Optimus Primavera Sound – Parque Da Ciudade (Oporto)
El hermano pequeño del Primavera Sound ha nacido en nuestro país vecino Portugal, en concreto en la bella ciudad de Oporto.
El balance, tal y como se puede leer en el comunicado de prensa de la organización, no ha podido ser mejor; máxima afluencia de público de diferentes nacionalidades, ninguna incidencia reseñable (exceptuando caída de cartel de alguna estrella), efectiva organización, buen planteamiento de horarios y escenarios… en fin, todo un éxito, nosotros damos fe de ello y te lo contamos aquí.
Jueves 7 de junio
Llegar al recinto preparado para el Optimus Primavera Sound y ver que es el Parque da Cidade de Oporto es, ya de por sí, una grata sorpresa, si además ves que los precios de las cervezas son más que asequibles, entonces la sorpresa se convierte en alegría. Llegué tarde (las dos últimas canciones) al concierto de Yann Tiersen en el escenario Optimus, suficiente para ver que la afluencia de público, a pesar de lo temprano de la hora (20:00,) era ya patente y para verificar que el músico francés tiene una nutrida legión de fans que son capaces de pasárselo de miedo con la banda de nuestro vecino del norte.
Antes habían tocado en los diferentes escenarios: el maño Bigott, aquejado de insolación, como él mismo confesaría unas horas después, la multitudinaria banda lusa Stopestra y unos a los que me disgustó sobremanera perderme; Atlas Sound.
Pero no había tiempo para lamentaciones ya que en el escenario Primavera, situado a muy pocos metros del Optimus (una gozada el tener los escenarios tan cerca), comenzaban la formación neoyorkina The Drums, un grupo que, si bien nunca han sido santo de mi devoción, levanta pasiones, sobre todo entre los más jóvenes, con un sonido particular y deudor a partes iguales de bandas británicas como Joy Division, The Cure o The Smiths e influencias más cálidas procedentes de su país como bien denota esa guitarra, a veces muy surfera.
Con las primeras filas llenas de jovencitas dispuestas a darlo todo por ver bailar al líder de la banda; Jonathan Pierce, la banda arrancó con varios temas de sobra conocidos por sus fieles, entre ellos: “Me and the Moon” y “Best Friend”, por supuesto no pudo faltar su súper hit que les lanzó a la fama “Let´s Go Surfing”, dando lugar a uno de los momentos de más paroxismo entre las primeras filas del festival. Personalmente me sigue sorprendiendo que lo insustancial de su propuesta musical pueda conectar con un público tan amplio, objeciones subjetivas aparte, no me cabe duda de que los chicos se lo trabajan en directo para satisfacer a sus fans.
Mucha expectación por parte del público del hermano pequeño del Primavera Sound y alrededores del escenario principal abarrotados, cuando los monitores del escenario comenzaron a escupir “Bodies” de los Sex Pistols, no sabemos si Brett Anderson y los suyos escogieron esa canción por aquello del Jubileo de la Reina de Inglaterra, el caso es que vino al pelo para que la gente entrara en calor y supiera lo que se les venía encima.
Si no hubiera sido por los constantes problemas de sonido, Suede hubieran dado uno de los mejores conciertos del festival, no pudo ser, la terrible ecualización (incomprensible) que hacían sonar el bajo y el bombo de la batería sobre todas las cosas y las omnipresentes bajadas y subidas de volumen bien podrían haber hecho perder los nervios al más pintado, Brett y los suyos en un alarde de profesionalidad hicieron lo que mejor saben hacer; tocar un éxito detrás de otro. Así; sonaron temas imprescindibles en la discografía de Suede como “This Hollywood Life”, “Trash”, “Filmstar”, “Animal Nitrate”, “She”, o “So Young” con un Brett moviéndose por dentro y por fuera del escenario como un histrión. Lo dicho, sólo unos animales de escenario como ellos podían dar un concierto así a pesar de todos los problemas y la falta de entendimiento entre el técnico de sonido de escenario y Brett Anderson, a juzgar por los gestos y las caras de este último, sólo perceptibles para los que estábamos a pie de escenario. Geniales.
