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Pixies (Palacio de los Deportes) Granada 09/05/25

Tradicionalmente Granada, ciudad de la Alhambra, de Lorca y de Morente, con ese acervo cultural tan importante, ha visto desfilar por sus mágicos enclaves a grandes nombres de referencia en el ámbito musical de ahora y de siempre como Bob Dylan, Patti Smith, Lou Reed, Leonard Cohen, R.E.M. o Depeche Mode, presumiblemente atraídos por esa mística que se expande por cada rincón de sus emblemáticas calles y plazas, como esa que recibe el nombre del mítico cantante de The Clash, Joe Strummer. A esa lista podemos añadir desde ya a Pixies, legendaria banda de rock alternativo, de naturaleza inclasificable, entre lo esquivo y lo escurridizo, tan mutante como díscola, y que revolucionó la escena desde finales de los ochenta con un buen puñado de discos rompedores para la época, que aglutinaban efervescencia melódica, guitarras crujientes , abrasadora contundencia rítmica y una personalidad poco amiga de las convenciones, delineada alrededor de las icónicas figuras de su cantante y guitarrista Black Francis y de la bajista Kim Deal, respaldados con solvencia por el imaginativo guitarrista Joey Santiago y el efectivo batería David Lovering. Ya sin Kim Deal desde 2013, Emma Richardson (antes en Band Of Skulls) tomó el relevo de Paz Lenchantin el año pasado, demostrando con sobrada autoridad su perfecta integración en tan engrasada maquinaria.

La única fecha de Pixies en España anunciada en el presente año, no defraudó ante un Palacio de los Deportes que mostró su aforo abarrotado, con integrantes de multitud de bandas del indie granadino, algunas de ellas con nombre prestado de sus propios temas como Cecilia Ann, y que tanto han bebido de su sonido, presentes en tan distinguida ocasión. Tras la correcta apertura a cargo de los británicos The Pale White, con un rock efectista de agradecida pegada, los grandes protagonistas de la velada arrancaron sin concesiones con “Monkey Gone To Heaven”, una de las piezas vertebrales del seminal Doolittle (4AD, 1989), álbum al que más recurrieron durante la noche y que incendió el ambiente sirviendo como invitación a recorrer esos años dorados que precedieron a la explosión del sonido grunge, tan influenciado en algunos casos por los de Boston, quienes a su vez elaboraron una receta rica en proteína punk vía Black Flag o Hüsker Dü, a la que añadieron gotas del instinto melódico de The Cars y aliñaron con el temperamento arty de unos Talking Heads distinguiéndose de la media a base de construir un repertorio cargado de enormes canciones con aroma a clásico instantáneo en muchos casos.

De nada sirve consultar los setlist que hayan tenido a bien configurar para las fechas aledañas, pues de todos es conocido que el cuarteto tiende a retorcer los repertorios,  evitando así que nadie pueda anticiparse a lo que va a ocurrir. Durante algo más de dos horas de tour de force intenso y capaz de remover cimientos y recuerdos que atraviesan a varias generaciones, se fueron sucediendo las trascendentes paradas en discos de culto que tendieron puentes con nuevas formas de reinterpretar la herencia del rock, conectando con un público ávido de emociones servidas a través de la urgencia de las guitarras y cierta angustia vital en las atmósferas y los textos. La ejecución de la treintena de canciones que configuraron el repertorio fue imperfecta como fiel reflejo de su esencia, y mostró una versión de la banda sacando músculo y acometiendo con nervio y tensión la responsabilidad de seguir sonando creíbles casi cuarenta años después de su explosiva irrupción en el panorama musical, proyectándose rejuvenecidos y haciendo gala de un discurso que se mantiene vigente gracias al rabioso ímpetu con el que atacan las canciones, conscientes del legado que constituyen y del espacio que ocupan en la memoria colectiva de los amantes del rock.

Además del mencionado Doolittle, el protagonismo lo acapararon sus obras más aclamadas, las de finales de los ochenta (Come On Pilgrim, Surfer Rosa y Bossanova, este ya publicado en 1990). De esta manera, nos sumergieron en sus característicos sube y bajas que lo mismo lucían oscuros y directos (“Wave Of Mutilation”, “Gouge Away”, “Dig For Fire»), que abrazaban la psicodelia (“Caribou”, “Hey”), hacían ojitos al surf-pop (“Here Comes Your Man”), lanzaban dardos envenenados de digestión inmediata (“Debaser”, “The Holiday Song”) o picotazos punk desbocados (“Isla De Encanta”, “Nimrod’s Son”). La inercia que agarraron fue tal que la interacción con el público fue nula hasta la despedida (algo que ya sabíamos que sucedería), y se llevó por delante al bueno de Black Francis durante la interpretación de “Cactus”, que tropezó y cayó dando con sus huesos en el suelo para acabar resolviendo la situación con asombrosa naturalidad, no sólo finiquitando el tema sin que nada le alterara, sino también deslizando los primeros acordes de “Caribou” para regocijo de unos fans rendidos a sus descoordinados pies. Genio y figura.

Pixies

No faltaron las revisiones del “In Heaven (Lady In The Radiator Song)” de Peter Ivers y David Lynch y del “Head On” de The Jesus & Mary Chain, quienes también pisarán tierras granadinas este verano dentro de la formidable programación del Degusta Fest, ni los tímidos guiños a su más reciente material (“Chicken”, “Mercy Me” y “The Vegas Suite», estas dos últimas con mayor protagonismo vocal de Emma Richardson), antes de que la bofetada de nostalgia que siempre supone “Where Is My Mind?” convocara el aullido unánime de la extasiada audiencia, seguramente deslumbrada en un flashback existencial de los que uno tarda semanas en recuperarse, y que despidió a Pixies entre aplausos reverenciales tras la b-side “Into The White”.

Poco importó que la voz de Black Francis haya vivido mejores momentos porque el patrimonio musical atesorado por los de Boston es de una valía tal, que lo vivido en esta noche de mayo quedará grabado como un nuevo recuerdo imborrable con el que alimentar el indisociable idilio de la ciudad nazarí con el arte y la cultura en sus diversas manifestaciones, servido esta vez a través de unas canciones de impacto imperecedero con las que muchos hemos forjado nuestros gustos y filias.

Fotos Pixies: Blanca Orcasitas

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