Mark Eitzel – Psilocybenea ( Hondarribia)
Quien haya asistido a algún concierto de Mark Eitzel, tanto en solitario como en su banda American Music Club, conoce que es capaz de realizar conciertos sublimes y otros no tanto, espantadas del escenario incluidas.
Así que, cuando vimos salir del camerino a una persona con un brazo en cabestrillo y vendado, guiando al bueno de Mark por el escenario que portaba una máscara rijosa que le impedía la visión, nos temimos lo peor. Parecían una cuadrilla que había alargado los carnavales y nuestro temblor de piernas apareció cuando el del brazo en cabestrillo de sentó ¡a la batería!…
Afortunadamente el primer tema despejó nuestras dudas, aquello no iba a caminar por el sendero del desastre, el cuarteto, sonaba compacto con una batería cumplidora y un Mark Eitzel pletórico de voz.
Dicharachero y comunicativo parece haber dejado atrás su gesto de cabreo permanente marca de la casa, a buen seguro anclado en los golpes vitales que ha recibido en los 2 últimos años, un infarto que casi se lleva su cuerpo, que se llevó su cuenta bancaria y un golpe de suerte en forma de lotería de un amigo que le permite financiar su disco.
Así parece tener algo de prisa y el repertorio se bañó en Don´t Be A Stranger (2012) y en Glory (2013), disco que acaba de grabar y solamente disponible en el merchandising de esta gira, confundiéndose con algún tema de American Music Club, porque prácticamente la única diferencia con su grupo de referencia es la poca presencia de la guitarra, que solamente apareció en los bises, a favor del teclado y el contrabajo eléctrico.
Setenta minutos, que se hicieron escasos, llenos de soul, melancolía, desencanto y vivencia del presente, sin fatalismos, ni impostadas alegrías pero tamizados por la «gracia del dolor» como él mismo explica en esta revista.
Inquieta pensar que sólo podamos disfrutar una par de años más de esa formar de cantar
con el micro a la altura del ombligo.
Espero que se equivoque.