Rafa Cervera
En este país, si haces música pop, tienes que pasarte toda la vida explicando quién eres
El crítico musical Rafa Cervera le ha dado una vuelta de tuerca a la historia del pop contemporáneo español con el libro ‘Alaska y otras historias de la movida’ (Plaza y Janés, 2002). Con la biografía de la cantante Olvido Gara como hilo conductor, el periodista levantino logra con este trabajo encajar las piezas del puzzle humano que protagonizó el momento de creatividad artística más interesante desde la Transición.
Supongo que lo de estar al otro lado de una entrevista resultará cansado…
Ya he hecho unas cuantas, pero no te preocupes porque cada vez es como la primera. Lo único es que hay gente que se esmera más que otra…
De todas formas, publicar con Plaza y Janés te habrá supuesto un mayor número de compromisos…
Lo que pasa es que te llama gente que no es necesariamente de medios musicales, lo cual podría estar bien. Pero luego descubres que no se han leído el libro y que se quedan con el título, la tapa y los tópicos. No obstante, quería hacerlo con una editorial como esta porque se trata de un libro para todos los públicos y no sólo para aficionados a la música.
Personalmente, este libro me ha servido para encajar el rompecabezas humano de ‘la movida’. ¿Era ése uno de los objetivos?
Entre otras cosas sí; yo también he entendido muchas cosas mientras lo hacía. Habrá mucha gente, y sobre todo los seguidores más antiguos, que habrán comprendido muchas situaciones. Yo creo que a Alaska se le entiende mucho mejor conociendo a la persona a través del libro. Ella es muy diplomática y maneja muy bien los medios de comunicación; éstos, por su parte, normalmente tampoco profundizan y se quedan en lo previsible y tópico. Hay muchas cosas aquí que no las ha dicho antes, simplemente porque no se las han preguntado.
Por ejemplo, la relación con su madre…
Por ejemplo, o la relación con Nacho Canut. Yo estaba seguro de que ahí había habido amor platónico. Nacho se encargó de dejarme muy claro que nunca se habían acostado pero bueno, sí que se dieron el lote en Kaka de Luxe. Ella estaba coladita por él y son esas cosas que a mí me asombraban un poco que nadie se lo hubiera preguntado.
Como lector, sinceramente no me esperaba que el libro fuera tan cotilla. ¿Los protagonistas de la historia sabían a priori que ese enfoque también iba a ser reflejado?
Es un cotilleo que está en el límite de lo tolerable. Cuando alguien habla de otra persona, casi siempre la otra persona está ahí para desmentir. Lo que pasa es que algunos callan y por eso no hay respuesta en el libro pero son conscientes de que ese tema se ha hablado. En el caso del triángulo Ana Curra, Eduardo Benavente y Olvido Gara, cada una de ellas da su versión. Eduardo, desgraciadamente, no puede decir nada. O cuando se hablaba de Carlos Berlanga, yo le preguntaba y movía la cabeza, o decía algo ininteligible… Y luego hay gente que me ha dicho ‘yo de eso no voy a hablar’ o ‘Para la grabadora’. Pero digamos que es un cotilleo con buen gusto, sin intención de hacer una caza de brujas ni de ofender. No he querido complicarle la vida a nadie. De todas formas, es un libro muy cotilla porque ellos son muy cotillas. Lo exigía el guión. Además, hay muchas cosas autocensuradas porque no venían a cuento.
¿Cómo cuáles?
Por ejemplo, las juergas locas que se mencionan entre Fabio (McNamara), Pedro Almodóvar, Sigfrido Martín Begué o Bernardo Bonezzi. Como con Almodóvar no podía hablar porque estaba de promoción con ‘Hable con ella’, con Fabio ya había hablado cuatro años antes y el trabajo te marca una pauta, Sigfrido no iba a hablar sólo para eso… pues para que me cuenten cosas que no iba a poder contrastar, me lo ahorré. Iban a ser cosas divertidas, pero delicadas porque siempre giran alrededor de sexo y drogas. Lo dejé estar porque no tenía sentido. Además, todo lo que versa sobre Almodóvar es muy delicado porque cualquier cosa que digas sobre él en ese plano adquiere una dimensión peligrosa y yo me negaba a eso. Vivimos en un país que todavía está ‘colorao’ con la prensa amarilla y el sensacionalismo y aquí había cosas que podían ser peligrosas, como por ejemplo el estado de salud del propio Carlos (Berlanga)… Recuerdo cuando Pedro ganó el Oscar, que se fueron a buscar a Fabio, al que le tocaron las pelotas y empezó a decir esas cosas que en un contexto gay pueden ser muy normales pero que para una becaria de un periódico es un titular y se publica aquello de ‘La tenía muy gorda y me hacía daño cuando me follaba’, lo cual es absurdo porque nunca han sido pareja.
De todas formas, no has recibido llamadas para ir a Tómbola, ¿no?
