Discos

Keane – Strangeland (Universal)

Después de pasearse por la épica à-la-U2, de experimentar con los sonidos de los ochenta y de sus escarceos con el hip hop comercial, los británicos Keane echan la vista atrás en este nuevo disco, Strangeland, un trabajo en el que suenan exclusiva e inequívocamente a Keane. Y es que, convertidos ahora en cuarteto, vuelven a sus orígenes de pop melódico, estribillos pegadizos y quasi-medios tiempos, en canciones que beben de aquel ya lejano Hopes and Fears con el que se hicieron famosos.

Si existiera un manual que llevara por título “cómo sonar a Keane” se podría decir que los británicos lo han seguido escrupulosamente, sin saltarse una coma. Por suerte se han librado de la producción excesivamente almibarada de aquel Hopes And Fears. Pero por lo demás, Strangeland sigue las mismas pautas que aquel, manteniendo la dosis de azúcar que les caracteriza y apostando por ese sonido construido alrededor del piano de Tim Rice Oxley. Siguen entregando letras emotivas pero sencillitas (rozando a veces, si me permiten, el tono naïf del pop adolescente) con cierta dosis de nostalgia, aunque esta vez con su punto de optimismo.

Aquellos que disfrutaron con “Somewhere only we know” tienen ahora “Watch How You Go” y ese estribillo en falsete de Tom Chaplin marca de la casa. Los que tuvieron durante semanas la melodía de “This is the las time” pegada en el cerebro, podrán tararear “On the road” o “Disconnected”, igualmente pegadizas. Y temas como “Bend and break” o “Everybody’s changing”, momentos culminantes de su debut, tienen su réplica aquí en “Sovereign Light café” o el que fuera single de adelanto, “Silenced by the night”, los dos mejores temas del disco y llamados a convertirse en nuevos hits de Keane.

Pero mientras Hopes and Fears es un disco ágil y entretenido, con un final para el recuerdo, los temas finales de Strangeland parecen caras B de aquel y acaban resultando algo aburridos, si no directamente prescindibles. Sí, falta un “Bedshaped”, eso es exactamente lo que quiero decir.

Strangeland es un disco con el sello Keane al cien por cien, para lo bueno y para lo malo. No los va a quitar de esa posición de guilty pleasure en la que se encuentran. Incluso va a reafirmar en su postura a los que tildan a los ingleses de blandos y ñoños. Lo peor que se puede decir de él es que no hay margen para la sorpresa. Temas bonitos, los hay pero ¿ya está? ¿Esto es todo? Lo mejor que se puede decir es que Strangeland es una versión mejorada de su primer trabajo y que se han dejado de experimentos raros y por fin han admitido que ésto es lo que saben hacer mejor. Temas bonitos y algo tontorrones para corazones blandurrios como el mío. Sí ¿y qué?

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