No Joy – El Sol (Madrid)
Garland Hastings (batería), Jasamine White (guitarra y voces), Laura Lloyd (guitarra) y Michael Farsky (bajo), conforman esta banda de Canadá, llamada, No Joy. Practicantes de un «shoegaze» muy energético, con unas guitarras que rompen tímpanos como si les fuera la vida en ello. Deudores de los mejores momentos de bandas como: My Bloody Valentine, The Jesus & Mary Chain y unos Sonic Youth más atmosféricos, no renuncia en algunos temas a beber de otras fuentes como el Pop más melódico y la psicodelia más lisérgica.
Pero eso lo dejamos para los discos, lo que hicieron los de Montreal en El Sol fue una tormenta sónica que dejó clavadas en el sitio a las escasas cien personas que andábamos por la sala madrileña, una pena que una formación así no convocase más gente.
Si me hubieran preguntado que, qué estaban pensado los miembros de No Joy en el momento de salir al escenario, hubiera jurado que se miraban a los ojos y como si de una conexión extrasensorial se tratara, sin hablar entre ellos, se hubieran dicho, «dar cera, pulir cera». Esa misma forma de comunicarse, de existir, les funciona a la perfección a Garland y Michael, que sin establecer ningún tipo de contacto, ni verbal ni visual, entre ellos, fueron capaces de mantener gran parte del peso de la actuación con una base rítmica acorazada y segura, mientras las dos guitarristas, nada comedidas en cuanto a sonido, desataban la tercera guerra mundial en forma de distorsión y fuzz, genialmente ayudadas para enlazar los temas, sin dirigirse al público en ningún momento, con sonidos pregrabados que lanzaba la cantante y guitarrista, Jasamine.
No Joy acaban de editar su tercer larga duración, de título, More Faithfull (Mexican Summer Records) y que en teoría venían a presentar en esta gira, si bien es cierto que el protagonismo del set recayó sobre temas de otros discos, así, sonaron versiones desgarradoras de: «Hare Tarot Lies», «Hawaii», «Lizzard Kids», o «E», todas de sus anteriores discos, con alguna irreconocible versión del nuevo álbum, como, «Remember Nothing». Los escasos 42 minutos con los que despacharon sus temas ante un atónito público no dejaron tiempo para mucho más, aunque si hacemos cuentas y vamos a lo practico en lo estrictamente musical, es mucho más de lo que vienen a decir otras formaciones que están hora y media sobre el escenario y pasan la mitad del tiempo, saludando, dando las gracias, afinando y mirándose el ombligo.
Actitud, «ruidismo» perfectamente controlado y canciones con mayúsculas, eso es, básicamente, No Joy en directo, y créanme, no es poco.