Llegaba el momento de cambiar de escenario y de ver a otros clásicos, por derecho propio, de la escena británica, Mercury Rev y digo de la escena británica porque en su país (Estados Unidos) nunca han pasado de ser un grupo (ni siquiera) de culto. Ver salir a escena a Jonathan Donahue agarrado a una botella de Oporto y dándola generosos tragos no hacían presagiar nada bueno. No me equivocaba demasiado, la banda no estuvo a la altura de lo que cabía esperar de ellos, espesos desde el principio y apoyándose, desde mi punto de vista, demasiado en el sonido en los samplers y ritmos pregrabados y más preocupados de hacer muchas poses (demasiadas) que de tocar. Decepcionantes.
Para cerrar el cartel nada mejor que ver a los neoyorkinos The Rapture, deudores, al menos en sus comienzos, del Punk 77 y la Nueva Ola mezclándolo sabiamente con ritmos muy bailables, aunque en su (excelente por cierto) último trabajo, se hayan acercado a otros derroteros. Su concierto se basó la mayoría en el mencionado trabajo, y si canciones como: “In the Grace of your Love” o “Never Die Again”, ambas tocadas seguidas, son merecedoras de todo elogio, en directo no suenan o no funcionan, al menos en el escenario Optimus del Primavera, dando lugar a un concierto que no despegó jamás y con unos músicos muy apáticos sobre las tablas.
Viernes 8 de junio
Después de la primera toma de contacto con el festival tocaba comenzar a ver el evento en pleno funcionamiento, con sus cuatro escenarios y con el triple de artistas por jornada que el primer día. Llegué a la hora justa de ver comenzar a Yo la Tengo; el trío incombustible de Hoboken que tantas alegrías nos ha dado. Con un comienzo como ese, a pesar de las tempranas horas del día (las siete y media de la tarde), prescindiendo de bajo y haciendo un muro de sonido que no pasaba desapercibido en todo el recinto, nada podía salir mal, y así fue; Yo la Tengo dieron lo suyo y lo del vecino a todos los presentes, alternando canciones amables como: “Mr Tought” o “Autumn Sweater” con otras más “ruidistas” como: “Nothing to Hide”
Aun me daba tempo de ir al único escenario techado (el 4) a verificar si los norteamericanos The War on Drugs son esa mezcla de Bob Dylan y Sonic Youth que algunos dicen que son, y ya de paso, acercarme al escenario All Tomorrow Parties para ver un par de temas de Sleepy Sound (Ventajas de tener todos los escenarios a un tiro de piedra) En cuanto a Sleepy Sound no podría juzgar su concierto con solo dos canciones, pero me bastó para entender que su propuesta Pop es más que interesante y a fe mía que les voy a seguir la pista. Para cuando llegué al escenario 4 Adam Granduciel y sus War on Drugs ya habían comenzado a poner en marcha esas guitarras características de su sonido con menos público enfrente del que se merecen. Algunos problemas de sonido iníciales no fueron óbice para que desplegaran un set casi perfecto basado, en su mayoría, en su primer trabajo; Whagoon Wheel Blues.
Rufus Wainwright era el segundo artista en presentarse el viernes en el escenario Optimus. Arropado con una banda de músicos y coristas de 8 miembros y con ese estilismo imposible que le caracteriza (gafas de sol no precisamente discretas, zapatos rojos, pantalón de rayas, chaqueta de terciopelo…) dio un concierto sin muchas sorpresas y perfecto en cuanto a ejecución y sonido, aunque quizás no sea el artista más apropiado para festivales al aire libre, o eso debieron pensar los cientos de personas que se sentaron en la pradera a reponer fuerzas, mientras sonaban algunos de los temas que interpretó como: “April Fools”, “The One you Love” o “Bitter Tea”, con la que cerró su actuación.
Mientras, en el escenario 4, el experimento “Synth bailongo” del trío norteamericano Chairlift, con la “estilosa” Caroline al frente, no parecía despertar demasiado el entusiasmo de los presentes.
