María Rodés
Lo gracioso de grabar en casa es que si necesitas una percusión usas unas tijeras
Charlamos con María Rodés en una cafetería de Barcelona, su ciudad natal, tomando un zumo de naranja con demasiada pulpa y entre ruidos de cafeteras, cucharillas y conversaciones ajenas. Parece increíble que la chica de aspecto encantadoramente desgarbado que tengo delante acabe de publicar su segundo disco. Pero que las apariencias no engañen a nadie: María no es otra chica con suerte, es una joven con las ideas muy claras.
No hace demasiado tiempo, María Rodés se daba a conocer junto a Andy Poole, con el que formó el dúo Oníric. «Andy fue la persona que me impulsó a tocar mis canciones en directo y a grabarlas un poco mejor. En ese momento todavía no me atrevía a tocar la guitarra en directo, así que él tocaba la guitarra y yo cantaba. Grabamos una maqueta juntos y luego grabamos el disco Sin Técnica. Pero después me picó la curiosidad de poder ser más independiente y tocar yo mis temas… independizarme un poco de tener a alguien que tocara siempre conmigo. Era una asignatura que tenía pendiente. Al final decidimos separarnos y ya el siguiente disco, Una forma de hablar, decidí sacarlo sola. No me costó cambiar a mi nombre porque Oníric tampoco era uno con el que me sintiera especialmente identificada. Pensé «María Rodés» y ya está».
Dentro del disco Una Forma de Hablar, encontramos temas de raíz pop folk, pero con unos arreglos y unos detalles muy imaginativos, huyendo de patrones repetidos y con algunos recursos curiosos y originales. Por ejemplo, algunos de los sonidos que acompañan las canciones del disco pueden venir de unas tijeras, unas llaves o una ventana que se cierra. “De hecho las canciones es así como salen. Tal vez sí que sean un poco diferentes o…. raras en los detalles. Yo hago las canciones y cuando las grabo se me ocurren cosas un poco fuera de lo común, pero más en los detalles, en los coros, en buscar atmósferas, en detalles de percusión. Cuando empecé a grabar en mi habitación la verdad es que no tenía muchos instrumentos, así que si quería hacer una percusión cogía unas tijeras y hacía una percusión con las tijeras. Me hacía gracia, además, el hecho de sacarles sonido a las cosas que tenía por casa».
Además de los sonidos cotidianos transformados en instrumentos, otra cosa que llama la atención en el disco son las letras: intimistas pero sobretodo muy personales. «Es curioso porque he escuchado mucha música en inglés y nunca he prestado demasiada atención a las letras. Al principio, cuando empecé a componer, hacía una especie de inglés inventado.» [Risas] «Yo quería hacer una canción y las letras eran lo de menos. Así que juntaba las palabras como me iba bien. Luego cuando hice el paso al castellano sí que empecé a pensar un poco más en lo que decía. Porque cuando lo dices en tu propia lengua ya piensas «a ver, qué estoy diciendo». El «te quiero nena» ya no cuela. Simplemente lo que hago en mis letras es una especie de diario. Las letras hablan básicamente de mí, de mis pensamientos, de mi relación con otras personas. Intento buscar palabras que musicalmente suenen bien y ya está. No hay mucha más intención de hacer algo premeditadamente diferente».
¿Y por qué el salto a cantar en castellano? «Bueno, mi lengua materna es el castellano. En inglés estaba cómoda, pero tenía un punto que no acababa de sentir tanto lo que decía. En el momento en que empecé a cantar en castellano, que es el idioma en el que pienso, todo era mucho más intenso para mi misma. Y desde que hice esta paso ya no tenía sentido volver atrás». Aún así, lo que en principio parecía que iba a ser una ventaja, pasó a ser un problema: «es paradójico, pero me pareció mucho más difícil escribir en castellano que escribir en inglés. Por ejemplo a la hora de encontrar un estilo propio. Y es que, lo quieras o no, habiendo escuchado tanta música en inglés, cuando cantas en ese idioma tiendes a imitar todas esas influencias. Pero como en castellano personalmente no tengo tantas referencias, he tenido que hacer un esfuerzo extra para buscarme mi estilo un poco más personal».
Por supuesto, no podemos charlar con María sin preguntarle por el trabajo de producción de Ricky Falkner en Una Forma de Hablar, cómo surgió la colaboración y por qué Falkner. «Del trabajo de Ricky, lo que más me llamaba la atención antes de conocerlo era el disco de Standstill» [Vivalaguerra] “que me gusta muchísimo. Nos conocimos a través de Ramón Rodríguez de Cydonia y me comentó que le gustaba la música que yo hacía y pensé que por la manera que tiene de trabajar me podría ir bien contar con él. Ricky tiene muchas de las cosas que a mi me faltan. Yo soy creativa en el sentido de que puedo hacer canciones, pero me falta una persona que me pueda tocar una batería o un contrabajo y que tenga buen gusto, que él lo tiene. Así que él era la persona que me hacía falta para darle más cuerpo al disco».
Es inevitable que en el sonido del disco quede impresa la huella de Falkner: «yo quería que el disco sonara más compacto, y por eso trabajé con Ricky. Cuando entramos en el estudio yo iba con las estructuras principales de guitarra y voz y algunas ideas de producción que había probado en mis maquetas. Él aportó sus propias ideas y entre los dos le dimos forma al disco. Se puede decir que está producido entre los dos. Lo que es más suyo son las ideas de baterías y bajos, que son instrumentos que yo no controlo y eso es totalmente de él».
Es relativamente fácil dejarse llevar por la manía de agrupar y etiquetar y querer meter a María Rodés en el mismo saco que La Bien Querida o Russian Red, por poner solamente dos de los nombres más conocidos de ese pequeño boom que está habiendo últimamente de la enésima chica con guitarra que se sube al escenario: «bueno, de hecho soy una chica y toco la guitarra» [risas] «pero ni siquiera a La Bien Querida y Russian Red las veo tan cercanas, no sé si estilísticamente hay tanto en común entre ellas. La verdad es que tampoco las conozco tanto, pero por lo que he escuchado, no me parecen iguales ni mucho menos. Y tampoco creo que hagan algo parecido a lo que hago yo».
Y es que hay algo muy característico y distintivo en la música de María Rodés. Tal vez sea esa voz entre firme y sedosa que susurra muy cerca. O tal vez la seductora calidez de su música. Aunque seguramente será la desbordante imaginación. Esa imaginación que esperamos que la mantenga deleitándonos en esto de la música por muchísimos años más.