MGMT – Congratulations (Columbia)
Hace unos años, cuando la selección española de fútbol no pasaba nunca de cuartos de final, solía decirse que cada español llevaba dentro un seleccionador nacional. Las discusiones sobre quién debía ir a la selección y quién no, la forma de juego o la propia figura del seleccionador eran un clásico de nuestros bares, y no era raro que acabaran con algo más que palabras.
Ahora la selección de fútbol es campeona de Europa y del mundo. ¿Cómo atreverse a criticarla? ¿De qué discutir ahora? Los españoles tenemos experiencia en adaptarnos rápidamente a los nuevos tiempos, así que, aparcadas las polémicas futboleras, ahora cada uno de nosotros lleva en su interior un crítico musical. Donde antes se libraban ardorosas disputas sobre los “líberos”, los “mediocentros”, el “4-4-2” o el “4-3-3”, la subida de los laterales o la movilidad del delantero centro, hoy se manejan conceptos como “autenticidad”, “riesgo”, “evolución” o “hype” como si fueran el pan nuestro de cada día.
Sólo así se explica que un disco como Congratulations (Columbia, 2010) haya despertado valoraciones tan encontradas. Y no me refiero exclusivamente a lo musical, que también, sino a todo el concepto en general que subyace bajo las canciones. Parece que todo el mundo está de acuerdo (yo no) en que Oracular spectacular (Columbia, 2008) era un disco más bien normalito, inflado (¡hype!) por la prensa, que servía de excusa para envolver dos canciones muy buenas (“Electric feel”, “Kids”) y una verdaderamente genial (“Time to pretend”). El resto, paja. Sea cierto o no (insisto, para mí no lo es), a los chicos de MGMT se les planteaba un duro dilema a la hora de confeccionar su segundo trabajo. ¿Evolución o repetición? ¿Copiarse a sí mismos, quemar su estilo y pasar página, o intentar algo nuevo? Aparentemente asustados por el repentino éxito, que suele irse tan fugazmente como llega, decidieron realizar una pequeña reinvención: cambiaron de productor (de Dave Fridmann a Sonic Boom), de referencias (de Scissor Sisters a Syd Barrett, de LCD Soundsystem a Roxy Music, de la ELO a Love) y, finalmente, deciden cambiar las baterías de los 80 por las guitarras de los 60. Para muchos, un salto al vacío sin red que divide a la crítica: mientras unos alaban su valentía y admiran su rápida maduración, otros lamentan que hayan tirado su carrera por la borda.
Como siempre, la verdad suele ser equidistante de los extremos. En realidad el salto al vacío no es tal: al menos, no sin red. Al igual que su anterior disco, la primera mitad de “Congratulations” contiene canciones bastante directas y accesibles. “It’s working” no es “Time to pretend”, pero se le acerca bastante; “Song for Dan Treacy” es una inspirada y juguetona mezcla de rock nuevaolero con tecnopop moderno al estilo del último Jeremy Jay; “Someone’s missing” y “Flash delirium” empiezan de manera desconcertante, cierto, pero la primera desemboca en un estribillo cantarín, mientras que la segunda acaba recordando al Bowie más bailable.
El resto de temas tampoco se alejan mucho de lo que ya presentaban en su debut: básicamente folk sesentero tardío arrancado de sus raíces y adaptado a los tiempos modernos (“I found a whistle”, “Siberian breaks”). Eso sí, el cierre con “Congratulations” es tan enigmático y abierto a múltiples interpretaciones como lo fue “Videotape” para el In rainbows de Radiohead.
En resumen, digamos que han hecho una jugada valiente pero sabiendo que llevan buenas cartas. Aunque los críticos alaben su riesgo y su fantasía, no estamos ni mucho menos ante la reinvención del grupo que algunos pretenden (ya hemos visto que la distribución de las canciones y su estructura sigue siendo muy similar) ni ante el descubrimiento de un nuevo estilo (The Clientele y Sleepy Jackson ya llevan algunos años transitando por este camino supuestamente virgen). De todos modos el siglo XXI está todavía esperando el sonido que lo defina, y este Congratulations no es mal disco para tomarlo como punto de partida en una búsqueda que se antoja larga y compleja.