Ilegales
Tanto cuando te vas, como cuando vuelves, tienes que tener buenos argumentos y este ha sido nuestro caso
Ilegales han vuelto.
La legendaria formación de Jorge Martínez regresa en 2015 para «dar un guitarrazo ilegal», porque mientras grababan nuevos temas bajo su último proyecto (Jorge Ilegal y los Magníficos) «los temas sonaban a Ilegales y era una estupidez que los grabase cualquier otro grupo».
La banda regresa en formato trío con sus habituales Jaime Belaústegui (batería desde la grabación del álbum A la luz o a la sombra, todo está permitido) y Alejandro Espina (bajista desde la grabación de Regreso al sexo químicamente puro) y se harán acompañar en el escenario de un guitarrista y teclista de apoyo.
La excusa es La Vida es Fuego, su primer lanzamiento en 12 años con el que recuperan el sabor añejo de sus viejas canciones que desde esta semana puede encontrarse en las tiendas y que hoy mismo presentan en Madrid.
Aprovechando su lanzamiento nos sentamos con Jorge para hablar de su regreso, del proceso de grabación, de algunas historias ilegales y por supuesto, de futuro.
En 2010 asistíamos al final de Ilegales para reencarnaros en Jorge Ilegal y los Magníficos. ¿Cuál ha sido el detonante para que regreséis menos de 5 años después, aparte de un disco tan convincente como «La Vida Es Fuego»?
Tanto cuando te vas, como cuando vuelves, tienes que tener buenos argumentos. Cuando nos fuimos lo dejamos para emprender una noble cruzada en favor de músicas no muy visitadas y lo hicimos llenándolo todo, todo iba muy bien. Actuamos en todos los festivales potentes y fue realmente bien. Pero para volver también teníamos que tener buenos argumentos y si el argumento es un disco realmente potente, que contiene once cortes cojonudos y además, no solo tenemos ese disco, tenemos otro más, que se editará en su momento.
¿Y esa hiperactividad?
Pues ha sido inevitable y habiendo canciones y habiendo motivos no podíamos hacer otra cosa.
O sea, tú te ponías a escribir y en vez de salirte boleros y tangos…
Me salía rock, así que tuve que hacerlo. Todas estas vueltas de grupos que regresan suelen hacerlo sin un disco sólido detrás. En este caso, pues es evidente. El disco es bueno, joder.
Y un proyecto como Los Magníficos, ¿qué ocurrirá con él? ¿Fue una aventura que funcionó como querías?, ¿quedaste satisfecho?
El proyecto se queda aparcado de momento. Y satisfecho,… hombre, siempre voy a querer más. Y de Ilegales también voy a querer más y de todo quiero más. Incluso hoy en la comida de vino he querido más (risas) lo que ha hecho que en la primera entrevista de la tarde no haya estado muy lúcido, ¡lo siento! (risas).
¿Y canciones de los Magníficos como «Soy un hombre lobo», «la niña vudú» etc, tendrían cabida en el repertorio de Ilegales?
Sí, eran canciones más rock. Ahí ya se notaba que el lobo ya estaba volviendo y ya no podía mantenerme más dentro de la jaula. Qué le vamos a hacer…
Vuestras letras se mantienen vigentes, incluso en canciones de hace 30 años. Con la situación actual de desengaño y de frustración que tenemos en España no he encontrado en el disco estrofas que denuncien esta situación.
Es sorprendente pero sí, muchas de nuestras canciones antiguas se mantienen muy vigentes. Creo que escribir ahora sobre estas cosas sería oportunista, por eso no he querido hacerlo. Aunque en los directos vamos a recuperar alguna que otra pieza olvidada como esa que dice «das la mano al banquero, cuéntate los dedos» («Los chicos desconfían»).
¿Y qué polémica ha habido con la jeringuilla de la portada que algunos portales como iTunes han censurado por relacionarla con las drogas?
Hemos conseguido lo que pretendíamos, crear polémica. A mi me parece una portada que está bien, me parece un buen envoltorio para el disco y hace que se disparen todos los mecanismos de urgencia, como ha ocurrido. Que la gente salte de su silla está bien. No es una jeringuilla de drogas como se ve, es una hipodérmica para ciclarse los músculos, de las que usan los culturistas.
Ese cuerpo pinta de yonqui no tiene, no.
No, además una dosis con una jeringuilla así sería mortal. Yo no me he chutado en mi vida, pero creo que una jeringuilla así produciría unas burbujas que en vena que no deben ser muy cómodas (risas).