Llegaba la hora de una de las estrellas del día en el escenario Primavera, The Flaming Lips. Inmediaciones del escenario atestado de gente deseosa de ver la fiesta que suelen ser los conciertos de la banda, muchas ganas de fiesta, e incluso algunos fans en primera fila disfrazados de algo que no me atrevería a definir en palabras. Para los que ya hemos visto a The Flaming Lips el comienzo de concierto no pudo ser más obvio; confetis por todas partes hasta, prácticamente, hacer desaparecer el escenario, montones de jóvenes disfrazadas de colegialas, un par de monstruos moviendo los brazos por el escenario, la bola gigante de espejos, la bola inflada de aire en la que se introduce Wayne Coyne para meterse entre el público… ¿Y las canciones y el sonido? A quien le importa eso con semejante circo.
Decidí dirigir mis pasos hacia el escenario 4 donde darían comienzo otros labios, en este caso negros; The Black Lips. Si la organización hubiera organizado un concurso al grupo más cafre sobre las tablas de Oporto, sin duda se lo hubieran llevado los de Atlanta. Nada más comenzar su set, Cole Alexander (el bigotudo guitarrista) decidió vomitar sobre el escenario, teniendo, eso sí, la deferencia de hacerlo de espaldas a sus admiradores, provocando las primera reacciones del personal de escenario. Lo que vino a continuación fue una descarga de Garage al que nos tienen acostumbrados, con un show a caballo entre la genialidad y el esperpento. Continuas provocaciones al publico de primeras filas, dando más trabajo al personal de seguridad, que llegaron a tener que pedir refuerzos hacia la mitad del concierto, algunas paradas no exentas de bromas y mucha cerveza de por medio. Canciones como: “Katrina”, “Punk Slime” o “Bad Kids” encendieron la pasión de los más jóvenes haciendo que algunos acabaran encima del escenario, para disgusto del personal de seguridad. El final del concierto (por definirlo de alguna manera) fue una de las cosas más caóticas que uno haya podido presenciar en un festival, con el bajista Jared Swilley metido en un contenedor de basuras lanzándose al respetable, mientras una persona de seguridad de escenario se lo trataba de impedir, Cole Alexander lanzado latas de cerveza y el resto de personal de seguridad tratando de atrapar a un chaval que se había escondido debajo del escenario. Grandes.
Otra de las estrellas del firmamento musical actual estaban a punto de comenzar su concierto; Wilco. Escenario prácticamente a oscuras, nunca entenderé esa pasión por algunos artistas o técnicos de iluminación (según se mire) de empeñarse en que no veamos bien lo que hay sobre el escenario, y tres canciones para comenzar: “Art of Almost” en versión un poco más extendida, “At Least that´s What you Said” y la estupenda “Born Alone”. Sabedores de lo que tenían que hacer, Wilco decidieron desplegar su lado más “Rockero”, ideal para este tipo de situaciones, para delirio del personal. De lo mejor del viernes.
Me dio tiempo a acercarme a ver parte del concierto del mítico Steve Albini (que hubiera sido del sonido de muchos discos esenciales de los noventa sin él) y sus Shellac, unos clásicos del Primavera Sound español, no saben ni ellos la de veces que han tocado allí. Steve Albini y los suyos dieron un concierto de su particular “Hardcore” con la actitud necesaria para poder ver que la preocupación de él y sus músicos es sonar, y sonar bien. Anti Rock Star militantes, no gustan de llevar “pipas” ni que el personal técnico les monte el equipo, lo demostraron desmontado todo su Backline ellos mismos en la ultima canción.
Craso error el de la organización el poner a Beach House en el escenario más pequeño (el 4) sobre todo después de las buenas críticas de sus últimos conciertos y la expectación que habían levantado en la red de redes y con el boca a boca. Imposible ver su concierto si no habías llegado antes de su comienzo. Así que me fui al escenario All Tomorrows Parties a ver al único grupo de Black Metal, en representación de las hordas que habían asolado a su hermano mayor en Barcelona, los estadounidenses Wolves in the Throne Room, que decidieron no encender ni un solo foco del escenario, no sabemos si por estar concienciados con el consumo energético o por aquello de la oscuridad que desprende su propuesta musical, me inclino por lo segundo. El caso es que su concierto congregó a más gente de lo que me esperaba y no deparó ninguna sorpresa; decibelios en el umbral de dolor, ni una sola parada entre canción y canción y ni una muestra de empatía hacia los allí presentes, como se corresponde a un grupo de estas características.
