Josele Santiago (Palacio De Viana) Córdoba 13/10/17
Hoy en día, hacer un dichoso concierto acústico –algo que sigue teniendo detractores en aras de la cacareada crisis del sector musical y la falta de “esencia rockera” habitualmente atribuida a este tipo de presentaciones- es tarea ardua y necesitada de una concienzuda preparación. Josele Santiago, una leyenda del rock español no solo por ser el alma y cabeza visible de los imprescindibles Enemigos, ha decidido empezar a presentar así su nuevo disco ante el riesgo que supone enfrentarse a unos temas no tan ensayados de forma tan directa y la sorpresa generalizada por demorar su puesta de largo eléctrica. Se presentaba en el Palacio de Viana cordobés acompañado por su habitual escudero en estas lides, el sobradamente cualificado miembro de los Coronas y Arizona Baby David Krahe, amigo e impulso necesario para complementar la tremebunda guitarra acústica del gran Josele. Y lo primero que se nos ocurre decir es que no baja el nivel sino que, bien al contrario, escuchar estas y todas las canciones que tiene a bien tocar en estas primeras y suaves noches de otoño es un placer amplificado e incluso aumentado por la cercanía y el perfil accesible de un músico como la copa de un pino.
Se esperaba que prácticamente el grueso de Transilvania, el disco que lo saca de nuevo a la carretera, fuese el argumento central del concierto, pero bien por falta de ensayo (llegó a olvidarse de una de las letras a mitad de canción) o por ganas de revisitar anteriores piezas de un repertorio tremendamente personal y a menudo obviado fue un gustazo reencontrarnos en directo y con la piel en los huesos con enormes piedras de toque como “Fractales”, “Canción de próstata”, “Cachorrilla”, “Tragón”, “Pae” (un sentido homenaje a su padre y a la ciudad que lo vio morir, Cádiz) y sobre todo sendas maravillas tituladas “Mi prima y sus pinceles” y ese “Ole papa” con el que se despide a oleadas de guitarras, enfrascándose con su compañero en unos arreglos fantásticos que incluso dan más fuste a la ya perfecta melodía original. Con ese pequeño desfile de clásicos “joselianos” nos acordamos de cuán grande fue y sigue siendo su debut, Las Golondrinas Etcétera, un disco al que no le sobraba ni una puñetera nota. Y hablando de cosas puñeteras, lo es y mucho su nuevo trabajo, y si escuchamos “El bosque”, “Magia negra”, “Prestao”, “Un guardia civil”, “Cómo reir” (un tratado de urgencia sobre cómo ser hipócrita con tal de no cantarle las verdades al jefe) o “Ángel” (el falso cuento de un niño tan crecidito como él que se levanta una mañana furibundo contra la especie humana), dan ganas de todo menos de salir de la cama. Hasta en “Que hable el sol” se nota que el mal, ese ente que parece sobrevolar todo el disco, está ahí acechando tras la puerta la menor ocasión de colarse de nuevo en nuestra vida cotidiana. Y tras la sabia reflexión con la que empieza a arengarnos –hay varias de estas a lo largo de la noche, así como canciones gremiales, agrestes y elegíacas-, justamente titulada “Euforia”, lo máximo a lo que podemos aspirar después de tanto discurso inteligente es que “Pensando no se llega a na”. Curioso, pero rigurosamente cierto.
Josele distribuye hábilmente las canciones de su discografía, que abarca cinco discos como cinco soles hasta el momento, y para un momento tan recogido y especial selecciona también dardos sentimentales como “Mar de fondo” o “Sol de invierno”, irónicos cantos de libertad como “Vuelo de volar” o “Farol”, ferocidades de observador avispado como “El lobo” o “Hagan juego” y, cómo no, delicadas pieles de cordero obviamente falsas como la de “Baile de los peces”. Más que una presentación en sociedad de un trabajo escrito con rabia, la cosa va de desnudarse y desnudar a tantos impostores que en la música moderna no son capaces de formar un dúo folk, como a él le gusta definirlo, sin que nadie piense que está perdiendo ni un ápice de fuerza. Lo mejor que se puede decir de un músico es que nunca decepciona, y no se tienen noticias de alguien que haya pillado alguna vez dando un paso en falso a este madrileño adoptado en la maravillosa y ahora contradictoria tierra catalana. Con un músico así no hay ninguna duda, sea la receta más o menos rica en especias.