Love The 90’s (Wizink Center) Madrid, 11/05/19
Asistir a uno de los eventos de Love The 90’s es dar desde el inicio la razón a los organizadores, que asumen la puesta en escena desde el principio como lo que es: un regreso al pasado que propone recuperar para el público un buen rato con el que disfrutar a golpe de rompepistas de aquel género efímero y con esquemas repetitivos que lideró las radiofórmulas durante casi una década entera. El eurobeat nunca tuvo más pretensión que hacer bailar a la gente y, por lo tanto, era muy difícil que ese cóctel de cinco horas no cumpliera su objetivo.
Por tercer año consecutivo, el Palacio de los Deportes de Madrid (así se llamaba en aquella época) hoy Wizink Center, colgaba el cartel de entradas agotadas para una cita que parece que se ha hecho fija en el calendario de nostálgicos y no tan nostálgicos. Seamos claros: las expectativas de la audiencia se reducen a poder volar a los mágicos años noventa donde, a pesar del sonido sintético, se mezclaban en las pistas de baile desde Nirvana a Snap! y desde Rage Against The Machine a 2 Unlimited. Por esa razón, habría que perdonar la lógica que impera en estos festivales de mezclar actuaciones en semidirecto con tralla desde los platos a ritmo de temazo sí, temazo también.
A los que aparecieron por allí que conformaban el cartel se les notaban los años más que a otros grupos que participan de géneros distintos. La inactividad propia de un estilo muy acotado en el tiempo no ha dado a estos artistas, hasta hace relativamente poco, la oportunidad de ser regulares en los escenarios. Dr. Alban, encargado de abrir la tarde noche, abrió la lista de clásicos con su «It’s my life» y una coreografiada «Sing Hallelujah», para seguir el recorrido por una nómina de formaciones que alternaban con Jumper Brothers, la pareja de DJs encargada de amenizar los interludios.
Con más o menos suerte, o quizá en más o menos forma, cada uno cumplía su cometido. Reducidos a dos temas por formación (alguna excepción) no es fácil fallar, por muchas circunstancias vitales que marcasen el devenir de cada grupo. Algunos presentaron formaciones parcialmente distintas a la de los años dorados (no debe ser fácil encontrar esa supervivencia), algunos obligados, como el caso de La Bouche que, a pesar de la trágica ausencia de Melanie Thornton, dejaron caer sus celebrados «Be My Lover» y «Sweet Dreams» como si allí no hubieran pasado más de veinte años. De otras salió solo una mitad, como Simona Jackson, cantante de Netzwerk, que se plantó con «Memories». Y otros, sorprendentemente, aguantan el tirón con su formación original, como Outhere Brothers o 2 Brothers On The 4th Floor. Estos últimos acusaron su éxito parcial en España cuando, tras fallar en su primer intento, tuvieron que levantar al público entonando a sus compatriotas 2 Unlimited antes de acabar con «Dreams».
Para entonces, daba igual que en los intermedios sonase lo mismo The Cranberries, que Rebeca, que Blur o que Faithless. El público celebró especialmente la versión de 2003 de «Mr. Vain», con Jacky Sangster a la cabeza, que para eso lo regrabó ella, dejando a Culture Beat por encima de una media que desde ahí hasta el final no dejó de subir. De la mano del eternamente joven William Naraine, voz del proyecto Double You, y sus «Please Don’t Go» o «Dancing With An Angel» se encarriló un fin de fiesta que, cómo no, corrió a cargo del cada vez más omnipresente Chimo Bayo, que recordó con «Bombas» y con «Así me gusta a mí» por qué, nos guste más o menos, es un icono generacional, como casi cada uno de los temas que allí sonaron.