Conciertos

Mogwai – La Riviera (Madrid)

Lo cotidiano está lleno de música, oculta entre el ruido, pero música al fin y al cabo. Así me lo hizo ver Selma en “Dancer in the Dark” y así lo descubrí en el ruido de un vagón de metro después del concierto de Mogwai en La Riviera. Y es que después de aquella explosión de megawatios, megaherzios y quéseyo, se te quedaba en el coco un zumbido insistente y un deseo de buscar sonidos, ritmos…


Los escoceses son los grandes maestros del ruido de los últimos tiempos. Su capacidad para domarlo y modularlo ha superado, en mi modesta opinión, a la de sus predecesores Sonic Youth y My Bloody Valentine, llegando incluso a asociarlo con las melodías del rock sinfónico, tan denostado hasta hace bien poco y que ahora vuelve al candelero. ¿De King Crimsom al post rock? No me hagan caso…

Así pues, La Riviera se llenó de (no muchos) adictos al ruido, que fueron preparándose con el terrorismo electro-punk de Kid 606, un tipo que hace algo parecido a Atari Teenager Riot aunque, al parecer, mucho mejor. Yo no le acabé de pillar el truco, pero me llamó la atención el “Video killed the radio star” que se marcó a 250 bpm.


Fue un concierto trepidante en el que las versiones no se alargaron en el exceso, lo cual hizo que el concierto resultase un poco corto (hora y veinte). Comenzaron con “Sine Wave”, a la cual le acompañaron otras dos perlas del “Rock Action”: “You don’t know Jesus” y “2 rights make 1 wrong”. No quisieron los Mogwai regodearse en el impresionante nuevo disco y por ello recordaron sus subidones anteriores en “Cody”, “Mogwai fear Satan” o “Summer”.

Mogwai son una maquinaria perfectamente engrasada, una orquesta sinfónica hecha a base de guitarras donde el subir y bajar de los arcos se sustituye a base de acoples imposibles y de muñecas a punto de romperse, apenas visibles de tanto movimiento. En un momento dado, Stuart incluso rompió las cuerdas de su guitarra, continuando su interpretación a base de golpes de pedal.

Un concierto más amplio que el del FIB (aunque, ay!, ese chello hubiese quedado genial) en el que se notaba el cansancio de una gira larga y que reafirma el peso de un disco, “Rock Action”, en la historia de la música moderna. Ahora sólo queda consolarse con el ruido de las hormigoneras o la lavadora de casa.

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