J Mascis + The Fog – Sala Bikini (Barcelona)
El paso de J. Mascis+The Fog por Barcelona, deja una nueva muestra de que este dinosaurio del rock independiente americano es uno de los personajes más auténticos del planeta musical. Y todo sin hacer nada del otro mundo, simplemente montarse un par de pedales de efectos y un sampler, agarrarse a una guitarra y, por momentos, hasta aporrearla. Así es la actuación de Mascis en su presentación de su último disco, como así fue su paso por el Primavera Sound, con una respuesta similar: poca gente para ver a uno de los más importantes escritores e intérpretes de esas canciones en las que lo importante no es la maestría en la ejecución sino la emoción que se transmite. Los que valoran esa diferencia lo pudieron comprobar.
A la hora prevista aparecieron las greñas, ahora canosas, y las enormes gafas que luce últimamente este freak que acompaña a una guitarra acústica negra. Casi antes de sentarse los primeros acordes llevaron a los asistentes hacia el escenario para poder apreciar mejor cada detalle y la proximidad ayudó a crear un ambiente ás propio de un concierto de música clásica.
Los primeros temas los dedicó a presentar varios de los cortes de su último trabajo “Free so free”, que también es una más de las canciones edondas y a la vez rugosas que llenan todos sus discos. Cuando parecía que únicamente los temas de J. Mascis+the Fog iban a formar el repertorio de la actuación y que el guitarrista-poeta se había olvidado del pasado, comenzaron a sonar los acordes de alguno de los clásicos de la época dorada del indie, cuando Dinosaur Jr. era una institución entre los aficionados al rock y al pop poco comercial.
Además, un Mascis que a esas alturas ya se había ganado al público, nos brindó una de las escasas versiones que aparecen en su discografía, “Just Like Heaven” de The Cure.
Sin duda de forma premeditada, el repertorio fue buscando territorios que permitían a Mascis ir allí donde se siente a gusto como pocos. El sampleo de un rif de guitarra y su repetición le libraba de los acordes de acompañamiento para lanzarse con arrojo a esos eternos solos de guitarra que te arrastran y te retuercen hasta la extenuación. Temas como el melancólico “Every Body Lets me down” fueron cambiando los aporreos y distorsiones de guitarra por solos más pausados, próximos también a un sinfonismo atrevido , impropio de un instrumento acústico como el que utiliza.
Un bis y una rápida despedida pusieron el final al concierto, de alrededor de hora y cuarto, en el que Mascis da rienda suelta a sus gustos o sus manías, pero también a sus retos y sus debilidades. Si toda la música se hiciese con la misma honestidad y transparencia…