Escuchando el disco, he llegado a la conclusión de que podría funcionar como un recopilatorio de Ilegales aun siendo todos los temas inéditos, porque la mayoría de las canciones, suenan a distintas épocas de vuestra carrera.
Has acertado plenamente, veo que conoces bien nuestra discografía. Es intencionado. Hemos utilizado todos los tics y todas las manías y todos los estilos que hemos tocado con Ilegales, que son muchos. Por eso es un disco muy Ilegales. Esa era claramente la intención.
Y hablando de recopilatorios, todos los grupos que nacieron en vuestra época lanzaron en su momento su grandes éxitos de turno, su colección de singles y demás, con vosotros no ha pasado.
Sí, mucha gente ha querido que hiciéramos grandes éxitos pero no lo he permitido. No quiero que se haga. Creo que es como ponerte una lápida encima. Puede que alguna pequeña discográfica haga eso, incluso sin tener los permisos, porque ese tipo de piratería existe y aparte no dejan rastro. Pero siempre he evitado que ocurra algo así.
España es sin duda el país con más bares por kilómetro cuadrado y con «Voy al Bar» les volvéis a reivindicar. El bar es un gran lugar de socialización, incluso las facultades tienen más gente en los bares que en las clases. Recuerdo que al menos en periodismo era así.
Es que realmente para aprender periodismo, el bar el sitio. Es que joder, si te vas a dedicar al periodismo y no vas al bar… (risas).
Sí los bares en España son la verdadera patria y en muchos otros sitios. Es una especia de patria universal, en este momento que los nacionalismos son tan sospechosos. De ser tapaderas para que no se vea la mano metiéndose en la caja. El bar eso, aunque también dice eso de «En el bar no te hagas ilusiones, porque nunca vendrá el futuro a preguntar por ti». Está muy bien el bar como lugar de descanso, para restablecerse y salir fortificado.
A cualquiera que se pase la semana currando le apetece ir a tomarse una caña y desconectar, es mejor que irse a ver a la suegra, claro.
Joder, ¡Y a quién coño le va a apetecer ir a ver a su suegra!… Qué mala suerte tengo de no tener suegra (risas).
Con la canción «hipster» hacéis un guiño al Primavera Sound, cuando fueron los del FIB quienes os invitaron a tocar allí y me consta que llevaban detrás bastantes años. ¿Te extraña esa conexión con el mundo indie de donde han salido admiradores de debajo de las piedras los últimos años?
La verdad es que cuando tocamos en el FIB hubo bastante interés y vino a vernos bastante gente. Había otros grupos indies y del cartel con muy poco público en comparación con nosotros, lo que es curioso.
Yo creo que en un momento dado mucha gente del rollo indie pues sufrió un despertar, aunque habrá sido con un poco de sufrimiento. Y dijeron joder, vamos a fijarnos cómo lo hacen estos, vamos a reconocer lo que nos gusta y vamos a ponernos las pilas y a empezar a mejorar. Pero a muchos les ha cogido tarde, otros bueno, están haciendo cosas interesantes.
En el disco también retomáis el lado más reflexivo del grupo que tenían canciones de antaño como «Sin Remedio», es lo que pasa en el cuarto corte «Hacia… ¿lo salvaje?»
Hacia las profundidades.
Eso, perdón, «Hacia las profundiades»
Eso de lo Salvaje yo creo que debe ser de Amaral (risas) Esos no han ido nunca por allí. Bueno estos son de Zaragoza, si les meto en el mar Cantábrico, salvaje y frío a remojo un rato yo creo que… son buena gente, no hay que hacer eso (risas).
Sí, está hecha con esa intención con la canción, yo voy mucho a los acantilados a pensar y en ella se habla de una introspección, de las oscuras profundidades internas. Es una foto de eso. Ese tema y «Las rosas trepadoras asesinas» forman una misma foto, aunque esta última sea quizá más panorámica. «Hacia las profundidades» quiere dejar más espacio al oyente para que viaje a su interior.
¿Y se vive bien sin novia ni reloj?
Hostia, pues claro, se vive de puta madre.
Como decías en «Regreso al sexo químicamente puro» que «el tiempo era un pretexto que movía tu reloj»
Sí, lo dije en una ocasión, es que tenía una amiga que creía eso. Creía que el tiempo era para que moviera su reloj de diseño Maurice Lacroix. «Maurice Lacroix, te voy a dar yo a ti Maurice Lacroix…» (risas), estaba buenísima, coño.