A escasos metros, en el escenario Primavera, algo radicalmente opuesto; el quinteto norteamericano The Walkmen se hacían con el público a base de una puesta en escena sobria y elegante y un sonido sencillo y no por ello fácil, combinando canciones de su disco Lisbon, y cortes de su último trabajo (Heaven) como: “Love is Luck” o “Heartbreaker”.
Cualquier persona en sus cabales se hubiera ido después al escenario Optimus a dar buena cuenta del concierto de M83, pero a uno le tiran las guitarras roñosas, que le voy a hacer, y me fui al ultimo concierto de la jornada; los norteamericanos Thee Oh Sees. El cuarteto californiano convirtió la pradera del escenario ATPM en una autentica fiesta con su perfecta combinación de The B 52´s, Ramones y Cramps y la fantástica manera de tocar la guitarra de su líder. Mejor manera de acabar el viernes imposible.
Sábado 9 de junio
El sábado se presuponía el día grande para el festival en cuanto a cartel, lástima que la autentica protagonista, al menos hasta las 23:00, fuera la lluvia que había estado amenazando con manifestarse días antes. Aunque no hay mal que por bien no venga, o eso debieron pensar los catalanes Mujeres, a los que tocaba abrir fuego en el escenario 4 (el único ubicado en un recinto cubierto) cuando vieron que la gente se iba acercando a su concierto hasta prácticamente llenar la carpa. De otra manera, y no porque no se lo merezcan, no creo que Mujeres hubieran congregado a más de cien personas. Su Garage con tintes sesenteros y su Beat nervioso pusieron a saltar al personal hasta tal punto de congregar a un grupo que, arriesgando su integridad física, decidieron hacer unos bailecitos entre unos charcos de dimensiones bíblicas situados en la parte derecha del recinto. Cabe destacar que fueron de los pocos grupos que salieron a hacer bises, a petición del público, en el escenario 4, con consentimiento del personal de escenario.
Aprovechando que estaba diluviando nada mejor que quedarse a ver a Veronica Falls que actuaban seguidos de Mujeres. El cuarteto londinense debía sentirse como en casa con los nubarrones que nos rodeaban , deber ser por eso que desplegaron todo su arsenal de bellas melodías pop arropadas por esas guitarras tan características, para desarrollar su set, basado; lógicamente, en su único larga duración de titulo homónimo con canciones como: “Right Side of my Brain”, “Misery” o “The Box”. Es indudable que Veronica Falls no han inventado el fuego y que escuchándolos te da cuenta de que, sin duda, son deudores de The Pastels, Pixies, Velvet Underground, a ratos de clásicos británicos como Housemartins o los mismísimos Camera Obscura, pero tanto el disco como su directo rezuman efervescencia pop y honradez amateur por todos los poros y eso se agradece.
Era uno de los momentos para otros de los cabezas de cartel del sábado en el escenario Primavera; Spiritualized, con el fantasma de la suspensión de algunos conciertos que ya sobrevolaba todo el recinto de boca en boca en forma de inclemencia temporal. Como si Jason Pierce o J Spaceman para los amigos, un tipo curtido en escenarios de todo pelaje, fuese sabedor de que la fidelidad de la gente que tenía enfrente pendía de un hilo a causa del temporal, se subió a lomos del mejor Space Rock nada más comenzar su set y no se bajó hasta el final, no podía ser de otra manera. “Hey Jane”, “Lord Let it Rain on Me” (que bien traída oiga), el cover de Spacemen Three (su anterior banda), “Born Never Asked” o, por supuesto; “Ladies & Gentlemen We are Floating in the Space”, atraparon al público en una tela de araña impermeable e inmune a cualquier tormenta.