No, entre otras cosas porque no se dice nada malo de nadie y eso no interesa. Si yo contase lo que hacía Almodóvar en su dormitorio o lo de Alaska, si hubiera contado con detalle su relación con Ana (Curra) y Pito… pero vamos, tampoco creo que hubiera pasado nada porque en España, el nivel que interesa es Antonio David, Yola Berrocal o la que se folla Ernesto Neira. Si esto fuese ‘Alaska cuenta la separación de Fran y Eugenia’ sería la bomba pero como sólo es un personaje entrañable y simpático, no interesa.
Pero a pesar de todo, las cifras de ventas están cubriendo objetivos…
Claro, una cosa no tiene que ver con la otra. El libro va por la cuarta edición y en Plaza y Janés están muy contentos. No me quejo porque la obra ha tenido una buena aceptación, pero sí me quejo porque una vez que has hecho la presentación con Olvido, Pedro y Carmen Alborch, haces un seguimiento mediático y resulta que si la Pantoja pega un bufido, ya todos los programas del corazón se ocupan de eso; los productos de empresa priman en las empresas que los lanzan, es decir, en Cultura de ‘El País’ no sale; te das cuenta de que en programas dirigidos por Concha García Campoy, Iñaki Gabilondo, etc, como Alaska no hace promoción, el libro no les interesa… entonces, entre unos y otros, el libro subsiste porque a la gente le apetece comprarlo y porque hay una serie de medios mucho menos elitistas y con menos prejuicios que sí que hablan de él y entonces descubres que en ABC hablan del libro y en El País no, lo cual es alucinante; o en una revista como Rolling Stone, que se supone que tienen una línea editorial coincidente con la del libro y deberían apoyarlo a muerte porque tampoco hay muchas obras en España de este tipo, pues van y sacan una reseña mínima; y descubres que las grandes estrellas de los medios de comunicación no están interesados en esas cosas porque les debe bajar mucho la audiencia que un señor vaya a sus programas a hablar de la vida de Alaska y de ‘la movida’… y aun así, el libro funciona bien así que imagina si éste fuera un país civilizado y culto en el que la gente no apagase la tele si sale alguien que no es Yola Berrocal o que no sea famoso.
La forma de contar los hechos de ‘Alaska y otras…’ tiene un gran paralelismo con ‘Por favor, mátame. La historia oral del punk’ de Legs McNeil & Gillian McCain.
Sí es cierto que lo comparan mucho, pero aunque lo leí en su momento, no es de los libros de referencia que han marcado este trabajo. Pero claro, los autores de ‘Por favor, mátame’ seguro que tuvieron un adelanto económico sustancioso y mucho tiempo para escribir y yo he tenido 250.000 pts cuando firmé y un año para hacerlo.
¿Y cumpliste los plazos a pesar del trabajo de campo reflejado?
Sí. No sé cómo lo he hecho pero sí he cumplido y así me ha ido, con un ataque de nervios. Y luego, es como una obsesión. Vas a El Corte Inglés a ver cómo va, El 31 de enero se acaba este libro para mí porque tengo que recuperar mi vida…
¿Pero tanto se juega un autor como tú con este libro?
Me juego tener el dinero suficiente para disfrutar no de un año sabático, sino para tener tiempo para acabar una novela que estoy escribiendo y también para poder plantearme ese otro camino paralelo a lo que hago. Profesionalmente estoy contento con lo que he hecho y no voy a poner excusas porque sabía en lo que me metía.
¿Y te metieron o fue una idea tuya?
Fui yo, que soy muy pesado y tenía la idea rondando en mi cabeza desde hace mucho tiempo.
¿Y no se buscó coincidir con algún aniversario tipo ‘Los XX años de…’?
No porque eso lo descubrimos luego y lo de ‘la movida’ fue idea de la editorial. Yo quería hacer un libro sobre Alaska y la editorial dijo, ‘pero en la movida’. Y ya luego ya comentamos la coincidencia en el tiempo. Fue una feliz coincidencia. El contrato se firmó en marzo de 2001 y ‘Naturaleza muerta’, el último disco de Fangoria, ni siquiera se había empezado a grabar así que tampoco se puede hablar de oportunismo.
Otro aspecto acertado del libro son las páginas centrales gráficas, que te permiten ponerle cara a muchos de los personajes.
Esa fue otra lucha con Plaza y Janés, que sólo quería poner fotos de Alaska. Y aún así, falta gente importante en el relato como la madre de Alaska, Vicenta (más que una asistenta en casa de los Canut), pero estoy contento. Lo único que lamento es que quería que se llamase ‘Divina estás. Alaska y otras historias de la movida’ y me dijeron que era demasiado texto en la portada, y que hubiera puesto algunas fotos más y unos pies de foto más extensos, pero me los pedían cortos.
¿Elaborando el libro has notado nostalgia por parte de alguien?
