Richard Hawley – Lowedges (Everlasting)
En la historia de la música reciente hemos comprobado cómo varios guitarristas de grupos consagrados han descubierto su voz y probado suerte como solistas. Nadie olvidará los trabajos en solitario (más o menos afortunados) de Bernard Butler o los recientes de John Squire o Johnny Marr. El caso es que en apenas dos años y medio asistimos al lanzamiento del ya tercer disco de Richard Hawley, que fuera guitarrista de Longpigs, mercenario ocasional de Pulp o músico de estudio para personajes tan dispares como All Saints, Add N To (X), Beth Orton o Robbie Williams.
Hawley inició una carrera con una visión diferente a la de sus compañeros antes mencionados, pues su opción musical la enfocó hacia el lado más seductor, encarnando la figura de crooner contemporáneo con reminiscencias de los grandes clásicos. Un estilo presidido por una voz cavernosa que oscila entre Scott Walker, Neil Hannon o Chris Isaac, y que en ocasiones le sitúa a la altura de clásicos de la talla de Roy Orbison o el mismísimo Johnny Cash.
Por el camino nos ha dejado el discreto Richard Hawley (01) y el magnífico Late Night Final (02) . Ahora es el turno de este Lowedges, un disco que contiene multitud de arreglos preciosistas, cuerdas que estremecen y sobre todo, once canciones que son once declaraciones de amor. Momentos memorables como la épica “Oh My Love”, el olor a Elvis Presley de “Im On Nights”, la nana instrumental “Danny”, las juguetonas “Darlin” y “The Motorcycle Song” o las arrebatadoras “The Nights Are Made For Us” (el título lo dice todo) y “The Only Road”.
Un disco más que recomendable, repleto de ambientes melancólicos, que quedan lejos de toda sensación de tristeza pero cerca del corazón.