Mientras comenzaban otras de las estrellas de la jornada; Death Cab for Cutie, me daba tiempo a pasarme por el escenario 4 a constatar diversas cuestiones acerca del británico Baxter Dury; es tan elegante como parece, le gusta el vino cosa fina y lo más importante; las pocas canciones que pude escuchar suenan tan bien como deben, no cabe duda de que ha heredado el arte para componer de su padre; Ian Dury.
Ya a lo lejos me pareció ver algo raro en el escenario Optimus y sólo cuando estuve en el foso del mismo pude despejar todas mis dudas. Todo el Backline del escenario había tenido que ser desmontado a causa de la tormenta y un charco que, incomprensiblemente, había nacido en mitad del rectángulo. La parte trasera del escenario no estaba bien cerrada y al parecer no había dejado de colarse agua desde que había empezado a llover, el trabajo de técnicos y operarios fue efectivo pero lento. A eso de las 21:00 ya estaba todo solucionado pero a esas horas la banda británica ya estaba anunciando que les era imposible tocar, por no poder cumplir los horarios de los otros conciertos de la gira. ¿? ¿Qué ocurría? ¿Tendrían otro concierto nada más terminar este? Misterios de las giras.
Rápidamente la gente comenzó a dirigirse al marco de al lado donde estaban a punto de comenzar una pieza clave de los noventa; Afghan Whigs. Que, a sabiendas de lo que estaba pasando tenían, también, que convencer al público del escenario Primavera de quedarse con ellos. Y así fue, los norteamericanos hicieron un comienzo de concierto de los más energéticos vistos en los dos escenarios grandes y lograron mantener esa energía durante prácticamente todo el concierto. No pudieron faltar temas como: “Crime Scene, Par One”, “Uptown Again”, “My Enemy” o la imprescindible “Crazy”.
No era cuestión de parar y para no hacerlo, nada mejor que ir al escenario All Tomorrows Parties. ¿Donde sino iba a tocar Lee Ranaldo? a ver la propuesta en solitario del Sonic Youth. Con la música de Afghan Whigs de fondo (aun no había finalizado su concierto), Lee se permitió el bromear con ese detalle diciendo que estaba a escuchando a Greg Dulli y eso le gustaba, algo malo tendría que tener eso de tener todos los escenarios prácticamente juntos. Con música de fondo y sin ella, el neoyorkino dio un concierto de los de quitarse el sombrero, congeniando con el público sin caer en lo facilón (y eso que Lee Ranaldo no es famoso por sus bromas), dedicando canciones a sus amigos, recordando la escena No Wave de New York, versionando a los Talking Heads, pasando de la distorsión eterna marca de la casa a lo acústico sin que a nadie le extrañara, en fin, una maravilla.
Tal y como suelen hacer, el dúo noruego Kings of Convenience comenzaron su concierto, en el escenario Optimus, con los quince/veinte minutos de set acústico con canciones como: “Cayman Islands”, “Me in You”, o “Mrs Cold”, para dar paso después a otros más, digamos, animados, bueno, todo lo animados que pueden ser Kings of Convenience. Su concierto puede que esté dentro del calificativo de “impecable”, pero no son, desde luego, una banda para programarla a las 23:00 en un festival.
Algo un poco más caótico, ruidoso y, definitivamente, más anarquista estaba sucediendo en el escenario 4 de la mano de los californianos Wavves. Algunos problemas iníciales de sonido con los monitores de escenario no amedrantaron a Nathan Willians y los suyos para ofrecer un concierto de guitarras entre surferas y punks, volviendo a dar mucho trabajo al personal de seguridad debido a que los fans se empeñaban en compartir escenario con los artistas.
El Optimus Primavera Sound llegaba a su fin y, como decía al principio, el balance para la organización ha sido muy positivo, tan sólo hace unos días se anunciaba desde la web oficial del festival la celebración del segundo Primavera Sound Portugal el año que viene. En esta primera edición las sensaciones de todo aquel que haya asistido, a buen seguro, son buenas, exceptuando las inclemencias del tiempo del sábado, pero contra eso no se puede luchar.