Ninguno porque es una época que detestan todos. Creo que se ponen demasiado burros con ese tema. Veo bien que eviten la nostalgia pero estar siempre esquivando lo de hablar del pasado, al final se vuelve contra ellos. Entiendo que para nosotros como espectadores, esta historia nos parezca fascinante y que ellos estén hasta el gorro pero no hay que olvidar que fueron protagonistas de unos hechos históricos dentro de la cultura española y aquí, todo lo que tenga que ver con música pop es una mierda; entonces, no te voy a decir que esto fuera como la Generación del 27, pero tampoco se ha andado muy lejos. Lo que pasa es que aquí no hablamos de poetas, sino de músicos pop y aquí se desdeña, lo cual me parece un error. Nadie reivindica nada y al final llega Alvarez del Manzano y dice que ‘la movida’ no ha existido, y venga, todo el mundo ha desmentirlo. Por ejemplo, cuando a Johnny Rotten le preguntan sobre el punk, será muy sarcástico, pero habla. En este país, si haces música pop, tienes que pasarte toda la vida explicando quién eres.
Otro descubrimiento personal ha sido el pique entre Mecano y los Pegamoides.
Aquí hablamos de un problema de actitud. A los Pegamoides no les dolía que vendiesen muchos discos. Ellos, al igual que yo, parten de la frontera del 77. Ahí existe un antes y un después. Yo nunca he sido hippie ni he salido en Gente Joven cantando canciones de Aute. Cuando tienes 14 años, los Sex Pistols son la bomba y eso no se discute. Y Siouxsie es alucinante, y David Bowie y Lou Reed también. En el momento que alguien no ha visto eso claro, a mí que no me vengan con historias y los Pegamoides tenían esa visión y de repente ven a sus adversarios convertidos en estrellas vendiendo, además, una modernidad que no es verdad. Porque modernos son Olvido, Nacho, Carlos, Bernardo Bonezzi, Fabio… gente que no se podía esperar a que saliera el ‘Scary Monster’ de Bowie. Y a Mecano eso les daba igual. Ésa es la diferencia, muy sutil, que parece superficial pero que para mí es muy importante. Olvido y los demás han querido desde el principio ser una cosa y lo han pagado muy caro siempre, incluso ahora. Cuando uno es tan fiel a un planteamiento, le toca muchos las narices que otros que no han sido fiel a ninguna premisa saquen tajada. Pero no porque triunfen, sino porque lo hagan en una categoría que no es la suya. No es lo mismo ‘Bailando’ que ‘Maquillaje’. Mecano nunca han tenido ese sentido del humor ni esa ironía y sus letras me siguen pareciendo bastante discutibles en muchos casos. Están más cerca de Ana Belén que de los Ramones, Human League, etc. Mecano es música pop, pero adulta. No es como la de los Pegamoides, la de Dinarama, la de Radio Futura o la de Loquillo. Salían como los más modernos y lo que hacían era ir disfrazados y de repente, la gente identifica modernidad con Mecano y eso es irritante cuando te has puesto el maquillaje en el año 78 y te han escupido y te han tirado piedras.
De todas formas, salvo Fabio McNamara, el resto de aludidos proviene de familias acomodadas y ahí jugaban con ventaja a la hora de plantear ciertas actitudes.
Sí, sobre todo Carlos y Nacho, que son alta sociedad madrileña. Pero Olvido, por ejemplo, tampoco lo ha pasado también. Supongo que la madre habrá pasado momentos económicos mejores o peores y no todo ha sido boyante. No obstante, Carlos y Nacho eran dos señoritos y siempre lo han llevado a gala. Eran capaces de ir a las fiestas del PCE sólo por el ambiente, les atraía lo de las Libertarias y todo eso, aunque vivían en Madrid en zona nacional. Carlos era muy elitista y así le fue en los Pegamoides. Nacho no, era más entusiasta. Pero sí, como en otros muchos casos de la historia del pop, el hecho de tener un entorno familiar acomodado les permitió hacer un poco lo que les dio la gana.
Para terminar, cómo será el libro que dentro de 20 años se escriba sobre el pop español de 2000?
No lo sé. En aquella época, lo que era underground acabó saliendo a la superficie. Empezó poco a poco a ser conocido y a venderse: Bailando, Radio Futura, Loquillo, Gabinete… Ya no era sólo Mecano y Olé-Olé. Pero ahora, en la superficie sólo está lo que tiene que estar, Operación Triunfo y lo que no es Operación Triunfo pero que es lo mismo: Alejandro Sanz, Enrique Iglesias… Lo curioso es que la gente está emperrada en dirigir las críticas hacia Operación Triunfo pero La Oreja de Van Gogh es lo mismo, la cosa esa conservadora, ñoña, aburrida… Además, es normal que las raíces salgan y aquí está lo latino y el flamenco, pero sale arriba el detritus, sale Pastora Soler y no Camarón. Como aquí, la música pop no interesa y no se le trata como cultura a diferencia de Gran Bretaña, EEUU, Francia y otros muchos países, pues aquí es una batalla perdida.
Título original: Alaska y otras historias de la movida
Año: 2002
Autor: Rafa Cervera
Editorial: Plaza y Janés
Nº páginas: 399
Precio: 17,90 €