Mogwai (La Riviera) Madrid 25/10/2017
Han sido pocos los que consiguieron disfrutar de la segunda juventud deslumbrante de Mogwai. Parece como si sólo fueran a ser recodados por esa piedra fundacional del sonido post-rock que fue Young Team (97) o sus flamígeros EP’s primerizos.
Pero no habría que caer en el error de hacer una lectura tan reduccionista. Desde Happy songs for happy people (03), curiosamente el disco con el que mucha gente se bajó del carro, hasta el formidable Hardcore will never die, but you will (11) (¿de verdad es posible que este trabajo no sea considerado universalmente una de las cimas máximas de género?), los escoceses labraron una sucesión de discos inspiradísimos, con un sonido rico y estimulante hasta el extremo, con la tregua permitida por la opaca producción de The hawk is howling (08). Fruto de esa etapa tan fructífera, los shows de sus giras rezumaban una seriedad e intensidad soberbia, la excelencia máxima de una banda que no conocía competencia alguna en lo suyo.
Sin embargo, tras el muy recomendable score para Les Revenants (no se pierdan esta serie si no la vieron), las luces de alarma se encendieron con dos trabajos anecdóticos consecutivos: Rave Tapes (14) y el soporífero Atomic (16), banda sonora para un documental del mismo nombre. A esto habría que añadir la dolorosa salida de la banda por parte de John Cummings, pieza clave en la rugosidad del sonido Mogwai.
Así las cosas llegamos a Every country’s sun (17), un trabajo resultón, heterogéneo, pero falto de chicha, con algunas revisiones que ya empiezan a ser irritantes (“Old poisons”, su tercer “Glasgow megasnake” tras “Batcat”). Especialmente inofensivos y carentes de ideas cuando tienen que tirar de electricidad, Mogwai maravillaron en su madurez, pero aflojan en su -espero equivocarme- anunciada vejez.
Y estas carencias, de un grupo fundamental y más que notable en directo, fueron las que lastraron escénicamente el concierto del pasado miércoles en Madrid, en una sala con un sonido, no lo olvidemos, que casi nunca juega a favor.
Demasiado gruesos en algunos momentos eléctricos (“Rano Pano”) y planos en sus momentos de introspección “Take me somewhere nice”, “Hunted by a freak”), el setlist adoleció de cierta fatiga, si bien el público una vez más disfrutó de su tremenda energía, matizada en parte, pero destacable siempre.
Fue cuando tiraron de la memoria del corazón cuando se mostraron más cómodos, confiados y transmisores con una realmente majestuosa “Helicon 1” y el cierre planeador de su inmortal “Mogwai fear satan”. Y no vean en esta crónica atisbo alguno de ensañamiento, nada más lejos de la realidad, espero noten la voz de alguien que recuerda sus conquistas y derrotas a través de la evocación infinita de una de las bandas a las que más tendrá que agradecer mientras viva.
Coolverine no la tocaron.
En mi opinión, una pasada de concierto.
totalmente equivocada esta reseña. el último album es una auténtica obra maestra, orgánica y unitaria. una de las mejores releases de siempre de la band de Glasgow. otra es the hawk is howling. irritante es el que escribe, no sabe ni como se llama el y quiere decir algo sobre Mogwai jajaja
Estoy de acuerdo el último álbum, y después de escucharlo, mucho es uno de los mejores. Conciertazo bestial por parte de la banda y no tanto por el recinto, la acústica a mi parecer deja q desear.
Muy de acuerdo en la introducción de la reseña sobre su obra. Eso sí, el concierto fue espectacular. Recuperaron la electricidad que les faltó en su última visita a Vistalegre y eligieron muy bien el repertorio. ¡Larga vida a Mogwai!
el concierto fue muy guapo,todo esta muy bien engranado,de hecho creo que estan por encima de la media de calidad de la mayoria de grupos de su espectro.
por desgracia a pocos grupos podremos ver este año presentando nuevos trabajos con este nivel.
Los teloneros como se llamaban? Estaban de puta madre
Muñeco.