El disco lo habéis grabado en formato trío aunque metéis un cuarto músico para los directos, mientras con los Magníficos habíais aumentado el número de integrantes. ¿Tenías ganas de volver a lo básico o no querías recargar las canciones?
En directo vamos a ser cuatro. Tras varios intentos de tocar dos guitarras al tiempo, he tenido que reconocer que era posible y tendremos que aumentar gastos y hemos metido un teclista y guitarrista. Con Los Magníficos éramos cinco y con Ilegales hemos llegado también a ser cinco. Ahora seremos cuatro porque es necesario, si no fuese necesario a mi no me gusta repartir entre más (risas). Es agradable probar cosas nuevas y esta es la primera vez que alguien más va a tocar la guitarra a la vez que yo.
Tenemos que mantenerlo todo en un orden, porque las guitarras entre sí suelen pelearse. Tenemos que hacer que una no se pegue con la otra, a ver si lo conseguimos.
¿Habéis grabado el disco en el caserón ese que tienes en un pueblo de Oviedo?
No, lo hemos hecho en el estudio, en La Casa del Misterio. Lo hacemos ahí porque la acústica es mucho más cruel, hay el mínimo fallo y lo pillas. Pero es un posible que en un futuro volvamos a grabar y a ensayar en el caserón este.
Como hace apenas cuatro años os recorristeis España varias veces tocando casi siempre lo mismo ¿La nueva gira de Ilegales tendrá sorpresas?
Sí, ahora vamos a hacer un repertorio menos habitual, vamos a eliminar alguna de las canciones muy oídas, unas cuantas y otras más prescindibles. No vamos a quitar «Tiempos nuevos, tiempos salvajes» porque me parece que en estos momentos es una canción incluso necesaria, pero hay otras que se van a ir fuera, como «Hola Mamoncete» o cosas así. No puedes tocar las ciento cuarenta y pico canciones de Ilegales porque te puedes morir. No disponemos de tiempo tampoco, claro. Ahora son conciertos algo más cortos, porque vamos a tocar en festivales y cosas así y ahí llegas a los 80 minutos a regañadientes.
¿Y después de festivales tenéis pensado hacer una gira al uso, una gira normal?
¿Normal? ¿Qué es eso de normal? (risas) Sí, me gustaría, pero hay que irse a América.
Eso quería preguntaros. Teníais pendiente una gira por Sudamérica, ¿verdad? ¿El cuerpo aguanta para el salvajismo que siempre ha rodeado a vuestras visitas por allí?
El cuerpo aguanta, sí. Allí además podemos extendernos. La mayoría de las veces cuando tenemos teloneros se dan a la fuga y así disponemos de todo el tiempo del mundo. Donde empezaron los conciertos largos de Ilegales fue realmente en América. Teníamos que abordar canciones que apenas recordábamos sobre la marcha porque la verdad es que los teloneros salían zumbando, tío. Cuando veían el clima que se creaba alrededor empezaban a acobardarse y desaparecían.
Unos conciertos muy salvajes. Allí nuestro objetivo es que salga todo el mundo muy cansado. Y nosotros también acabamos fundidos. Si yo me canso, vosotros también. A muerte. Y son conciertos demoledores, que superan las dos horas a todo trapo.
Recuerdo un concierto en Quito que habíamos venido de Guayaquil, de la costa y subimos arriba a unos 3.000 y pico metros sin tiempo apenas para adaptarnos y hostia… unido a los putos gases lacrimógenos que acostumbra a tirar la policía, fue jodido, ¿eh? Dices: «me cago en la puta, no sé si seré yo o qué».
¿El concierto de presentación de este miércoles 25 será solo una interpretación del disco nuevo o habrá más?
No, habrá mucho más. Tocaremos una hora como mínimo o incluso más, ya lo veremos. Y en una hora hacemos veintitantas canciones. Así que vete a saber lo que puede pasar. Además me traje unas guitarras cojonudas.
Es verdad, ¿Cuántas guitarras puedes tener?
No lo sé, pero mira, me traje dos Stratocaster serie L, pero las originales de puta madre, no las imitaciones que sacaron después. Dos Gibson Les Paul y luego para el otro guitarrista un par de guitarras japonesas, que están bien, pero es que las serie L son la polla.
Gracias Jorge y mucha suerte con el disco y los conciertos.
A vosotros, camarada.