Refree – Café La Palma (Madrid)
Raül Fernández es un músico muy atractivo. Y no me estoy refiriendo al físico (aunque ahora que lo pienso, también por fuera es interesante). Raül es un tipo con talento, con sensibilidad. Buena prueba de ello son todos los proyectos en los que ha dejado algo de sí mismo: Cornflakes, Élena, Romo (antes Romodance) y Sitcom. Pero si hay un trabajo en el que más ha involucrado todo lo que es, ése es Refree. Un álbum, Quitamiedos, cuyas canciones se asemejan a la cálida propagación de la luz. Melodías pálidamente hermosas, semidesnudas y quietas, que te miran y te sacuden por dentro.
Y si en disco los temas parecen circulares, en directo adquieren formas geométricas de múltiples dimensiones. Cinco artistas sobre el escenario con un violín que hacía las veces de medidor de cada estado de ánimo de los temas. Y mi estado de ánimo y de salud también es importante a la hora de transmitiros mis sensaciones durante el concierto. Creo recordar que fue al dar el primer sorbo a la cocacola cuando me empecé a sentir un poco febril. El sonido de los vasos, de los cigarrillos y las palabras producían ruidos penetrantes. Sí, cuando se tiene fiebre las cosas adquieren un relieve especial, sobre todo las cosas bonitas. Por eso todo lo que surgió este jueves de septiembre del pequeño escenario de La Palma me superó emocionalmente. Lo más destacable es la voz de Raül: el disco no le hace justicia. Una voz que fue resbalándose por canciones como “Bolero sin querer” (Cómo puedo congelarte/mantenerte a ti fuera del tiempo) o “Quitamiedos” (Tengo miedo a dejar de creer/En todos los cuentos de ayer/Y también/miedo a estar solo otra vez/A que por fin decidas marchar). Pura poesía musicada. Temas nuevos también tuvieron cabida, sobre todo uno, “Contra” (creado para el próximo recopilatorio “Acuarela Songs”), que desde el instante en que empezó fue quedándose poco a poco solapada en cada recoveco de mi mente. Todo ello aderezado de algún que otro guiño al post. “Nadie para mar” sonó desnuda y aún más escalofriante. Ya era hora de que alguien mostrase de un modo tan claro que la transparencia y la desnudez no están reñidas con los arreglos. El truco está en que los arreglos sean los necesarios, para que no sobredimensionen las canciones, para que sigan pareciendo terrenales, de aquí, cercanas. Por eso Refree se mantiene en ese punto genial entre el cantautor típico y el proyecto personal de un artista conocedor de las vanguardias sonoras más intimistas.
Uno de los momentos más aplaudidos de la noche, sucedió cuando Raül le cedió el micro a Abel de Migala para que emocionase a todos con cada una de las frases que componen “Feo y Malo” (es que hoy me está pesando el mar, la lluvia y/el andar por este suelo de cristal).
Es cierto que mi estado febril puede hacer que esta crónica esté excesivamente cargada de emoción, pero no es menos cierto que este disco es uno de los mejores del año y que poder haber disfrutado de su puesta en escena en una pequeña sala de un café ha sido todo un privilegio. Todo ello hizo de la noche un caldo de cultivo para que aflorasen miles de sentimientos perdidos últimamente entre los estribillos pop que nos bombardean por estas fechas.