Libro: ‘Un Cortocircuito Formidable’ de Oriol Rosell (Alpha Decay)

Javier Blánquez en el prólogo de este ensayo se (nos) hace una pregunta clara: ¿Por qué le puede interesar a usted un libro sobre un asunto tan molesto y poco gratificante? Y es que el ruido puede ser hasta gratificante como bien dice. El ruido gobierna todos nuestros sentidos: oímos ruidos a todas horas del día, es un sonido ingobernable, disruptivo, capaz de manipular nuestra percepción y ser agente disciplinario a la vez que emancipador.

El crítico cultural y activista desde los márgenes del underground Oriol Rosell se acerca a este tema peliagudo a través de las ramificaciones que el ruido ha tenido a lo largo de la música pop. Sí, deja claro Rosell que el pop entendido como un género que nació como vehículo de expresión “popular”, y es aquello opuesto a lo noble, a lo que entendemos como discursos alejados de academicismos o “alta cultura”, ese término que sigue tan vigente y que ha perpetuado tópicos que son difíciles de vaciar de contenido simbólico para muchos oyentes.

El autor marca su primera experiencia con el ruido cuando leyó en la revista Popular 1 que The Jesus & Mary Chain eran los nuevos Sex Pixtols. Era mediados del 86 y se lanzó a comprarse de cabeza el seminal Psychocandy. De entre esos surcos se expandía una muralla de sonido que camuflaba unas sencillas canciones pop que debían mucho a las murallas de sonido de Phil Spector y al rock con melodías bubblegum. El caso es que el ruido ejercía un papel fundamental en esta obra de los hermanos Reid: eran temas sonaban ásperos, como sepultados por un maremoto de distorsión. Aquí empieza una historia apasionante.

Un Cortocircuito Formidable. De los Kinks a Merbow: un continuum del ruido (Alpha Decay, 2024) es un ensayo que Oriol Rosell ha ido dando forma durante años, y que ha ido compaginando (y compartiendo con sus lectores asiduos) con sus tareas como bloguista (el excelente Tácticas de Choque), su labor dentro del dúo punk industrial Dead Normal junto a Mario G. Ferrer, y su trabajo como agitador cultural en el programa de RNE4 La Historia Secreta. Una mente, como pueden observar, siempre inquieta abordando temas que pretender interpelar al oyente o al lector, y desplazar el punto de vista reasignando significados desde una mirada subversiva.

La tarea se narrar la función simbólica y estética del ruido en ese continuum que indica el título de la obra es un objetivo que se antojaba complicado, habida cuenta de la cantidad de referentes que en la música existen, y la numerosa bibliografía que sobre el tema ya hay publicado. Pero la hazaña llega a buen puerto, y además con una gran solvencia a la hora de ir hilvanando referentes (tanto musicales como de autores varios) de forma didáctica y sin caer en la pedantería vacía.

Una fecha: 12 de julio del 62 unos acoples en el amplificar Elpico AC-52 permiten que los Kinks ejecuten “You Really Got Me” con una fiereza hasta antes nunca vista en el ideario pop. Una saturación de ruido que, simbólicamente, era un grito de liberación para una juventud con ganas de despojarse de los clichés marcados por sus padres. Un aspecto para remarcar -y nuestro autor lo señala como un gesto disruptivo- es que el ruido en este caso no era provocado adrede, sino que fue un “fallo”, con lo cual es un ademán desestabilizador que se presenta como liberador al no estar codificado por la conciencia humana.

De aquí Rosell empieza a desgranar teorías sobre la función del ruido como agente activo capaz de cortocircuitar las relaciones jerárquicas y la de vehicular el caos. Como bien señala el autor, el ruido es una seña identitaria que es capaz de aglutinar a diferentes subculturas. Y por estas páginas se citan a nombres como MC5, las músicas disonantes y las partituras dodecafónicas de los serialistas, el grito airado de Throbbing Gristle y sus performances, el fraseo gutural y el desenfreno auditivo de Manowar, pasando por las variantes del japanoise hasta la obcecada libertad autodidacta y visceral de colectivo Los Angeles Free Music Society (LAFMS) con grupos que iban a su aire como Smegma o Le Forte Four.

Reflexiones interesantes se van desplegando por doquier a lo largo de estas intensas páginas (y abundantes pies de página) como lo de “la mercancía negativa” que es un concepto que hace referencia a cuando el mainstream es capaz de hacer de dique de contención del ruido, y de esta forma modularlo y adaptarlo al mercado. Esto es algo que ha ocurrido en muchas ocasiones en lo largo del pop, y que se ajusta a lo que Jean Baudrillard entendía como “simulacro”. El filósofo francés teorizaba sobre la hiperrealidad en la que vivimos, y que Rosell la aplica a este contexto ruidista por el poder que tiene la música, como mercancía, para “enmascarar” una realidad que es solo apariencia. El ruido como agente fantasmático que desafía al zeitgeist mercantilizado.

Otra de las reflexiones que me parecen muy interesantes es la que refleja el carácter liminar del ruido. Esta liminidad entronca con las teorías del antropólogo Arnold Van Gennep y que posteriormente desarrollaría el antropólogo Victor Turner, y que el autor hace suyas para problematizar sobre la genealogía del ruido en un elemento que no es posible jerarquizar y que está en un estado intermedio del “no-ser”. La agencia liminal persigue que estos sonidos que capturan el caos y el desorden estén en tránsito, no se puedan domesticar por agentes externos ya que si terminan por regularse ya dejan de perder su esencia (Merzbow como ejemplo paradigmático en lo referente a la incapacidad de adiestrar la metralla de ruido). Este estado transitivo queda muy bien ejemplificado con la cosmología de Genesis P-Orridge y sus aliados en COUM Transmissions: eran hijas de la subcultura y la acción aberrante, pero al mismo tiempo tomaron prestadas estéticas de la cultura pop, configurando de esta forma un espacio en el que las coordenadas espacio-tiempo quedaban en suspenso.

Si querer desvelar más del cuerpo teórico del libro, podríamos acabar diciendo que este es un gran ensayo que enlaza ideas propias y ajenas que sirven de vasos comunicantes para intentar entender el ruido como potencial emancipador, y agente disruptivo en el arte y en la política.

Puedes comprar el libro Un Cortocircuito Formidable. De los Kinks a Merbow: un continuum del ruido de Oriol Rosell (Alpha Decay) en la web de su editorial.

ENLACE A UN RECOPILATORIO ELABORADO POR ALPHA DECAY

 

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