Repion – 201 (Mushroom Pillow)
Hay algo profundamente honesto en Repion, proyecto de las hermanas Iñesta. En ellas encontrarás pocos artificios y poco postureo. Son dos trabajadoras incansables de la escena, que compaginan su banda con otras ocupaciones ya sea a través de colaboraciones con músicos o mediante sus respectivas trayectorias paralelas: Teresa, integrada en formaciones como Aiko el Grupo y Yawners, y Marina, como miembro de la bandas de acompañamientos de Xoel López o Mikel Erentxun.
Criadas en un entorno musical, llevan una década de continua progresión a la que suman su reciente 201, segundo disco para Mushroom Pillow; una versión más pulida y cohesionada del sonido noventero que siempre han traído consigo. Diez rotundas canciones grabadas y producidas por Santi García en los estudios Ultramarinos Costa Brava, donde siguen creciendo entre la introspección y puntuales fogonazos de furia.
Continuando el camino emprendido en Entre todas lo arreglamos, condensan en apenas media hora, una nueva dosis de temas que siguen sonando como si hubiera sido escritos en el momento de su grabación; con esa inmediatez de quien necesita expulsar algo que quema por dentro. Los adelantos ya habían fijado el rumbo de lo que venía: «El Sueño Dura Una Semana» exhibía esa sobriedad conmovedora que el dúo domina como nadie. Por su parte, «X» se desplegaba como un vendaval de guitarras distorsionadas y rabia contenida, un ejercicio de empoderamiento que funciona como tiro en la frente.
Pero en esta colección de afirmaciones cotidianas hay mucho más, como la emocional «Otro Día Será», el crescendo de la redonda «Cerrar los Ojos» o una «Me Sabe a Poco» en la que exploran las asimetrías del amor con esa melancolía tan suya. Suenan descarnadas en «Columnas», otro de sus puntos álgidos, mientras «Uñas de Amarillo» pasa directamente a su creciente ramillete de himnos. Todo desemboca en la agridulce «Atocha», apenas minuto y medio de alguien arrastrando una maleta hacia la estación madrileña. Un cierre acústico que remueve sin aspavientos.
Más allá de comparaciones con Sleater-Kinney, Christina y los Subterráneos o Tahúres Zurdos, las Iñesta han creado un reconocible sello con el que convierten la melancolía en himno y la rabia en melodía. Ya no son una promesa, sino referencia para nuevas artistas que llegarán. Y eso es mucho decir.

