hasta su rendición final en forma de publicación. Alguna de las canciones como «Fistful of Love» fueron escritas en 1992, mientras que la archiconocida «Hope There´s Someone» se escribió tan sólo meses antes de que el disco fuera grabado. El proyecto inicial era haber grabado dos discos, que ya tenían incluso título provisional, por un lado «I Am a Bird Now» y por otro «My Family» pero finalmente se decidió unir ambos discos desechando multitud de canciones que han ido apareciendo en EP´s, lo que explica la excepcional calidad de los mismos a lo largo de estos diez años.
Nos quedamos con las declaraciones de Antony el mismo año en que se publicó el disco, cuando de manera muy teatral subrayaba en una entrevista mientras se maquillaba antes de salir al escenario para dar un recital: «Al final la magia de todo esto, es que algún niño de siete años me vea por la tele, se sorprenda, grite y que a partir de ese momento su vida cambie. Supongo que ese es el sentido de todo esto.»
Nosotros ya no somos chavales, ni tampoco tan niños, y nuestra capacidad de asombro se ha visto mermada inexorablemente con el paso del tiempo, pero estamos seguros de que en el plano emocional, durante estos diez años muchos de nuestros lectores se han servido de este disco como piedra angular sobre la que descansar muchas emociones. Por esta razón hemos querido brindarle un más que merecido homenaje desde nuestra revista.